Capítulo 41
Sin embargo, se descubrió una herida en la parte posterior del cuello del caballo, y se determinó preliminarmente que había sido causada por una aguja.
Esa ubicación de la herida solo podría haber sido alcanzada por alguien montado en el caballo.
Después de conocer este resultado, Andrés nunca más volvió al hospital a ver a Valentina.
La familia Martínez le asignó a Valentina una enfermera de primera categoría, y la niñera le llevaba las tres comidas al día puntualmente.
Andrés pasaba todos los días al lado de Luisa, acompañándola a probarse el vestido de novia, a elegir joyas y a discutir los detalles del banquete de compromiso.
No importaba cuánto gritara Valentina, él no volvió al hospital.
Cuando Valentina se cayó del caballo, Luisa pensó que su compromiso con Andrés podría haberse suspendido.
Luisa no esperaba que Valentina, con sus intrincadas maquinaciones, terminara siendo una especie de “ayuda divina“, pues no solo no causó que Andrés se sintiera molesto con ella, sino que aceleró su declaración de amor.
Después de esa noche, Luisa también comenzó a sentir simpatía por Andrés.
Aunque no podría decir que lo amaba mucho, ni mucho menos que sentía amor por él.
Después de la fallida relación con Carlos, Luisa no podía enamorarse rápidamente de otra
persona.
Pero ser creída incondicionalmente, ser favorecida sin reservas, no era algo que no la
conmoviera.
…
La fecha del banquete de compromiso ya había sido confirmada.
Sería el quince del próximo mes.
Ahora era principios de octubre, por lo que quedaba poco más de un mes.
Ese día, Andrés acompañó a Luisa a comprar ropa en una tienda de alta gama.
En la sala VIP.
Luisa y Andrés estaban sentados en el sofá, observando a algunas modelos, de cuerpos
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similares al de Luisa, desfilar con las prendas de la nueva temporada frente a ellos.
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-Ese vestido de color azul claro está bonito -dijo Andrés acercándose, susurrando al oído de
Luisa.
-A mí también me gusta ese–asintió Luisa-. Y esa chaqueta color marfil también se ve muy
bien.
En ese momento, el celular de Luisa sonó dos veces.
Ella sacó su celular y lo abrió.
Andrés giró la cabeza, respetando su privacidad y sin mirar su celular.
El mensaje contenía varias fotos.
Luisa las fue viendo una por una.
Eran fotos de Carolina y Carlos juntos.
Por el fondo, parecía que estaban en Sierra Azul.
Al instante, Carolina envió otro mensaje de texto.
[El lugar al que él no quería ir contigo, yo vine en tu lugar. Sierra Azul es muy bonito, una lástima que tú no puedas verlo.]
Luisa rodó los ojos.
¿Acaso ella estaba muerta? ¿Cómo es que no podía verlo?
Durante los tres años que estuvo con Carlos, Luisa era una trabajadora de 9 a 6, esperando esos pocos días festivos para poder viajar.
Temía viajar sola por cuestiones de seguridad, así que prefería que Carlos la acompañara.
Lo de ir a Sierra Azul le atraía porque siempre había viajado al extranjero y no había visitado los destinos más populares dentro del país en los últimos años, por lo que sentía curiosidad.
Ahora, donde sea que quisiera ir a pasear, ya no era un problema.
Luisa no respondió.
Pensó en bloquear a Carolina, pero luego cambió de idea.
Todo lo que hacía Carolina le parecía divertido.
Quería ver qué más sería capaz de inventar,
Decidió dejarla como una especie de “mascota electrónica“.
Pensando esto, guardó el celular.
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Carolina estaba recostada en los brazos de Carlos mientras enviaba esas fotos que había seleccionado cuidadosamente y editado meticulosamente.
Carlos la abrazaba y observaba mientras ella enviaba las fotos a Luisa.
Estaba esperando ver la reacción de Luisa al recibir esas fotos.
¿Se enojaría mucho?
¿Se pondría celosa?
¿Entonces no podría evitar contactar con él para discutir?
Ya llevaba varios días sin comunicarse con Luisa.
Así que, cuando Carolina envió esas fotos frente a él, Carlos no lo impidió.
También quería ver cómo Luisa se pondría celosa, deseaba que fuera Luisa quien lo contactara para hacer las paces.
Sin embargo, el mensaje de Carolina fue enviado, y pasó mucho tiempo sin que Luisa respondiera.
-¿Será que me bloqueó? -murmuró Carolina en los brazos de Carlos. No puede ser, hubiera bloqueado, el mensaje no se habría enviado.
Carlos, buscando una excusa para Luisa, respondió: -Probablemente no lo ha visto.
Sí, seguro que no lo había visto aún.
Si lo hubiera visto, no podría haber permanecido indiferente.
Hasta la noche siguiente, Luisa no había respondido.
Carlos ya no pudo más.
si me
Aprovechando que Carolina no estaba cerca, sacó su celular con una expresión sombría y llamó
a su asistente.
-Investiga la dirección de la casa de Luisa.