Capítulo 700
-¿Vanesa, esa mujer, no era bastante lista? ¿Cómo puede fijarse en alguien como Yeray? -Dan pensaba, cada vez más indignado.
Yeray soltó una ligera risa al escuchar la respiración agitada de Dan-. Ella ahora es mi esposa, dormimos juntos. ¿No es eso razonable y legal?
-¿Entonces anoche realmente fuiste tú? -Dan rechinaba los dientes, su respiración se tornaba
inestable.
-Si, fui yo. ¿Y qué? -respondió Yeray, calmadamente.
-Yeray. -El grito furioso de Dan atravesó la línea telefónica.
Yeray continuó, con voz tranquila-: Anoche fui yo, no tú.
Dan, al otro lado del teléfono, casi se desmaya de la rabia por la actitud de Yeray.
-¡Maldito sea! ¿Te fuiste después de estar con Vanesa y me dejaste a mí cargar con las consecuencias? Yeray, eres un cabrón, no eres un hombre. ¡Espera a que te encuentre, te haré
pagar!
Nunca antes Dan había estado tan furioso. Deseaba poder arrancarle la cabeza a Yeray.
Yeray soltó una carcajada-. Vane sabe muy bien si soy un hombre o no.
-iii–!!!–Dan quedó en silencio.
Unos segundos después, se escuchó la voz de alguien junto a Dan, preocupado—: Señor, le dijimos que no puede alterarse tanto. Por favor, cálmese.
-¡Lárgate! -rugió Dan, atravesando la línea telefónica.
Luego se escucharon los gritos de Zack pidiendo un médico-: ¡Doctor, venga rápido! Nuestro señor se ha desmayado de nuevo.
Yeray colgó el teléfono, con una sonrisa satisfecha, y murmuró para sí mismo-: Ojalá no despiertes nunca más.
Para Yeray, Dan debería haber muerto hace años; así, al menos, seguiría siendo alguien limpio en el corazón de Vanesa. Ahora, ¿qué es esto? ¿Vivir solo para molestar?
En el Gran Hotel Águila Dorada.
Al llegar, Yeray intentó llamar a Vanesa, pero ella colgó después del primer tono. Volvió a llamar y encontró el teléfono apagado.
-Esta mujer… -murmuró Yeray, frustrado.
Mientras salía del carro, recibió una llamada de Oliver Méndez-: Hermano, por favor, no nos
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Capitulo 700
delates a los demás instigadores.
Oliver había averiguado que los tres hombres que jugaban cartas con Dan todavía no habían despertado.
-Sin agallas -replicó Yeray.
-Sí, sí, todos somos cobardes, pero tú eres un verdadero hombre… Oliver continuó-. Después de saber que tanta gente fue golpeada hasta quedar medio muertos, ¿aún te atreves
a admitirlo frente a Vanesa? Eres un verdadero hombre.
-¿Entonces ya viste a tu cuñada? -preguntó Oliver.
-No.
-Bueno, cuando la veas, por favor, cúbrenos -suplicó Oliver, con tono de miedo.
Yeray colgó, molesto por el tono cobarde de Oliver. Después de haber pasado por tantas situaciones sangrientas en Aviñón, aun así, Oliver no mostraba ni un poco de valentía masculina.
Al entrar al hotel, Dan volvió a llamar-: Yeray, no eres humano.
-¿Y tú quién eres? -Yeray se rio, respondiendo con agudeza.
Antes de que Dan pudiera replicar, Yeray lo interrumpió con más sarcasmo-: Cualquier persona normal no fingiría su propia muerte.
-Yo…
-Dan, algunas cosas no se pueden borrar con el tiempo. Lo que pasó, pasó. Esa medicina te la dio Héctor Meléndez, ¿verdad?
Al otro lado del teléfono, Dan guardó silencio.
-¿No sabías que ella casi se vuelve loca después de tu “muerte“? -Yeray enfatizó
irónicamente las últimas palabras.
Cuando la princesa Vanesa casi perdió la cordura, fue algo que todo París supo. ¿Cómo podría Dan decir que no sabía?
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