Capítulo 66
Carlos fue echado por los guardaespaldas.
Sofía y Carolina esperaban afuera.
1/3
Sofía en ese instante estaba al borde de las lágrimas por la ansiedad. -Hijo, ¿qué vamos a hacer ahora? ¿Acaso hemos ofendido a la familia López? ¿Qué pasará pues con la inversión?
–
Carolina también estaba aterrada por lo sucedido. La familia López tenía un trasfondo tan poderoso, ¿se vengarán?
Carlos‘ no prestaba atención a nada.
Era simplemente como una marioneta, sin alma, caminando de manera mecánica, con una expresión vacía y sin vida.
La fiesta terminó enseguida y Andrés acompañó a Luisa de vuelta al departamento.
-Sobre lo de hoy…-Luisa se detuvo en la planta baja, dudando antes de hablar.
Andrés se paró justo frente a ella, le acarició un mechón de cabello y lo apartó detrás de su oreja. Su voz sonaba baja, claramente cargada de una profunda tristeza. —Él dijo que si le hubieras contado tu identidad antes, ahora tal vez ya estarían casados y serían felices. Yo reconozco que en ese momento me asusté, si tú…
-No hay “si“,–interrumpió Luisa, levantando la mirada para encontrarse con los ojos brillantes de Andrés.–Andrés, no te preocupes por lo que no ha sucedido.
-Y además…-La muchacha lo miró con una seriedad inusitada.–En realidad, nunca pensé en
casarme con Carlos.
Andrés abrió los ojos, sorprendido. -¿De verdad?
Luisa sonrió y contestó.—Sí.
El viento nocturno sopló, y Luisa se encogió de frío, pero sus ojos brillaban emocionados.- Antes no pensaba en casarme con Carlos, pero ahora, tengo muchas ganas de que llegue nuestro compromiso.
Andrés le quitó su abrigo y se lo puso sobre los hombros, luego la abrazó con dulzura. – Yo también tengo muchas ganas.
Carlos se fue del rancho, conduciendo solo, sin rumbo fijo.
Capitulo 66
2/3
Carolina manejó y llevó a Soffa de vuelta al hotel.
En el estacionamiento subterráneo.
Justo cuando bajaron del auto, alguien las golpeó con fuerza en la cabeza, dejándolas inconscientes y metiéndolas en un saco.
Cuando volvieron en si, se encontraron en un cuarto oscuro y ruidoso.
Carolina y Sofía estaban obligadas a estar de rodillas sobre una mesa de vidrio.
En el sofá de enfrente, un tipo tatuado con las piernas cruzadas las observaba.
El tipo sonrió con una expresión maliciosa.–Saben hoy estoy de buen humor. ¿Quieren acompañarme a tomar algo?
Sofía, acostumbrada a su vida de lujo, nunca había pasado por algo así, y de inmediato comenzó a maldecir al tipo tatuado.
El tipo tatuado sonrió y, levantando la barbilla, hizo una señal a uno de los tipos de negro.
El tipo de negro se acercó y le dio dos sonoras bofetadas a Sofía.
Sofía quedó aturdida.
Ambos lados de su cara le ardían de dolor.
Sofía se tapó la cara y miró al tipo tatuado furiosa. —¿Quiénes son ustedes? ¿Por qué nos trajeron aquí?
El tipo tatuado se metió un dedo en la oreja.–Shhh, ¿por qué hablas tanto, vieja? Si sigues tan parlanchina, ya te iras olvidando de esa esa lengüita inoportuna.
Dicho esto, sacó una navaja suiza y comenzó a jugar con ella entre los dedos.
Sofía, aterrada, no pudo evitar en ese instante que sus piernas temblaran y cerró la boca, temerosa de seguir hablando.
Carolina aún estaba presionada contra la mesa.
El tipo tatuado levantó una copa y la arrojó sobre Carolina.–Si se toman toda esta mesa de alcohol, las dejaré ir. ¿Qué dicen? Ah….
Sofía exclamó aterrada: ¡No aguanto tanto alcohol!
El tipo tatuado soltó un gruñido y dio la orden a sus tipejos de forzarlas a beber.
Sofía y Carolina fueron obligadas a beber grandes cantidades de alcohol, sin importar cuánto se resistieran.
Cuando ya no pudieron más, la mesa estaba vacía, y sus estómagos estaban hinchados como
sapos.
El tipo tatuado, sosteniendo la navaja suiza, con la fría hoja tocando la delicada cara de
Carolina, entrecerró los ojos.–Cuando estés afuera, ten más cuidado. No te metas con quien no debes.
Carolina temblaba, sus labios se movían con dificultad. Su rostro había perdido por completo todo color.
-¿Lo entiendes, verdad?—El tipo tatuado levantó la voz, haciendo que tanto Sofía como Carolina temblaran.
Con sus vidas en las manos de otros, Sofía y Carolina no tuvieron más opción que aceptar.–Lo entendemos.
¡Actúa rápido: el tiempo de bonificación gratuita se agota!