Capítulo 689
Después de que Paulina Torres enfermó de fiebre, se volvió especialmente difícil de tratar.
Insistió en que Carlos Esparza contratara a dos sirvientes más para la villa, cuando Julien llegó con el personal.
-¿Estás seguro de que los verificaste? -preguntó Carlos con un tono seco.
Julien asintió-. Tranquilo, son de confianza.
La cara de Eric todavía estaba hinchada, claramente había tenido un altercado serio con Julien. Al ver a Carlos, Eric lo miró con ojos llorosos, evidente de que se sentía muy agraviado. Pero Carlos no le prestó atención.
-Que alguien se encargue de ellos -le indicó a Julien.
Las mujeres, siempre tan delicadas. Antes, al ver a Isabel frente a Esteban, Carlos ya sabía que las mujeres eran frágiles. Tal vez por eso nunca había querido involucrarse demasiado con ellas. Incluso con alguien como Vanesa. Cada vez que salían a hacer algo, si se lastimaba un poco, hacía un escándalo. Todo se resumía en dos palabras: un lío.
Julien asintió-. Claro.
Fue entonces cuando Eric soltó-: ¿Todavía vamos a investigar si ella es una infiltrada o no?
Ya habían roto la tradición de no contratar sirvientes. Aunque Eric fuera lento, ya se había dado cuenta de que Paulina ocupaba un lugar especial en el corazón de Carlos. Y Julien, al escuchar esa pregunta de Eric, se dio la vuelta y lo miró con una expresión de resignación.
Este tipo…
¿Todavía no aprendía la lección con la cara hinchada? Julien suspiró-. Carlos, lo que pasa es que…
En el momento en que puso la mirada sobre Carlos, Julien notó que Carlos miraba a Eric con una expresión algo oscura.
Julien se mordió el labio-. Escucha, el Dr. Lambert dijo que en Horizonte de Arena Roja falta gente, creo que Eric sería perfecto para el trabajo, ¿por qué no se lo sugieres al señor?
Por todos los cielos, eso era lo máximo que podía hacer por Eric. De verdad, ¿no sabe cuándo callarse? Si sigue aquí, tarde o temprano perderá la vida por su lengua suelta.
Sin embargo, cuando Eric escuchó que lo querían mandar a Horizonte de Arena Roja, se puso nervioso-: No, no, yo no quiero ir a ese lugar.
Julien-: ¡!!!
Los chicos necesitan salir y experimentar más.
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Carlos lanzó una mirada helada a Eric, quien tragó saliva, intimidado-: Creo que me necesitas más aquí, después de todo, no hemos confirmado si señorita Paulina es una infiltrada.
Julien-: …
¡Qué dolor de cabeza!
Esta vez, antes de que Carlos pudiera decir algo, Julien se adelantó, agarró a Eric del cuello y lo arrastró fuera-: ¡Lárgate, lárgate! ¿Acaso estás atolondrado?
No puede seguir hablando, si lo hace, de verdad se va a meter en problemas.
Eric-: No he bebido en tres meses.
Julien-: ¡Cierra la boca, tonto!
Es un verdadero tonto…
Julien se llevó a Eric.
Luego, un sirviente volvió a bajar diciendo-: Señor, la señorita dice que no quiere tomar la medicina.
-Fuerza a que la tome -respondió Carlos con un gesto de la mano.
Las mujeres, qué complicadas.
Sirviente-: La almohada ya está empapada.
Carlos-: …
No podía ser más complicado.
En la habitación, Paulina estaba tan aturdida por la fiebre que apenas podía mantenerse consciente, sus manos pequeñas aferrándose a las sábanas.
Carlos se sentó al borde de la cama, viendo cómo sus lágrimas pendían de sus ojos, dándole un aire lastimero.
Estaba frustrado.
Miró el medicamento que el doctor había dejado en la mesita de noche para aplicar sobre sus heridas; aún estaba sin abrir, claramente ella no había seguido las instrucciones para aplicárselo. Sin más opción, Carlos tomó el medicamento y lo abrió.
Luego fue al baño y se lavó las manos, buscando un par de guantes médicos en el botiquín.
Quizás el impacto de la noche anterior había sido demasiado.
Mientras le aplicaba el medicamento, Paulina se quejaba-: Me duele, no quiero.
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