Al din, Don Manuel dijo con voz grave: -Estoy de acuerdo con Patrícia, creo que Valentina era la principal sospechosa.
Varios estuvieron de acuerdo.
Emilio respondió con respeto: -Haremos todo lo posible por investigar este caso.
Al pensar en su hijo, que no viviría mucho tiempo en el hospital, los ojos de Don Manuel se llenaron de una profunda tristeza y, su voz transmitía una intensa impotencia y pena. Gracias por su esfuerzo, por favor descubran la verdad lo antes posible.
Al menos Víctor debía saber quién lo había perjudicado.
Esto no podía quedar en la impunidad.
Todos con solemnemente y respondieron al mismo tiempo: -Entendido.
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Andrés dijo con voz severa: -Enviaré a alguien para que les ayude con la investigación.
Luisa permaneció tres días en la unidad de cuidados intensivos.
El cuarto día, el médico dijo que ya podía recibir visitas.
Cada tarde, de dos y media a tres, había media hora de tiempo para las visitas.
En la primera visita, Andrés quiso ir a ver a Luisa, pero Miguel se lo prohibió con firmeza.
Andrés no insistió con Miguel.
Su propia hija biológica había estado varias veces al borde por completo de la muerte por culpa de otros, y esa vez había sido aún más peligrosa.
Poniéndose en el lugar de Miguel, si él hubiera estado en su posición, tampoco habría permitido que ese hombre se acercara de nuevo a su hija.
Andrés entendía muy bien a Miguel.
Pero aun así, no podía evitar sentirse mal por dentro.
Durante el transcurso de esos días, estaba muy cansado.
Después de que Luisa sufriera el accidente y fuera reanimada, enseguida ocurrió lo de su padre.
Un tal Daniel había causado una gran intranquilidad entre ellos, provocando un caos total en la familia Martínez.
Tras intercambiar unas cuantas palabras con Miguel, Andrés se dio la vuelta y se marchó.
Capitulo 358
Antes de llegar a la habitación de Víctor, Andrés va escuchaba a lo lejos una intensa discusión.
Por la voz, parecía que Patricia estaba discutiendo con alguien.
Aceleró el paso, dobló con rapidez por
dobló con rapidez por el pasillo y llegó a la puerta de la habitación de Víctor.
Desde lejos sólo había escuchado la voz de Patricia, pero al acercarse, las voces se volvieron aún más claras, y la débil y agotada voz de Víctor también llegó con rapidez a los oídos de Andrés.
Víctor: -¿Por qué me detenías? Vivir así no tenía sentido, ¡mejor habría sido morir de una vez por todas! De todos modos, tarde o temprano iba a morir.
Patricia gritaba entre lágrimas: -¿Habías pensado en papá, mamá y Andrés cuando decías que querías morir? ¿Cómo podrían soportar algo así?
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—¿Y de qué servía que no pudieran soportarlo? La voz de Víctor se alzó levemente, ronca. — El médico ya lo dijo, como mucho me quedaba quizás un mes de vida, ¡morir antes o después era simplemente morir!
—¡Un mes de vida también era vida!— Patricia lloraba desconsolada. -Aunque fuera un día más, también valía.
La voz de Víctor también se quebraba con un llanto contenido; sonaba sumamente angustiado. -Vivir así era una completa tortura. Cada noche me despertaba por el intenso dolor, no había dejado de tomar analgésicos ni de recibir inyecciones para el dolor. Se me caía el cabello todo el tiempo, no podía comer nada. Dime entonces, ¿de qué servía vivir así? ¡Es mejor morir! Cada mañana al abrir los ojos lo único que hacía era contar cuántos días me quedaban. Estaba harto de esa vida. Déjame morir, morir era más fácil que vivir.