Capítulo 38
Luisa seguía al equipo de rescate mientras se dirigían hacia afuera.
Catalina y Fernanda también llegaron rápidamente.
Fernanda corrió unos pasos y se acercó a Luisa, preguntándole con urgencia: -¿Qué pasó?
Luisa tenía la mente en blanco, su rostro mostraba una expresión algo atónita mientras respondía: -No lo sé, hace un momento Valentina me pidió que le enseñara a montar a caballo. Estaba montando bien, pero Relámpago de repente se descontroló, Valentina fue derrapada y parece que se ha lastimado bastante.
Catalina frunció el ceño y se quedó pensativa por un momento. -Relámpago pasa un chequeo médico regularmente cada mes. Hoy, antes de que lo trajeran, también se le hizo una revisión y todos los resultados estaban dentro de los parámetros normales. ¿Por qué se descontroló de repente?
Fernanda apretó los puños. -¿No será cosa de Valentina? Recuerdo que al principio solo
quería que Andrés le enseñara, y siempre te ha evitado. ¿Por qué de repente te pidió a ti que la enseñaras?
Catalina dijo: —El personal ya ha controlado a Relámpago y le han puesto un sedante. Luego le harán otro chequeo. Luisa, no te sientas culpable, esto no tiene nada que ver contigo.
Al escuchar esto, Luisa miró pensativa hacia la dirección por donde había desaparecido el equipo de rescate.
En su mente, recordaba la extraña sonrisa de Valentina antes del accidente.
Su instinto le decía que Valentina no estaba ajena a este asunto.
Pero…
¿Por qué lo habría hecho?
Al pensar en la mirada de Andrés hace un momento, Luisa sintió que comenzaba a encontrar
una respuesta.
Sin embargo, ¿Valentina no temía que esto pusiera en peligro su vida?
¿Estaba dispuesta a arriesgar su seguridad solo para crear una brecha entre Andrés y ella?
Era solo la segunda vez que se conocían y Valentina ya estaba dispuesta a poner en peligro su propia vida para tramar un plan en su contra.
Luisa estaba profundamente sorprendida.
Capitulo 38
¡Esa Valentina era una completa loca!
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En la ambulancia.
Valentina tenía el rostro pálido, los ojos llenos de lágrimas, y su aspecto era bastante
lamentable.
Con voz suplicante, se dirigió a Andrés, que estaba a su lado: -Hermano, me duele mucho…
Andrés la consoló con voz suave: -Ya casi llegamos al hospital, veremos qué dice el médico.
Valentina dejó caer las lágrimas y, con voz débil, sollozó: -De verdad me duele mucho. En el momento en que caí del caballo, me dio mucho miedo. Hermano… me daba miedo no volver a
verte…
Agarró con fuerza la mano de Andrés, llorando de manera intermitente: -¿Te he causado problemas? Snif snif… Hoy todos estábamos pasándola bien, pero ocurrió el accidente… Snif snif… Hermano, ¿soy un problema?
-No digas eso -Al escucharla, Andrés sintió una profunda pena en su mirada.
Después de todo, él había visto crecer a Valentina. Aunque no era su hermana biológica, la quería como si lo fuera.
-Vamos, no llores -Andrés le habló con voz suave, tranquilizándola –. Ya casi llegamos al
hospital.
Valentina sorbió la nariz, sollozando: -Si me consuelas, ya no me duele tanto…
Andrés le acarició suavemente la cabeza: -Sigues igual que cuando eras pequeña.
En el hospital.
El médico le hizo una radiografía a Valentina y le realizó varias pruebas.
Sus lesiones no eran muy graves: fractura en el cóccix, daño en los tejidos blandos, una ligera dislocación en el codo y varios moretones por el cuerpo. Afortunadamente, no había daño en los órganos internos.
El médico comentó que se trataba de una fractura estable y que, con un mes de tratamiento en el hospital, se recuperaría.
Después de la revisión y de que le aplicaron el tratamiento, la enfermera le puso una inyección para el dolor, y Valentina, que no paraba de quejarse, finalmente se calmó.
Luisa llegó al hospital y, al acercarse a la puerta de la habitación, escuchó la voz de Valentina y Andrés conversando.
Capitulo 38
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Valentina, con voz melodiosa, le decía: -Hermano, tengo el brazo enyesado, no puedo comer sola. ¿Me darías de comer, por favor?
Luisa se detuvo en seco.
Dudó por un momento.
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