Amor
Helena logró ocupar su mente con la conversación que tuvo con Ella y con el ruido insistente dé la peluquería. Luego fueron a buscar los muebles de Potira. Le compró una cama y un guardarropa de color blanco, un escritorio, e incluso un tocador. Mientras compraba, enviaba fotos a su hermana, quien quedó radiante por tener algo bonito y solo suyo. El padre no permitía esa libertad. Helena pensó que ella estaría triste por tener que estudiar en una escuela interna y venir a casa solo los fines de semana, pero la pecosilla lo adoro. Su hermana era llamada así porque tenía varias pecas en el rostro y el cabello de un rojo natural llamativo ayudaba a destacar las pecas. Siempre estudiaron en casa, ahora la hermana tendría la oportunidad de convivir con otras adolescentes y hacer amistades. Quién sabe, podría incluso traer una amiga a casa. Estefano se enfadaría, pero a Helena le gustaría tener
compañía.
Después de pasar por la casa de su madre y ayudar a su hermana a organizar parte de las maletas, regresó a su casa. La madre, doña Madalena, ni siquiera la miró. Helena no sabía por qué tanto desamor viniendo de ella. Cuando llegó, Estefano no estaba y su demora le causaba angustia. Estaba saliendo de la ducha cuando él llamó a su celular.
-Pequeña, ¿compraste todo lo que necesitabas?
-Sí, está todo organizado. ¿Dónde estás?
-Fuera de la ciudad. Tuve que cumplir órdenes. Lo siento.
-¿Cuándo vuelves?
-En dos días, voy a extrañarte y no podré llamar. Las cámaras de la casa fueron activadas. Y ya avisé a todo el personal de seguridad que nadie puede entrar.
-No puedes mantenerme aislada.
-No se trata de eso, necesito estar concentrado, y para eso necesito que
debo irme.
estés segura.
Ahora
Él colgó, sin decir que la amaba, y sin decir realmente dónde estaba. Helena se sintió engañada. Él había prometido que nunca la traicionaría, pero él era un hombre y siempre estaba rodeado de mujeres bonitas y experimentadas.
Fue imposible no llorar. Así pasó los dos días siguientes, deprimida. Helena estaba en el fondo de la casa tomando sol, cuando escuchó su voz. Ella estaba herida y no respondió.
Cuando él apareció en la puerta se dirigió hacia ella. Simplemente la tomó de la tumbona y
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fue hacia las escaleras.
-¿Qué vas a hacer?
-Casi no dormí en los últimos días.
Él la acostó en la cama, pero cuando fue a besarla Helena lo empujó.
Ella pudo percibir el momento exacto en que la tensión dominó su cuerpo.
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Estefano cerró los ojos. Los últimos días habían sido pesados. Y él había sido más una bestia
que un hombre, pero nada lo sacaba más de sus casillas que ser rechazado por su mujer.
-¿Qué demonios es esto?
–
–
No insultes.
No me rechaces, tonta. He estado dos días lejos de ti y cuando llego no quieres que me
acerque.
-¿Dónde estuviste?
-Cumpliendo órdenes.
Helena se levantó. Pero Estefano agarró su brazo.
-¿Qué hice? Te he extrañado y me recibes así.
-Desapareciste de repente por dos días.
-Necesitaba cumplir órdenes y lo que fui a hacer era necesario, tenía una deuda pendiente y necesitaba hacer mi parte.
-¿Estuviste con otra mujer?
Entonces él entendió.
-¿Crees que eso es lo que estaba haciendo? ¿Por eso me impides acercarme a ti?
-Tienes un cargo alto, y más dinero del que necesitas, puedes tener a la mujer que quieras.
-Te quiero a ti, recibí una bala en el pecho para hacerte mía, ¿de verdad crees que iría en
busca de una aventura?
-Me siento insegura, andas rodeado de mujeres experimentadas y bonitas.
-Ni siquiera cuando estaba soltero me involucré con las prostitutas del club. Esas mujeres
me repugnan. Cambian de cama como quien cambia de ropa y su olor me incomoda más de lo que puedo soportar. Tengo lo que quiero en casa, Helena. Te amo, nunca te traicionaría.
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Primero porque no tengo ganas, segundo porque te lastimaría y rompería tu confianza. Si hubiera sabido que conocer cuánto dinero realmente tenemos te haría sentir insegura, no te lo habría mencionado.
