Capítulo 699
Hace años, la muerte de Dan afectó tanto a Vanesa que casi la llevó al borde de la locura. En su desesperación, cambió de psicólogo varias veces hasta que, con el paso del tiempo, logró
recuperarse un poco.
Cuando se enteró de que Dan estaba en Las Dunas, dejó todo lo que tenía entre manos para ir a buscarlo. Pero Dan ya tenía prometida. Esa mujer, Ingrid, estaba indudablemente vinculada a la familia Ward.
Esteban miró a Yeray con profundidad: -¿Por qué de repente preguntas esto?
-Solo quería saber -respondió Yeray con indiferencia, como si realmente fuera una pregunta por simple curiosidad.
¿Pero tanto como para venir especialmente a confirmar si Vanesa todavía sentía algo por Dan? Esteban, con su aguda percepción, no podía creer las palabras casuales de Yeray.
Esteban soltó una pequeña risa: -A veces, los hombres deben actuar como verdaderos hombres.
-¡¡¡!!! -Yeray quedó atónito.
Esteban lo observó con una mirada insondable. Antes de que Yeray pudiera replicar, Esteban añadió: -Después de todo, cada cosa debe estar en su lugar.
Esa frase, “cada cosa en su lugar“, hizo que el ceño de Yeray se frunciera instantáneamente, sintiendo que Esteban parecía haberlo descubierto todo…
…
Esteban no dijo más y le indicó a Lorenzo que pusiera el auto en marcha. Se fue.
Yeray, con el rostro sombrío, se quedó inmóvil por unos segundos antes de darle una calada al cigarrillo que estaba a punto de consumirse.
-¿Cada cosa en su lugar? -murmuró-. ¿Realmente es posible?
Si esa mujer aún siente algo por Dan…
Pensar en Dan siempre le recordaba cuánto había afectado a Vanesa su muerte durante todos estos años. Ella había mantenido a raya a todos los hombres, mostrando claramente que Dan
ocupaba un lugar muy especial en su corazón.
Pero hoy, había golpeado a Dan de esa manera…
¿Cómo alguien que amaba tan profundamente podría simplemente dejar de hacerlo? ¿Por qué entonces lo había atacado hoy?
Yeray cerró los ojos, reflexionando.
El teléfono comenzó a vibrar, era Callum quien llamaba.
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15:30)
-Dime–respondió Yeray con frialdad.
Callum, al otro lado del teléfono, titubeó antes de hablar: -Joven amo, la señorita Allende está ahora en el Gran Hotel Águila Dorada.
¿Un hotel? No era de extrañar que cuando llegó no viera su auto en casa, lo que le hizo suponer que no estaba allí.
Con todo lo que había pasado hoy, Dan e Ingrid habían terminado bastante mal. Si Vanesa no había descargado toda su ira afuera, probablemente no tenía intención de regresar a casa.
Yeray masajeó sus sienes doloridas: -¿Qué hace en el Gran Hotel Águila Dorada?
-No lo sé.
-¿Está sola? -preguntó Yeray nuevamente.
-Esta vez sí está sola -respondió Callum.
Hoy había salido dos veces, ambas con un grupo de guardaespaldas para pelear. ¿Y ahora estaba sola?
Yeray encendió el carro, cortó la llamada con Callum y se dirigió directamente al Gran Hotel Águila Dorada.
Sin embargo, apenas había salido de la carretera principal de la familia Allende cuando recibió una llamada de un número desconocido.
-¿Hola?-contestó.
-Soy yo -Dan respondió con un tono lleno de ira.
Era obvio que Dan deseaba atravesar el teléfono y enfrentarse cara a cara con él.
A pesar de la evidente furia en la voz de Dan, Yeray soltó una carcajada: -Parece que esa chica no fue lo suficientemente dura si ya has despertado.
Le habían dicho que Dan estaba inconsciente en el hospital, pero de alguna manera ya estaba despierto.
Dan, casi al borde de una apoplejía por la rabia, gritó: -Yeray, ¡maldito! Dime la verdad, ¿fuiste tú anoche?
-¿Qué cosa?
-Ayer te casaste con Vanesa, ¡ni siquiera hicieron una boda! No me digas que ya estás durmiendo con ella.
Al mencionar esto, Dan no pudo contener su emoción.