Capítulo 51
Después de que Luisa se fue, él pensaba en ella día y noche.
Pues qué ridículo.
Después de su partida, se dio cuenta de que la persona que realmente amaba era a Luisa.
Pensó en todo lo que había dicho antes, cómo había descuidado de esa manera a Luisa por Carolina, e incluso había dicho muchas cosas crueles. El corazón de Carlos se volvió a estrujar.
De repente recordó que Luisa siempre había querido casarse con él.
Pero él le había dicho muchas palabras hirientes, entre una de estas que no podía casarse con
ella.
¿Y si hubiera querido casarse con ella?
¿Luisa había regresado?
Al pensar en esto, los ojos de Carlos de repente se iluminaron.
Si pudiera casarse con él, convertirse en nuera de la familia Rodríguez, ¡tal vez Luisa aceptaría
reconciliarse con él!
Al día siguiente, Luisa se levantó temprano y llevó a su cliente al Instituto de Seguridad Social para realizarle el reconocimiento del accidente laboral, y fue cerca del mediodía cuando tomó
un taxi de regreso a la firma.
El conductor del taxi llegó a la calle donde se encontraba la firma.
-¿Qué pasó al frente? ¿Por qué hay tanta gente? -murmuró el conductor. Luego se giró hacia Luisa y le dijo: -Muchacha, no puedo avanzar más, ¿por qué no te bajas aquí? Total, no está tan lejos, puedes caminar un poco.
Luisa estiró el cuello y miró hacia adelante a través del parabrisas del auto, y vio que la calle estaba completamente bloqueada por la multitud.
Qué extraño, por lo general no había tanta gente en esta calle, ¿qué habría pasado hoy?
Luisa pagó y abrió enseguida la puerta del taxi para bajar.
Cuanto más caminaba, más se daba cuenta de que algo no estaba bien.
El lugar donde la multitud se había reunido parecía ser la firma de abogados Consultores Legales Rivera.
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Un mal presagio se apoderó de ella, y aceleró de inmediato el paso hacia la firma.
De repente, la multitud explotó en una serie de gritos desesperados, y aquellos que mirando la escena se dispersaron como aves espantadas, creando un caos total.
Una jovencita corrió hacia Luisa y la chocó de frente.
estaban
-¡Perdón!-La jovencita llena de terror, rápidamente se disculpó y, sin pensarlo, intentó correr de nuevo.
Luisa la agarró del brazo. -¿Qué está pasando aquí?
-No vayas, hay problemas en la firma, ¡puede que haya muertos! ¡Corre! -Después de decir esto, la jovencita echó a correr.
Luisa se malhumoro al escuchar sus palabras y comenzó a correr hacia la firma.
Cuando estuvo cerca de la puerta, oyó a alguien gritar furioso, alguien llorando y otros gritando desesperados.
Las voces se entremezclaban.
El corazón de Luisa dio un vuelco.
La multitud ya se había dispersado.
Corrió sin obstáculos hasta la puerta, y su corazón dio un fuerte latido.
La escena frente a ella era en realidad espeluznante y aterradora.
Tomás, el abogado con quien compartía oficina, yacía en un charco de sangre, con una profunda herida en la cintura por donde la sangre seguía brotando a borbollones.
Un tipo, armado con un cuchillo, estaba descontrolado y apuñalaba a las personas al azar
dentro de la firma.
El tipo gritaba frenéticamente : -¡Que se todos vayan a la mierda, malditos abogados! ¡Uno tras otro quieren atacarme! ¡Vengan! ¡No, les tengo miedo!
-¡Si quieren matarme, que lo hagan! ¡Moriré pero los arrastraré conmigo!
-¡Ya no tengo nada que perder! ¡Un par de vidas más no me importa! ¡Hoy los voy a matar a
todos!
–¡Hoy voy a hacer que todos esos desgraciados abogados me acompañen al infierno!-El tipo seguía gritando.
Al ver a una abogada con tacones, levantó el cuchillo y corrió hacia ella.
Mariana, la abogada, corría despavorida mientras el tipo la perseguía.–¡Ayuda! ¡Por favor, no
Capitulo 51
me mates! ¡Tu caso no lo llevé yo, no tiene nada que ver conmigo, por favor, no me mates!
El tipo, fuera de sí, no le prestaba atención a sus súplicas.
El abogado que llevaba su caso ya había caído apuñalado.
Ahora, cegado por la rabia, el tipo apuñalaba a cualquiera que se le cruzara, sin importar si tenían relación con su caso o no.
Mariana, gritando desesperada, trató de correr hacia sus compañeros, buscando distraer al agresor para desviar su atención.
Tras ver a Tomás caer herido, la gente de la firma estaba aterrada, nadie se atrevía a enfrentarse al agresor.
3/3
Cuando Mariana estuvo a punto de ser alcanzada, Luisa, decidida, se quitó de inmediato los tacones y la chaqueta de traje, la arrojó hacia atrás y en un acto de valentía corrió con todas sus fuerzas en dirección al atacante, tan rápida como el viento, veloz como un rayo.
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me mates! ¡Tu caso no lo llevé yo, no tiene nada que ver conmigo, por favor, no me mates!
El tipo, fuera de sí, no le prestaba atención a sus súplicas.
El abogado que llevaba su caso ya había caído apuñalado.
Ahora, cegado por la rabia, el tipo apuñalaba a cualquiera que se le cruzara, sin importar si tenían relación con su caso o no.
Mariana, gritando desesperada, trató de correr hacia sus compañeros, buscando distraer al agresor para desviar su atención.
Tras ver a Tomás caer herido, la gente de la firma estaba aterrada, nadie se atrevía a enfrentarse al agresor.
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Cuando Mariana estuvo a punto de ser alcanzada, Luisa, decidida, se quitó de inmediato los tacones y la chaqueta de traje, la arrojó hacia atrás y en un acto de valentía corrió con todas sus fuerzas en dirección al atacante, tan rápida como el viento, veloz como un rayo.