Capítulo 698
-¿Por qué no le pedimos ayuda al señor Allende para investigar? -propuso Bianca.
Aunque haya personas influyentes, en París no hay nadie que supere al señor Allende en poder.
Carla asintió con la cabeza.
-A estas alturas, solo podemos recurrir a tu hermano.
-¡Maldita sea! -exclamó Vanesa-. Si atrapo a ese desgraciado, ¡lo voy a castrar!
Este tipo no es un verdadero hombre. Tiene tanto poder que ni siquiera un hotel se atrevería a meterse con él, ¿y aun así no tiene el valor de hacerse responsable después de acostarse con una mujer? ¿Cómo puede huir de esa manera?
Carla, al escuchar la furia de Vanesa, no pudo evitar sonreír.
-¿No será que él huyó precisamente porque temía que lo castrases?
Bianca permaneció en silencio.
-iii–!!! -Vanesa se quedó sin palabras.
-No lo digas, pero puede que tengas razón -continuó Carla-. Si vio cómo trataste a Dan e Ingrid, seguro que ahora tiene aún más miedo de aparecer.
Vanesa frunció el ceño con frustración, como si hubiera tragado una mosca.
A propósito de Ingrid, Vanesa miró a Bianca.
-No te sientas culpable. De alguna manera, me salvaste la vida.
Anoche dormí como un tronco. Si realmente me hubieran atacado varios, habría querido destruir el mundo entero.
Una cosa es enfrentarse a varias personas, y otra muy diferente a una sola.
-¿Ah? -exclamó Bianca confundida.
-Anoche Ingrid planeó tenderme una trampa, organizando a un grupo para esperarme en el 808 del piso 65 -explicó Vanesa.
Por suerte, Bianca la había llevado al piso 66.
-¿Y quién es el poderoso que durmió contigo? En París, solo hay unos pocos con tanto poder.
-¿Esa desgraciada se atrevió a hacerte eso? -Bianca estaba indignada.
Carla también mostraba su enojo.
-Así que, en cierto modo, anoche me salvaste indirectamente -dijo Vanesa.
-¿Por qué no simplemente le disparaste hoy? -preguntó Bianca, visiblemente enojada. Lo que Dan había hecho en el pasado estaba mal, pero ahora su prometida se atrevía a meterse con
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Vanesa.
-Estuve a punto de hacerlo.
De haber apuntado a su cabeza, Ingrid no estaría en una habitación de hospital, sino en la
morgue.
-Llama a tu hermano.
En ese momento, el teléfono de Bianca sonó, y se apartó para contestar la llamada.
Vanesa también sacó su teléfono y llamó a Esteban Allende.
Apenas se conectó la llamada, escuchó a Julia decir: -¿Qué? ¿Céline Lambert está en el Gran Hotel Águila Dorada? ¿Estás segura?
Bianca había estado vigilando a Céline por Vanesa. Céline había sido realmente astuta esta vez, sabiendo que Vanesa estaba preocupada por su hermana, y aun así hizo esto. Si vas a engañar, al menos elige el momento adecuado. Lo que hizo Céline era casi como un fraude.
Cuando Esteban salió de la residencia de la familia Allende, vio el auto blanco de Yeray Méndez estacionado en la entrada. La ventana del conductor estaba completamente bajada, y su mano descansaba en el borde, con un cigarrillo encendido entre los dedos. En el suelo, junto a la puerta, había dos colillas de cigarro, lo que indicaba que había estado allí un buen rato.
Esteban estacionó su auto junto al de Yeray, bajando la ventana parcialmente. En ese momento, Esteban miró a Yeray con una expresión profunda y significativa.
-¿Esperas a Vanesa?
Los ojos de Yeray mostraron un destello de irritación al cruzarse con los de Esteban. Sin responder directamente a la pregunta, Yeray preguntó con voz calmada:
-¿Aún siente algo por Dan?
Esteban alzó una ceja.
-¿Qué quieres decir?
-En serio, no entiendo sus sentimientos.
Esteban permaneció en silencio. ¿No los entiende?
De hecho, no solo Yeray no comprendía la actitud de Vanesa hacia Dan. Ni siquiera Esteban, siendo su hermano, podría asegurar al cien por ciento que Vanesa realmente fuera tan despreocupada como aparentaba en lo que respecta a Dan.
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