Ducha
Helena se quedó allí pensando en la información que acababa de recibir. De repente supo que su marido, el Cuervo, y su hermano eran temidos por casi todos. Hace un tiempo escuchó las historias de cuando el Silenciador y el Cuervo mataron sin ningún alboroto a 25 hombres, todos vigilados por los soldados mejores entrenados. Aun así, todos fueron murieron. La autoría del crimen solo fue descubierta por la firma en los cuerpos: CS, el Cuervo y el Silenciador.
Dios, eran mortales. Un escalofrío recorrió el cuerpo de Helena, pero inmediatamente recordó que esos hombres a los que mataron eran todos buscados por tráfico de mujeres e incluso de niños para prostitución. Ni el hermano ni el cuñado eran inocentes, pero sus víctimas tampoco lo eran. Y además, Estefano todo este tiempo nunca había mostrado interés en
atacarla de ninguna forma. Decidió dejar las angustias de lado y vivir su matrimonio.
Pensando en eso, se levantó y fue en busca de su marido, no podía quedarse atrapada dentro de la habitación como una mujer asustada.
Cuando bajaba las escaleras encontró a su cuñado que salía de una de las habitaciones. Por
un momento su mirada vaciló, pero recordó la promesa que le había hecho a Estefano y decidió cumplirla.
-¿Sabes dónde está tu hermano?
-Está afuera, en la parte de atrás.
Dios, si pensaba que la voz del marido era ronca, la de él lo era aún más. Quedó tan aturdida
que olvidó agradecer. Encontró a Estefano cortando leña. Se sentó cerca de él y se quedó observando el lugar y el trabajo de su marido.
Se sintió más protegida en esa casa de lo que jamás había estado en toda su vida. Estaba
con dos hombres altamente entrenados y uno de ellos la amaba.
Después de que Estefano terminó de cortar la leña, fueron a caminar por la propiedad.
Realmente era un lugar muy bonito y con pocas modificaciones; la mayor parte de la
naturaleza había sido preservada. Estefano, como siempre, no perdió la oportunidad de
abrazarla y besarla también. Sus caricias eran constantes, y Helena se sentía halagada por el
cuidado que él tenía con ella. Cuando regresaron al chalet ya estaba oscureciendo.
-Vamos a tomar un baño y prepararnos para cenar.
-Puedo hacer la comida si a Henrique no le importa.
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-Probablemente no le importaría tenerte en su cocina, siempre que la dejes limpia, pero él no come comida que no haya sido hecha por él, pequeña.
-¿Por qué?
-Lo siento, no puedo contarlo, pero tiene motivos plausibles para eso. Va a hacer arroz y acompañamiento para la carne asada. Su comida es excelente.
Realmente cuando pasó por la sala pudo sentir el buen olor que venía de la cocina.
Ya en la habitación fue agarrada en cuanto cerraron la puerta.
Sus besos estaban llenos de deseo, pero también de cariño.
-Ven a bañarte conmigo, ¿vamos pequeña?
-¿Agua caliente?
-Puedes dejar el agua a temperatura súper caliente si quieres, siempre que vengas a bañarte
conmigo.
Bajo la ducha ella fue enjabonada y él se encargó de lavar su cabello y peinarlo.
La erección de Estefano era visible, y una vez más ella fue agarrada por él y sus piernas
rodearon su cintura. Ella pudo sentir inmediatamente la extensión de su deseo.
Intercambiaron besos intensos, cuando finalmente su boca fue liberada, respiró
profundamente y lo llamó.
-¿Qué vas a hacer?
-Comerte, te extraño mucho..
-Dios, Estefano no puedes decir esas cosas.
-¿Por qué?
-Es que yo… No sé.
-Entonces déjame decir lo que quiera pequeña, te quiero. ¿Me vas a rechazar una vez más?
-No lo haré, confío en ti.
Él le dio una sonrisa cálida.
-¿Quieres ir a la cama?
Ella solo negó con la cabeza.
Entonces la besó nuevamente, con agua tibia cayendo sobre ellos, Helena pronto se relajó por
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completo. Cuando sintió el m*****o entrando en su interior, gritó, pues fue imposible contener el placer.
-No sabes lo maravilloso que es escuchar tu grito y saber que no estás con dolor o miedo, pequeña.
y ella
Ella aún intentó responder, pero la firme embestida que él dio no lo permitió. Él era alto pequeña, pero la pequeña incomodidad causaba no era nada ante el placer y el cariño que sentían el uno por el otro.
Estefano se sentía en el paraíso, adoraba estar dentro de ella. Nunca había tenido relaciones en la vida sin preservativo, y la sensación de piel con piel que antes le parecía repulsiva ahora
lo atraía como un imán. El sexo con Helena era maravilloso.
Él perdió la noción del tiempo, solo podía escuchar el sonido de la ducha y los gemidos de la
mujer que amaba, nada más importaba. Cuando finalmente ella alcanzó el placer, él deseaba
continuar por más tiempo, pero sabía que el agua podía dejarla adolorida y no quería de
ninguna manera lastimarla, así que se permitió llegar al clímax del placer.
Bajó sus piernas y la besó nuevamente, deseaba quedarse en el cuarto para cumplir todas las
fantasías que tenía ahora que ella ya no le temia. Pero necesitaban bajar para la cena.
Después de otra ducha fueron al cuarto a vestirse y Estefano notó que ella aún estaba tímida
al estar completamente desnuda frente a él, pues Helena solo soltó la toalla después de
haberse puesto la ropa interior, incluso con un conjunto blanco recatado ella era una
tentación.
-Voy a bajar con la toalla en la cabeza. No traje mi secadora.
Él llevaba puesto un pantalón n***o, pero se lo detuvo antes incluso de abrocharlo.
-Ni lo pienses, pequeña.
Ella lo miró de manera interrogativa.
-¿Quieres la verdad, Helena o una mentira piadosa?
-Estéfano….
-¿Y entonces?
-La verdad.
-Pequeña, te ves muy sexy con esa toalla en la cabeza, iré a buscar un secador para ti.
-Estefano, quien está abajo es tu hermano, dijiste que estaba segura con él.
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-Y reafirmo lo que dije pequeña, el celoso aquí soy yo, estoy celoso por ti. Mi hermano no te miraría ni un minuto más con segundas intenciones, arriesgaría mi vida en eso, pero soy demasiado posesivo, lo siento. ¿Puedo ir a buscar el secador?
-Puedes.
-¿Te vas a molestar conmigo por esto?
Helena incluso intentó enfadarse, pero no pudo, él nunca le prohibió usar faldas, shorts of
vestidos cortos, pero el cabello mojado y ahora descubrió que la toalla enrollada en ellos era
un problema.
-No lo haré, lo prometo.
Después de secarse el cabello y vestirse, bajaron a la sala.