Capítulo 690
A pesar del dolor, Paulina no dejaba de moverse inquieta.
Carlos no la tenia fácil. Con cierta firmeza, la sacó de entre las mantas y la abrazó con cuidado.
Quédate quieta.
El tono autoritario de Carlos hizo que incluso en su estado febril y confuso, Paulina instintivamente encogiera el cuello.
Al ver su expresión asustada, Carlos soltó un suspiro en silencio.
-Me duele…
Cuando Carlos le aplicaba el medicamento de nuevo, Paulina, con los ojos cerrados, dejó escapar un leve gemido.
Al escucharla, Carlos detuvo el movimiento de su mano.
Miró a Paulina, que seguía con los ojos cerrados, y murmuró para sí:
-Tan delicada.
A pesar de las quejas de Paulina por el dolor, Carlos tardó casi diez minutos en terminar de aplicar el medicamento.
Paulina sufría, y él tampoco lo pasaba bien.
Especialmente con Paulina retorciéndose en sus brazos todo el tiempo.
Después de terminar, Carlos la acomodó nuevamente entre las sábanas y luego tomó el medicamento oral para dárselo.
Como el personal de servicio había dicho, Paulina no quería cooperar para tomar el medicamento.
Lucharon durante bastante tiempo…
-Abre la boca -ordenó Carlos.
Con un tono imperativo que normalmente la habría asustado, esta vez Paulina simplemente se enrolló en las cobijas y rodó hacia el otro lado de la cama.
Carlos se quedó perplejo.
Observando cómo se resistía a tomar el medicamento, Carlos le sujetó el tobillo y la arrastró de vuelta.
Luego, le dio el medicamento a la fuerza.
Fue literalmente a la fuerza…
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Capitulo 690
Con la fiebre tan alta que tenía, si no le daba el medicamento para bajarla a tiempo, nadie sabía qué consecuencias podría haber.
Como Paulina seguía resistiéndose, parte del medicamento terminó derramándose sobre su
ropa.
Carlos, ya alterado por toda la situación, salió de la habitación con el cuerpo ardiendo.
Los empleados esperaban afuera con respeto, pero al ver la expresión en el rostro de Carlos, ninguno se atrevió a respirar fuerte.
Carlos les echó una mirada helada y les ordenó:
-Cámbienle la ropa.
-Sí, señor.
Después de dar las instrucciones, Carlos volvió a su habitación, y mientras se dirigía al baño, se despojaba de su ropa, dejándola caer al suelo.
Abrió el agua fría de la ducha y se metió bajo el chorro.
Maldita sea.
Esa sensación de pérdida de control no era fácil de manejar.
No fue hasta media hora después que Carlos sintió que el calor en su cuerpo comenzaba a disiparse.
Justo al vestirse, una voz se escuchó desde la puerta:
-Señor, ¿puedo pasar?
-¿Qué pasa?
Aunque su temperatura había bajado, su voz seguía teniendo un tono inusualmente ronco.
El tono peligroso de Carlos hizo que el empleado titubeara un momento antes de responder apresurado:
-La señorita no quiere cambiarse de ropa.
Carlos frunció el ceño.
-¡¿Qué?!
-No importa lo que digamos, no suelta la ropa.
El rostro de Carlos se oscureció:
-Córtenla con tijeras.
-¡¿De verdad?! ¿Está seguro?
¿Cortarla directamente? ¿Hablaba en serio?
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Capitulo 690
Carlos pasó una mano por su cabello húmedo,
En la habitación de Paulina, tal como el empleado había dicho, ella agarraba su ropa con
fuerza.
A pesar de su estado confuso, mantenía una defensa firme.
Era un pequeño bultito, pero con un sentido de autoprotección bastante desarrollado.
Carlos se acercó y la levantó en sus brazos, sintiendo la tela húmeda contra su pecho.
Ya estaba enferma, y si seguía con la ropa mojada, podría empeorar.
En su estado actual, ya era bastante delicada; si empeoraba, sería aún más difícil de manejar.
Carlos la sostuvo con firmeza.
-Suelta.
Le sujetó la muñeca, tratando de apartar sus manos de la ropa.
Pero Paulina no quería soltarla.
El tono de Carlos se suavizó un poco:
-Tranquila, tienes que cambiarte de ropa.
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