Capítulo 61
En ese preciso momento, Carolina parecía un perro miserable, solo podía enfurecerse sin poder hacer nada al respecto, ladrando hacia ella.
No tenía necesidad de discutir con Carolina, esto sería demasiado vergonzoso.
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El día del banquete llegó rápidamente.
La finca privada de la familia López.
Frente a la puerta, los vehículos no dejaban de llegar, todos eran autos de lujo.
Los invitados que iban y venían por doquier eran todos ricos o de alta sociedad, además de
personas como Carlos, que venían a hacer conexiones, y algunos grandes líderes de diferentes sectores, personas que Fernando había invitado personalmente con la intención de presentarlas a Luisa.
El ser abogado requiere tener una red de contactos muy amplia.
Luisa y Andrés llegaron temprano a la finca.
Fernando los estaba esperando muy puntual en la puerta de la villa principal para recibirlos.- Luisa, por fin llegas.
Fernando llevaba un traje blanco, con el cabello bien peinado hacia atrás.
La familia López tenía buenos genes; Fernando era un hombre de aspecto impecable. Cuando estaba en la escuela, siempre fue considerado el más guapo del campus, y las chicas nunca dejaron de perseguirlo como locas.
También era un mujeriego empedernido, cambiaba de novia más rápido que de ropa.
Luisa sonrió y lo saludó: -Primo.
-Han pasado tantos años, Luisa, sigues más bonita cada vez,-Fernando dijo con gracia, mirando a Andrés y bromeando, -Vaya, no me imaginaba que algún día te llamaría cuñado, jajaja. Vamos, di “primo” para escucharlo.
Andrés soltó un gruñido y lo observó con una mirada fulminante.
Fernando, fingiendo cierto desagrado, dijo: -Vaya, mira cómo te pones, siempre tan
orgulloso, ¿cómo no va a sufrir mi prima contigo?
Luisa, con los ojos brillantes, sonrió y le respondió: -¿Orgulloso? No lo creo, Andrés siempre
es muy amable conmigo.
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Fernando, haciendo una cara de incomodidad, dijo: -¿Ni siquiera están comprometidos y ya presumiendo de su amor? ¡Increíble!
Luisa conversó un rato con Fernando en la puerta antes de tomar el brazo de Andrés y entrar en la villa.
El vestíbulo del primer piso de la villa era el lugar principal para el banquete.
Había cantidad de invitados, la mayoría de los cuales Luisa no había visto antes.
Tan pronto como Andrés entró, las personas que querían hablar con él y hacerle favores comenzaron a acercarse una a una sin parar.
Entre ellos estaba, una pareja extranjera tenía un proyecto importante que discutir con Andrés y Fernando, por lo que iban a subir a la oficina en el segundo piso.
Luisa, entendiendo la situación, dijo: -No hay problema, vayan ustedes, yo me quedaré aquí a
mirar un rato.
Tan pronto como Luisa se sentó tranquila en el sofá, la ama de llaves de la familia González, Ana, se acercó muy amable.
-Señorita, hoy se fue tan apresurada que se le olvidó ponerse estos pendientes. La señora me pidió que se los trajera.—Ana llevaba en la mano un par de pendientes de perlas, los mismos que Luisa había elegido cuidadosamente para que combinaran con su vestido.
Luisa, al escuchar, se tocó la oreja de manera inconsciente y dijo: -Oh, mira, cómo pude
olvidar esto.
-Señorita, ¿el banquete aún no ha comenzado oficialmente, verdad?-Ana le ofreció respetuosa los pendientes.–Aún hay tiempo para ponérselos.
-Sí.–Luisa sonrió con amabilidad,-sabes aquí no hay espejo, Ana, ¿podrías ponérmelos, por favor?
-Claro.
Ana se sentó a su lado y, con movimientos suaves, le colocó los pendientes.
–Ahora se ve mucho mejor,-dijo Ana, sonriendo satisfecha al terminar.
-¿Luisa? ¿Qué haces aquí?-Una voz femenina, familiar y sorprendida, se escuchó de repente.
Luisa hizo mala cara y se giró.
Era Sofía, la madre de Carlos.
Detrás de ella estaba Carolina, vestida de gala.
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Luisa volteó con disgusto.
Sofía se acercó y se detuvo frente a Luisa, mirando a Ana y luego a Luisa con una actitud desdeñosa, y dijo con un tono despectivo: -Así que tu madre es niñera, ¿eh?
Ana llevaba un uniforme de ama de llaves, lo que hacía fácil identificarla.
Al oír esto, Ana enseguida lo negó: -No, señora, me ha malinterpretado. No soy la madre de Luisa, solo soy la ama de llaves de la familia González.
-Ajá.—Sofía soltó una risa burlona.–Sé que lo dices para no avergonzarte frente a los demás. Pero no sirve de nada mentir. Justo ahora vimos cómo le pusiste los pendientes, el gesto era tan cariñoso. ¿Quién va a creer que no eres su madre?
Carolina con burla también se tapó la boca y se rio entre dientes.-Jajaja, sí, ser ama de llaves no es precisamente un trabajo de prestigio. Yo también sentiría vergüenza si fuera tú.