Capítulo 77
Luisa ni siquiera lo miró, se concentró en la pantalla de su computadora mientras trabajaba.- Emm, es normal demandarte por difamación si estás mintiendo ¿Qué tiene esto de
sorprendente?
Ricardo la míró desafiante. – Acaso ¿qué es lo que estoy difamando? La difamación es inventar hechos y difundirlos. Yo solo dije la verdad, ¿eso también es difamación?
-Ve a decirselo al juez,-respondió Luisa, sin inmutarse.
-¡Retira la demanda ahora mismo! Si no lo haces, verás lo que te pasa,-la amenazó Ricardo, furioso.
Aunque la difamación es un caso privado y requiere que la persona afectada lo denuncie.
Si el acusado comete un delito, puede ser castigado con prisión. ¿Sabias eso?
Ricardo era abogado, y si era condenado por un delito, perdería su licencia profesional y no podría seguir ejerciendo la abogacía, lo que significaría el fin de su exitosa carrera.
-¿Por qué tanta prisa? Lo mejor está por venir,-dijo Luisa con una sonrisa.
-¿Qué quieres decir con eso?
En ese momento, otra acusada, Mariana, irrumpió furiosa en la oficina.–¿Luisa, en serio me demandaste? Solo estaba chismeando un poco, ¿no es para tanto?
Luisa, con tono calmado, respondió: -Y ahora, se suma otra más.
Mariana acababa de recibir un mensaje del tribunal, informándole que su caso por difamación contra Luisa había sido aceptado y ya se había iniciado el debido proceso. No podía creerlo, y al ver la demanda y la notificación, se quedó sorprendida.
Finalmente, Luisa levantó la mirada y observó a los dos, quienes mostraban una actitud desafiante.–Siendo ustedes abogados, ¿no saben las consecuencias de difamarme con frecuencia? Si quieren destruir sus carreras, yo solo los seguiré por el camino que ya eligieron.
-¡No te atrevas!-Mariana quiso gritar, pero se detuvo de inmediato al recordar que si llegaba a ser condenada, su carrera se acabaría por completo. Así que reprimió su ira, cambió de expresión y adoptó una actitud más suave y humilde.
-Abogada Luisa, lo siento mucho, me equivoqué. Te pido disculpas por hablar mal de ti a tus espaldas. Por favor, retira la demanda, te lo ruego. Prometo que no lo volveré a hacer.
Luisa sonrió satisfecha.–Ya es demasiado tarde.
La miró con frialdad.–Te di una oportunidad. Ustedes me difamaron durante tanto tiempo, ¿
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alguna vez ustedes se disculparon? ¿Creyeron que, porque no me enojé, podían manipularme a su antojo? Pues ahora tendrán que enfrentarse a las consecuencias.
-Por favor, dame una oportunidad. Te juro que no lo volveré a hacer,-dijo Mariana, aterrada por la actitud de Luisa.
Ricardo, viendo que sus amenazas no estaban funcionando, decidió recurrir a la violencia.
Le dio una sonora bofetada a Luisa en la cara.
Luisa reaccionó con rapidez, esquivando el golpe.
-¿Tan desesperado estás? ¿Verdad?-Luisa se levantó de la silla.—¿No eras tan valiente cuando me insultabas?
Ricardo, furioso, maldijo y se acercó como perro rabioso para agredirla de nuevo.
En ese momento, dos policías uniformados entraron en la oficina.
-Ricardo, ¿verdad? Estás acusado de violación a una menor. Ven con nosotros.
Ricardo aún no entendía lo que pasaba, hasta que le pusieron las
esposas.
-¡Policías! ¡Debe haber un error aquí! Yo nunca violé a una menor, se han equivocado de persona,—dijo Ricardo, pálido y aterrorizado.
Luisa cruzó despreocupada los brazos, sonriendo de manera tranquila, y con tono relajado dijo: -Te lo dije, lo mejor está por venir.
Después de que Isabella renunció, una abogada senior del departamento de litigios, Josefa, ascendió al puesto de supervisora.
Josefa era una jefa amigable, honesta y muy competente en su trabajo, siempre trataba bien a sus subordinados y jamás les hacía la vida difícil.
Cuando asumió el puesto de supervisora, todos en la oficina la recibieron con gusto.
El arresto de Ricardo por parte de los policías fue tema de conversación en toda la oficina.
Muchos compañeros ansiosos le preguntaron a Luisa sobre el caso de Ricardo y la acusación de violación a una menor. Y Luisa, fiel a su principio de que “quien me hace daño no tiene buenos resultados“, no dudó ni un segundo en contar absolutamente todo lo que sabía.
-Ah, eso… Lo supe porque vi un mensaje de una niña en las redes sociales, pidiendo ayuda. Decía que estaba borracha y que la habían violado, pero no se atrevía a denunciar por miedo a que su familia o amigos lo supieran.
-Yo no pensé nada raro, solo quería ayudarla. Después, ella me mostró una foto de ese miserable tipejo que la había atacado… ¡Y era Ricardo! ¿Se imaginan lo que pensé cuando vi la foto? ¡Increíble! El gran abogado Ricardo, tan correcto, violando a una menor en un bar.
Capitula
-Yo la ayudé a denunciar y a conseguir pruebas. Para su fortuna, ella no se había bañado antes de pedir ayuda, así que la evidencia estaba intacta. Había restos de semen en su cuerpo, lo que facilitó la recolección de pruebas. Con eso, Ricardo tal vez será condenado.
-La niña solo tenía 16 años, ¡Ricardo es un monstruo!-Luisa explicó toda la situación y luego añadió: -Por respeto a la menor, no voy a revelar el nombre de la niña.
Al escuchar todo esto, los compañeros de trabajo se quedaron sorprendidos, muchos comentaron que “es difícil conocer a una persona por su apariencia” y comenzaron a llamar a Ricardo un hipócrita, un ser asqueroso y despreciable.
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