Lucía no entendía nada sobre Daniel ni sobre su influencia en Solévia, pero sí comprendió que Jos dos delincuentes que habían venido a atacarlas esta vez no eran gente común. Con razón, a pesar de que en São Vitoriano estaba prohibido portar armas, aquel delincuente llevaba una pistola.
-Jefe Andrés, usted también se encuentra lastimado, busque por favor rápido un médico que lo atienda. -dijo Lucía, alarmada al ver las manos de Andrés cubiertas de sangre.
Pero Andrés le replicó.–No es nada, yo me quedaré aquí con Luisita.
-Andrés.
Miguel miraba a Andrés con furia y le lanzó cada palabra con un odio profundo, como si le costara escupirlas de entre los dientes -Déjeme decirle señor, que si a mi Luisita le pasa algo…
Las palabras, si no logra salvarse, simplemente no podían salir de su boca.
–
Hizo una pausa, y dijo con rabia: ¡Yo, Miguel, aunque tenga que arruinarme por completo, haré que ustedes, la familia Martínez, paguen por esto!
-Daniel ya ha sido detenido por la policía. —dijo Andrés con la mirada baja.— Esta vez no tiene escapatoria.
-Señor Miguel. -Andrés alzó la vista, encontrándose con la mirada furiosa de Miguel, y dijo en voz baja: – Yo le juro que si a Luisita… le pasa algo, yo le entregaré mi vida en compensación.
Al escuchar esto.
Miguel, Carla y Lucía quedaron pasmados.
Nadie esperaba que Andrés dijera algo así.
No solo Miguel y Lucía, incluso Rosa, que siempre mantenía una expresión impasible, sin mostrar emociones, quedó sorprendida.
¿El señor Martínez, con su estatus tan elevado, diciendo que se quitaría la vida
por amor?
Muy pronto, Miguel reaccionó y gritó con furia: ¿¡Entregar tu vida!? ¿De qué serviría esa mierda? ¡Si a mi Luisita le pasa algo, ¿crees que dando tu vida ella va a volver!?
Andrés frunció el ceño y no respondió.
-Eso…
Lucía habló con dificultad,– Jefe Miguel, la abogada Luisa aún está siendo atendida, el resultado no tiene por qué ser negativo. Ella… ella es tan buena persona… A ella Dios la bendecirá y no permitirá que le pase nada…
Al final, Lucía se quebró por la tristeza. Su voz se volvió entrecortada y ya no pudo seguir
hablando.
Capitulo 350
-Sí, Luisita estara bien. Miguel, no pienses lo peor todavía… Carla le daba palmaditas de consuelo en la espalda.
Eso decían, pero Carla no podía evitar que se le llenaran los ojos de lágrimas.
Aunque Luisita no era su hija, siempre la había criado como tal.
Con los años, la actitud de Luisita hacia ella había pasado del rechazo y la aversión inicial a la aceptación.
Su carrera apenas estaba comenzando, y todo marchaba bien en la vida de ella.
¿Cómo podía estar pasándole semejante atrocidad…?
Ella era todavía muy joven.
No pasó mucho tiempo antes de que los otros dos socios del bufete de abogados, Francisco y Bruno, llegaran junto con varios abogados.
También llegaron Juan y Catalina, así como Sergio, Fernanda, Evaristo y Leticia.
Había mucha gente en el pasillo, pero todos, tal cual como si se hubieran puesto de acuerdo, guardaban silencio. En ese pasillo abarrotado reinaba un silencio sepulcral.
El ambiente evidentemente estaba cargado de una tristeza densa y sofocante.
Pero todos, en lo más profundo de su corazón, oraban en silencio, esperando que Luisa pudiera superar con vida semejante prueba que el destino le había puesto en el camino.
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Capitufe 351
Capítulo 351