Capítulo 32
La noche envolvía los Apartamentos Petit mientras Sebastián descendía por las escaleras, sus pasos pesados resonando contra los escalones. Su mente era un torbellino de pensamientos oscuros, y la marca rojiza en su rostro palpitaba con cada latido de su corazón.
José Alejandro, quien lo esperaba en el vestíbulo, contuvo el aliento al ver el semblante pálido de su jefe y el golpe que decoraba su rostro. El aire entre ambos se volvió denso con la tensión del fracaso.
-¿Entonces la señorita Allende sigue sin aceptar?
“Un rechazo es una cosa“, pensó mientras observaba el rostro marcado de Sebastián, “pero llegar a los golpes…”
El temperamento explosivo de Isabel era bien conocido, pero esto superaba cualquier expectativa anterior. José Alejandro no podía evitar sorprenderse una y otra vez al pensar en lo
sucedido.
Sebastián le dirigió una mirada penetrante. El gesto fue suficiente para confirmar que, una vez más, había fracasado en su intento.
José Alejandro se pasó la mano por el cuello, incómodo.
-Con las mujeres hay que tener mano blanda, jefe…
Una risa amarga, cargada de ironía, escapó de los labios de Sebastián.
-¿Mano blanda? Con Isabel eso no sirve.
El silencio que siguió fue pesado. José Alejandro se quedó sin palabras. Con el temperamento de Isabel, ni siquiera los gestos más dulces lograrían doblegarla. Era una mujer que no se dejaba conquistar fácilmente.
Esa era la imagen que todos tenían de Isabel. No era particularmente habilidosa, pero su carácter era como una fortaleza impenetrable.
Los ojos de Sebastián se entrecerraron peligrosamente, un brillo calculador apareció en su
mirada.
-Necesito que investigues al hombre que ha estado rondándola últimamente.
-¿Un hombre? -Los ojos de José Alejandro se abrieron con incredulidad-. Pero señor, la señorita Allende siempre está sola. Si acaso, solo se le ve con la señorita Torres…
Según la experiencia de José Alejandro, ser amable con Isabel era describirla como alguien hogareña. Siendo más directo, era una mujer que apenas salía de su departamento, como si el mundo exterior no le interesara en lo más mínimo.
No era particularmente talentosa, pero su orgullo y su temperamento complicado la hacían casi inaccesible. ¿Cómo podría haber un hombre en su vida?
Capítulo 32
Si no fuera por la familia Galindo, probablemente ni siquiera Sebastián, el único hombre en su círculo cercano, estaría allí.
La mandíbula de Sebastián se tensó visiblemente. Sus dedos tamborilearon contra el costado de su saco.
-¿Estás insinuando que miento? ¿Después de lo que acabo de ver con mis propios ojos?
El recuerdo de Esteban atravesó su mente como un relámpago: esos ojos letales, ese rostro perturbadoramente familiar, la naturalidad con la que había empuñado el revólver…
-Tiene que ser alguien del bajo mundo.
La mente de Sebastián no dejaba de dar vueltas. Quería descubrir quién era ese hombre, qué tipo de persona en Puerto San Rafael se atrevía a desafiarlo así. No importaba quién fuera, lo destruiría sin piedad.
La mención del “bajo mundo” dejó a José Alejandro aún más desconcertado. Con el carácter de Isabel, era impensable que tuviera conexiones con ese tipo de gente.
La furia emanaba de Sebastián mientras se alejaba del edificio.
En el apartamento, el alboroto había terminado por despertar completamente a Isabel. La presencia amenazante de Esteban la mantenía alerta, sentada sobre sus piernas como
cuando era niña.
Parecía que Esteban nunca había dejado de verla como su pequeña hermana, como si en su corazón ella jamás hubiera crecido. Pero Isabel ya era una mujer adulta, aunque en sus brazos seguía sintiéndose protegida.
Sin embargo, el abrazo de ahora era diferente. Ya no existía ese cariño infantil de antes. Esteban emanaba un aura de peligro puro.
Isabel bajó la mirada hacia sus manos entrelazadas.
-¿No sería más fácil si simplemente me preguntaras lo que quieres saber?
“Maldito Sebastián“, pensó con amargura. Justo cuando había explicado todo, él lo había arruinado, como si sus palabras anteriores no hubieran significado nada.
-¿Lo estabas protegiendo?
Isabel negó con la cabeza.
-No es eso. Solo que… no quiero que este lugar, mi hogar de dos años, se manche de sangre.
El recuerdo de aquella noche, cuando tenía trece años, atravesó su mente como un cristal roto. La imagen de Esteban, su dulce hermano mayor, transformado en una bestia implacable mientras acababa con sus secuestradores. Fue entonces cuando comprendió que bajo esa sonrisa amable se escondía un depredador.
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Capitulo 32
Sabía que Esteban era capaz de matar. Lo había presenciado. Bajo su apariencia suave yacía un corazón sediento de sangre, como el de un lobo al acecho. Si Sebastián no se hubiera marchado, estaba segura de que Esteban habría cobrado una vida esa noche.
-En Puerto San Rafael no puedes andar por ahí rompiendo la ley.
-¿Desde cuándo mi pequeña Isa se preocupa tanto por la ley?
Isabel frunció los labios, conteniendo las palabras que amenazaban con escapar.
-Ya te expliqué por qué me comprometí con Sebastián. Solo… no quiero más muertes.
Uno puede tener enemigos, la venganza es comprensible, pero arrebatar una vida… eso era cruzar una línea que la aterrorizaba. A pesar de haber crecido junto a Esteban, el pensamiento de tener las manos manchadas de sangre la hacía temblar.
Esteban sintió la tensión en el cuerpo de su hermana. Sabía que aquel incidente le había dejado una profunda cicatriz en el alma. De no ser así, no se habría doblegado tan fácilmente ante las amenazas de la familia Méndez.
La frialdad en su rostro se derritió gradualmente al pensar en el miedo que ella debía estar sintiendo. Su expresión se suavizó, mostrando la ternura que reservaba solo para ella.
-Está bien, Isa. Seré un ciudadano modelo, si eso es lo que quieres.
La incredulidad bailó en los ojos de Isabel.
-¿Todavía tienes sueño?
Isabel negó con la cabeza. El sueño se había esfumado completamente después de semejante
escena.
-Entonces, ¡vámonos!
-¿lrnos? ¿A dónde?
Isabel miró instintivamente hacia la ventana. La oscuridad era absoluta afuera.
-¡Son apenas las seis!
En Puerto San Rafael, el amanecer siempre llegaba tarde, como si la ciudad misma quisiera mantener sus secretos ocultos en la oscuridad un poco más.
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