-Ni siquiera me dijiste dónde estabas, casi colgaste el teléfono sin despedirte de mí.
-Necesitaba concentrarme, tu voz me hace querer estar en casa. No era diversión, necesitaba resolver un problema de un socio de Texas, no podía posponerlo y era realmente urgente. Necesitas confiar en mí.
-Confío, lo siento, he estado sensible estos días. No sé por qué.
-Ven aquí. Me bafé y me cambié de ropa en la oficina, porque no pude hacerlo adecuadamente ayer, juro por lo que quieras que no estuve con nadie.
-No es necesario, te creo.
-¿Puedo besar a mi mujer?
-Claro,
-No me rechaces así de nuevo, me hace perder la cabeza
-No lo haré, lo prometo,
El beso comenzó calmado, estaban haciendo las paces
Pero esos días lejos de ella, lo dejaron con ganas de sentiria de todas las maneras.
-Desabrocha mi pantalón, pequeña, ahora voy a saciar la nostalgía. Después voy a cuidar
cada pedacito de tu cuerpo como te mereces.
Él estaba con el cabello amarrado y ella con el suyo suelto. Estefano quitó la goma de su
propio cabello.
Date la vuelta,
Con agilidad, el amarró el cabello de Helena formando una larga cola de caballo.
-De frente a mí, pequeña. Ahora toma el cabello y entrégamelo.
Después de cortarlo, seguía siendo largo y eso le gustó
-De rodillas, y abre la boca, Helena, quiero entrar.
Él estaba exortado y sabía que no duraría mucho tiempo, pero hoy no saldría más, podía pasar
el resto del dia en la cama con su mujer.
Mientras sujetaba el cabello de ella, él entró, y el calor de la boca femenina lo hizo gemir alto.
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-Usa la nariz para respirar. No voy a poder aguantar mucho.
Él rodeó su boca con el dedo, mientras hacía movimientos firmes, pero tuvo cuidado de no asfixiarla. Helena de rodillas frente a él lo dejaba embriagado. Saber que ella se entregaba a él, sin reservas y sin temor, era como estar en el paraíso, no necesitaba nada más.
-Pequeña, si quieres quitar la boca, el momento es ahora.
Pero Helena continuó, era un sabor extraño, pero no desagradable. Y verlo en ese momento tan relajado la dejaba ansiosa por más. Él apretó su cabello con la mano.
-Helena, si no quitas la boca no podrás escupirlo, tendrás que tragarlo, pequeña.
Ella obedeció, Y él le dio una sonrisa satisfecha.
-Buena chica, ahora es mi turno de hacer el amor contigo.
A él le gustaba estar con ella de una manera más firme. Creía que ni siquiera sabía ser realmente romántico, pero entendía que ella necesitaba cariño, y a él también le gustaban esos momentos más tranquilos.
La acostó en la cama y la hizo abrir las piernas, primero respiró profundamente en su intimidad, el olor le hacía la boca agua. Cuando era adolescente escuchó de algunos miembros de la tribu a la que pertenecia su difunto abuelo, que algunos hombres tenían una conexión sobrenatural con sus mujeres, que la conexión era tan fuerte que el olor de ellas los dejaba hipnotizados, nunca creyó en eso, hasta sentir el olor de esa región por primera vez. Nunca en su vida habla imaginado que seria tan bueno estar allí, cuando ella sintió el primer orgasmo la limpió completamente con su lengua. Cuánto le gustaba ese sabor.
-Te amo.
-Yo también te amo.
-Lo que tenemos es especial, no soy un buen hombre, pero no te traicionaré sin importar lo
que pase
-Gracias, por esa
-No agradezcas, creo que me volveria loco si sintiera el olor de otra mujer en mí, no podría, no después de estar contigo.
Y para probarlo, hizo el amor con ella de forma lenta, la besó en todos los lugares posibles. Quando al se sintió saciado, Helena se quedó dormida sobre su pecho.
Estefano sabia que necesitaba contarle su sospecha, pero no sabía si a Helena le gustaría, no fondes las mujeres estarian satisfechas de engendrar hijos con sangre indigena. Pero él
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conocía su cuerpo como nadie y comenzaba a notar los cambios. Si se confirmaba, se volvería loco de celos y preocupación. No se cansaría de hacer el amor con ella desnuda y llena de una hija o hijo suyo.