Capítulo 361
Dos guardias penitenciarios oyeron a Daniel admir que había ordenado a Valentina
envenenar.
No solo eso, toda la reunión entre Andrés y Daniel estuvo bajo vigilancia policial.
Daniel era un sospechoso bajo custodia y, al admitir personalmente haber dado la orden a Valentina para envenenarlo, su declaración constituyó una confesión dentro de una investigación criminal. Con esta prueba reina, a la policía le resultó mucho más fácil continuar con las respectivas pesquisas.
Al mismo tiempo, Andrés envió gente para colaborar con la exhaustiva investigación policial y descubrieron que, en la casa de los Martínez, habia una sirvienta que había visto con sus propios ojos a Valentina poner algo sospechoso en la sopa de Víctor.
Por seguir el principio de no meterse en lo que no era asunto suyo, aquel sirviente no dijo nada
al respecto.
Ahora que todo había salido a la luz, y como Valentina hacía ya tiempo que había roto todo vínculo con la familia Martínez, cuando la policía la interrogó, ella lo contó todo.
La noticia enseguida llegó a oídos de doña Ximena, y esta se enojó muchísimo.
–
-¡Esto es demasiado! ¡En verdad demasiado! Pensé que solo había perdido la razón por un momento y que había sido manipulada por gente mala, creí que en el fondo no era una mala persona. ¡Pero nunca imaginé siquiera que se atreviera a envenenar a su propio padre adoptivo!
exclamó furiosa mientras las lágrimas turbias rodaban por sus ojos nublados.
-¿Cómo pudo pasar todo esto? ¡Qué malvada mujer!–, gritó y lloró doña Ximena.
Patricia, con una expresión sarcástica, se sentó al borde de la cama de hospital de doña Ximena. -Mamá, te lo dije desde hace mucho tiempo, Valentina tenía malas intenciones, pero tú nunca quisiste escucharlo.
Desde la época en que Valentina se ensañaba con Luisa y de vez en cuando le hablaba mal de ella al oído a doña Ximena, Patricia ya le había advertido que Valentina no albergaba buenos sentimientos en su corazón, pero esta terca no quiso prestarle atención.
La verdad era que a doña Ximena no le caía bien Patricia.
Los frecuentes conflictos entre suegra y nuera existían desde la antigüedad, incluso en familias de un alto estatus.
En los primeros años, cuando Víctor le fue infiel doña Ximena despreciaba a la amante, pero eso no le impidió culpar también a Patricia.
A su parecer, Basilia era una mujer inmoral que había seducido por completo a un hombre casado, y por lo tanto, no era una buena persona.
Pero que Patricia no hubiera podido controlar a su proplo marido esto también le pareció un signo de debilidad.
De hecho, en aquel entonces, doña Ximena culpaba más a Patricia por la infidelidad de Víctor. Ante los ojos de doña Ximena, Víctor simplemente había cometido el error que todos los hombres solían cometer.
Cuando Basilia llegó embarazada, Patricia incluso quiso lanzarse por la ventana. En verdad no
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tenía ni la compostura ni las habilidades necesarias de una señora de familia adinerada. Solo sabía hablar de suicidio y nada más.
Despreciaba a Patricia, y despreciaba aún más a Basilia.
Patricia había sentido desde hacía mucho tiempo que doña Ximena no la quería.
Durante todos esos años, solo habían mantenido una paz superficial por las apariencias.
Ahora que doña Ximena había terminado hospitalizada por un infarto provocado por la rabia, Patricia iba de vez en cuando al hospital a visitarla. En apariencia era una mujer atenta, pero en el fondo no le importaba en lo absoluto si doña Ximena vivía o moría.
Solo con la muerte de doña Ximena podría ella comenzar, por fin a tener, una vida tranquila y
feliz.
No era maldad, era algo normal.
Por eso fue Patricia quien le contó personalmente a doña Ximena envenenado a Víctor.
que
Valentina había
Después de desahogarse, gritar insultos y llorar con rabia, doña Ximena terminó echándole por completo la culpa a Patricia.
-¡Mira a la hija que criaste!–, reclamó con dureza doña Ximena. -¿En qué la convertiste todos estos malditos años?
-Je, je.- Patricia se rió con furia. -Sí que sabe zafarse de la responsabilidad, ¿no? ¿No estuvo Valentina más tiempo con usted? ¿No era su nieta favorita?
Ya que las cosas estaban en ese punto, Patricia no pensó seguir fingiendo. Le contestó directamente en la cara.
-¿Está diciendo que fue culpa mía que ella terminara de esa manera?–, preguntó doña Ximena, furiosa.
-Usted sí que sabe criar niños.- Patricia habló con cierto sarcasmo. -Crio a un Víctor, luego
a una Valentina. Cada uno más “brillante” que el otro.
¡No hables de ellos…! – doña Ximena de la rabia casi no podía respirar.
De pronto, se escuchó un golpe en la puerta.
Captulo 361
Era la hora de la comida; seguro era la sirvienta t
Patricia se recompuso y dijo: -Adelante.