CAPÍTULO XXVII
Estefano tardó en dormir, se quedó abrazando a la mujer que era su vida. Deseaba poder matar una vez más al desgraciado, sabía que su mujer era deseable, maldita sea, había sufrido durante meses hasta que ella le permitió acercarse, y un idiota cualquiera una vez más había intentado forzarla. Pero él le había hecho pagar, no como le gustaría, porque no
tenía sótano, él gimió y Helena se despertó. Primero esperó, todavía tenía miedo de que ella lo rechazara. Pero en cuanto despertó, ella se acurrucó más en su cuerpo. Agradecido por eso, Estefano la abrazó y olió su cabello.
-Lo siento por lo que pasó, no creí que se encontrarían en algún momento, pensé que te
quedarías todo el tiempo en la habitación. Perdón.
-No fue culpa tuya, y Xavier me salvó, tuve miedo de que me arrastrara a una habitación, y
pensar que no pude gritar, en realidad me llené de pavor y no pude ni gritar, él me tocó, Estefano, y yo me quedé en silencio.
Helena entonces comenzó a llorar.
-Shhh, está bien, terminó bien y él pagó por su osadía.
-Tuviste que matar a un hombre por mí.
-Soy un asesino mucho antes de conocerte, desde hace mucho tiempo mis manos están
manchadas de sangre, lo bueno de mí solo está presente contigo, pequeña, nunca lo olvides. El maldito de Carlos sabía lo que estaba arriesgando cuando intentó ponerte las manos
encima.
-Gracias por ser bueno cuando estás conmigo, puede ser egoísta, pero es lo más importante para mí.
-No me agradezcas, escucha, volvemos a casa después del almuerzo, no veo la hora de estar en casa. Me gustan mis cosas, mi cocina y mi mujer en nuestra cama. ¿Me dejarás tenerte cuando estemos en casa? ¿Todavía estás dolorida?
-No lo estoy, pero en casa, ¿cierto?
-Estás temblando, ¿miedo?
-No llega a ser miedo, pero estoy aprensiva, los últimos dos días han sido difíciles, recuerdos dolorosos, y en la noche de la fiesta realmente me asusté con tu reacción.
-No te maltraté, pequeña…
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-No, pero tu mirada y el tono de voz me dieron escalofríos, me arrepentí de haber usado esa
ropa.
-Estabas perfecta, pero demasiado sexy y los celos para un hombre posesivo como yo tienen resultados terribles. Prometo siempre controlarme, y jamás levantarte la mano, no importa cuán descontrolado esté, pero no pongas a prueba mis celos, el jefe maneja eso mejor que yo. Su mujer tiende a jugar con los límites y siempre termina bien, pero no soy como él, vengo de una familia demasiado podrida para mantener el control.
-Lo siento, Ella me sugirió la ropa y no pensé que sería tan malo.
-Voy a hablar con ella sobre las sugerencias que te hace.
-Estefano…
-No la voy a amenazar, Xavier me arrancaría los huevos, y ella no tendría miedo de mí. Ahora
vamos a levantarnos y a desayunar.
-No quiero encontrarme con Xavier.
Estefano se puso tenso, imaginó que algo malo había sucedido, recordó que su jefe era un
enfermo, pero respetaba a las mujeres y sobre todo a la suya.
-Helena, ¿por qué?
-Me avergüenza lo que pasó ayer.
-No tienes de qué avergonzarte, la culpa no fue tuya. ¿Cierto?
-Pero no luché, ni siquiera grité. Él debe pensar que de alguna manera incluso lo animé.
Estefano podía sentir la angustia de Helena.
-Él no pensaría eso, y además, Xavier no tiene nada que ver con nuestra vida.
Él la besó despacio, con el objetivo de calmarla, pero el deseo fue fuerte, y su m*****o se
endureció de inmediato, Helena que estaba pegada a él lo notó.
-Dijiste que sería en casa.
-Ya no estás dolorida y estoy loco por hundirme en ti de nuevo. El desayuno puede esperar
después.
Aspiró el aroma de su cabello e intentó quitarle el camisón, pero ella sostuvo sus manos.
-¿No?
Helena solo empujó su pecho, Estefano inmediatamente cedió y se levantó.
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-¿Realmente tienes miedo de mí? ¿Es eso?
-No. Pero no quiero que me toques aquí en esta casa, solo… los recuerdos de ayer están
demasiado vivos, y los de Otávio revivieron.
* Punton
-No me gusta que me rechaces, pequeña, puedo soportar no tocarte por tu miedo, pero no
soy bueno con el rechazo.
-No te estoy rechazando, solo estoy pidiendo ir a casa, por favor.
-De acuerdo, voy a ducharme para que podamos bajar.