Capítulo 191
La cordura de Sebastián pendía de un hilo. Ver el auto de aquel hombre entrar al complejo residencial hizo que todas las piezas del rompecabezas cayeran en su mente como una cascada de revelaciones amargas.
-¿Desde cuando tiene dueño esta casa? -Su voz temblaba ligeramente mientras jugueteaba con su reloj de manera inconsciente.
José Alejandro se tomó un momento antes de responder, midiendo sus palabras.
-No hace mucho, tal vez un mes cuando mucho. -Hasta entonces, todos sabían que el Chalet Eco del Bosque había estado desocupado.
La mandíbula de Sebastián se tensó visiblemente.
-Un mes… -murmuró, apretando el volante hasta que sus nudillos se tornaron blancos.
Un mes. Solo un mes desde que tuvo que posponer su boda con Isabel, y todo se había venido abajo como un castillo de naipes. El recuerdo de aquel encuentro en los Apartamentos Petit lo perseguía como una sombra. Desde entonces, Isabel había desaparecido de ahí, como si se hubiera esfumado en el aire.
“¿Y ahora resulta que este tipo es el dueño de todo esto?“, pensó mientras un escalofrío le recorría la espalda.
La imagen de Isabel aparecía en cada esquina de su vida: en el asunto de Mathieu y Andrea, y ahora en el Chalet Eco del Bosque. No podían ser coincidencias.
José Alejandro carraspeó suavemente.
-¿Por qué no hablamos directamente con la señorita Allende? -sugirió con cautela-. Si está viviendo aquí…
El ceño de Sebastián se profundizó aún más, una vena palpitando en su sien.
-¿Hablar con ella? ¿Para que humille más a Iris?
José Alejandro guardó un silencio prudente. Las últimas semanas habían sido un desfile de humillaciones tanto para Sebastián como para Iris, cortesía de Isabel.
El teléfono vibró. En la pantalla brillaba el nombre de Marcelo Bernard. Sebastián lo ignoró, pero inmediatamente después, el celular de José Alejandro comenzó a sonar.
-Señor -contestó José Alejandro, la deferencia evidente en su voz.
-Pásame a Sebastián -la voz de Marcelo resonó imperiosa.
José Alejandro miró a Sebastián, quien finalmente tomó el teléfono con resignación.
-Padre.
-¿Otra vez en el Chalet Eco del Bosque? -El tono severo de Marcelo no dejaba lugar a dudas
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sobre su desaprobación.
Sebastián permaneció en silencio, la culpa y la rebeldía batallando en su interior.
-Veo que mis consejos te entran por un oído y te salen por el otro -continuó Marcelo, cada palabra cargada de amenaza velada.
-Hoy me reuniré con el heredero de los Blanchet -respondió Sebastián, el cansancio tiñendo cada sílaba.
-Ni te molestes.
El tono de desconexión resonó en el auto como una sentencia. Sebastián miró el teléfono con sorpresa, una inquietud creciente anidándose en su estómago.
Isabel flotaba en una bruma de sueño profundo cuando el insistente zumbido de su teléfono comenzó a infiltrarse en su consciencia. Con un gruñido, lo silenció y siguió durmiendo hasta que el reloj marcó las siete de la noche.
Al despertar, su pantalla estaba plagada de llamadas perdidas de números desconocidos. Mientras revisaba el registro, entró otra llamada.
-¿Bueno?-contestó sin pensar.
La voz de Sebastián, tensa como una cuerda de violín a punto de romperse, atravesó la línea.
Isabel inhaló profundamente, el sueño evaporándose de golpe.
-¿Qué no te cansas de aparecer como alma en pena? No me dejas ni respirar–se burló, alzando una ceja-. ¿Todas esas llamadas eran tuyas? ¿Pusiste a todo el Grupo Bernard a marcarme o qué?
-Ese hombre es el dueño del Chalet, ¿verdad? -cada palabra salía entre dientes apretados.
-¿Y eso a qué viene?
-Que me lo venda. El precio no importa.
-…-Isabel guardó silencio un momento, procesando la audacia de la petición.
La frustración de haber estado llamando toda la tarde sin éxito era palpable en la voz de
Sebastián.
-¿Vendértelo a ti? -Isabel se incorporó en la cama, una sonrisa burlona bailando en sus
labios.
-Sí, pagaré lo que sea.
Una risa despectiva escapó de la garganta de Isabel.
-No me hagas reír. Si pudo comprar todo Bahía del Oro, ¿crees que le interesan tus centavitos?
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Capitulo 191
La respiración de Sebastián se cortó al otro lado de la línea.
-¿Qué dijiste? -su voz temblaba de rabia contenida.
-Mira, Sebastián, seamos honestos -Isabel se acomodó mejor en la cama, saboreando cada palabra. La familia Bernard será la más importante de Puerto San Rafael, pero ¿de verdad
crees que tienes tanto como.crees?
El silencio que siguió fue ensordecedor.
-En Puerto San Rafael todos andan diciendo que eres el heredero más brillante de los Bernard -continuó Isabel, el veneno goteando de cada palabra-. Pero la verdad es que solo te tienen ahí porque tu mamá nada más te tuvo a ti. No había de otra.
