Capítulo 703
Vanesa no tenía ánimo para platicar con Yeray en ese momento.
Aunque Yeray era su esposo solo de nombre, lo que ocurrió la noche anterior le había dejado una espina en el corazón.
Y ahora, además, estaba esa maldita de Céline…
Empujó a Yeray con frustración: -Ay, cualquier cosa la hablamos después.
Sin esperar respuesta de Yeray, Vanesa salió disparada en dirección a donde había visto a Céline.
Esa condenada de Céline.
Si no la atrapaba hoy, quién sabe a qué base de protección de animales del desierto iría a esconderse después.
Yeray frunció el ceño, observando la figura apresurada pero cojeante de Vanesa mientras se alejaba.
Dudó un momento, pero finalmente decidió seguirla.
Céline tenía una habilidad impresionante para moverse con agilidad.
Y Vanesa no se quedaba atrás.
Finalmente, en un callejón sin salida, Vanesa logró acorralar a Céline, jadeante y con las manos en la cintura.
-Corre, sigue corriendo.
-Descarada, cuando estabas junto a Mathieu Lambert, solo sabías fanfarronear. No te había visto ser tan desvergonzada. ¿Qué pasa? ¿Te nació el gen?
Vanesa estaba furiosa al recordar cómo había sido engañada por Céline mientras buscaba a Isa, y ahora quería darle una paliza a esa traidora.
Céline sonrió con desdén: -¿Quién es la descarada aquí? Te ayudé a encontrar a la persona y ahora quieres que devuelva la recompensa. ¿Qué clase de lógica es esa?
-¿Qué persona encontraste tú? Fue mi hermano quien la localizó primero. Tú solo fuiste a dar una vuelta por Puerto San Rafael y luego huiste.
Vanesa estaba realmente enojada con esa situación.
¿Quién paga tan fácilmente? ¿Solo por un paseo se gana el salario?
Céline: -Pues, con tu hermano allí, ¿qué querías que hiciera? ¿Quedarme como un estorbo?
-No me vengas con cuentos, devuélveme las cosas. Habíamos acordado que traerías a la
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Capitulo 703
persona de vuelta
Era una recompensa considerable por encontrar a alguien.
Lo acordado era que trajera a la persona, y al final… ¿solo dio una pista y nada más?
Vanesa -Además, te llevaste mis cosas.
Vanesa se enfureció aún más al recordar eso.
Le había dado lo que correspondía y al irse, Céline se llevó algo. ¿Cómo podía ser tan descarada?
Céline: -No me llevé nada, lo recogí.
-¿Dónde lo recogiste? ¿No fue en mi habitación?
-Aun así, lo recogi yo.
Vanesa: -¡¡¡!!!
Que algo caído en su habitación desapareciera…
Al diablo con intentar razonar, ya no valía la pena.
Viendo la indiferencia de Céline, Vanesa, con el hígado hirviendo de ira, se lanzó contra ella sin pensarlo dos veces.
-Mujer, hoy te voy a destrozar.
Si Céline no le devolvía sus cosas, Vanesa estaba decidida a destrozarla.
La paciencia de Vanesa no era la mejor, y Céline, acostumbrada a lidiar con bestias salvajes, tampoco tenía un temperamento fácil.
Era trueno contra fuego.
Ambas se enfrascaron en una pelea feroz.
Un golpe aquí, otro allá, ninguna daba su brazo a torcer…
-¡Ugh! -Vanesa recibió un puñetazo en el pecho, el dolor le torció el rostro.
Al mismo tiempo, ella le propinó una patada en el estómago a Céline.
La pelea se tornó caótica.
De repente, un fuerte “¡bang!” resonó en la entrada del callejón, y dos camionetas bajaron a una docena de personas que se dirigieron directamente hacia ellas.
Y llevaban cosas en las manos.
La intimidante presencia hizo que Vanesa y Céline, quienes se estaban peleando a muerte, se detuvieran abruptamente.
La fuerza del enemigo era abrumadora, y Céline y Vanesa se miraron a los ojos.
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