Capítulo 731
-Yo… -dijo Mathieu, su voz temblando.
¿Qué tipo de felicidad era esa de la que le hablaban? No había manera de que pudiera estar contento. Sentía que iba a perder la cabeza.
Frente a la presión de Esteban, Mathieu no se atrevía a hablar.
-Compra el boleto y regresa -ordenó Esteban.
Mathieu se quedó en silencio.
Isabel también se quedó perpleja. ¿En serio?
¿Así de fácil?
Esto no era normal en Esteban.
El comentario de Esteban de “compra el boleto y regresa” no solo hizo que Isabel se sintiera intrigada.
Mathieu sintió un escalofrío recorrerle la espalda.
El corazón le latía acelerado al pensar en la situación. -No, no, no, creo que todavía tengo asuntos que no he terminado de resolver aquí. No es buen momento para regresar ahora —dijo, titubeando.
-¿Ah? -respondió Esteban, alzando una ceja.
-Es que son cosas importantes… Ah, me están llamando, tengo que irme -improvisó Mathieu apresuradamente.
Madre mía, estaba claro que si regresaba, Esteban lo destrozaría.
Antes había deseado volver lo más pronto posible, pero ahora no se atrevería ni en sueños.
Mejor quedarse en Horizonte de Arena Roja lidiando con tormentas de arena que enfrentar la furia de Esteban.
Sin esperar a que Esteban dijera más, Mathieu colgó el teléfono de inmediato.
El sonido del tono de llamada terminó, y Esteban miró a Isabel que fruncía el ceño y hacía pucheros.
Esteban la atrajo hacia sí, riendo suavemente cuando sus miradas se encontraron.
-¿Lo creíste? -preguntó él.
-Para nada -respondió Isabel.
No era tan ingenua.
La relación entre ella y Esteban era algo que otros no podían entender, y las torpes maniobras
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de Mathieu no tenían ninguna posibilidad.
Esteban soltó una risita. -Me alegra que no.
Y la besó.
Isabel, retorciéndose un poco, preguntó: -¿Y si Mathieu regresa, no vas a… hacerle algo, verdad?
A pesar de que Mathieu era fastidioso, el castigo de Esteban era severo.
-¿Crees que se atrevería a regresar ahora? -Esteban sonrió con una mezcla de desafío y diversión.
-¡No, claro que no! -exclamó Isabel, sorprendida.
Estaba claro que no se atrevería.
Si Mathieu realmente tuviera el valor de regresar en ese momento, Isabel tendría que admitir que era todo un valiente.
Más tarde, cuando ambos ya estaban en la cama, Isabel se acurrucó contra Esteban.
-Ese tal Yeray, ¿es realmente el hombre de la otra noche?
-Sí–respondió Esteban con firmeza.
-¿En serio? -Isabel no podía creerlo.
De verdad se atrevió a hacer eso.
¿No le preocupaba que su hermana lo matara?
Dan ya estaba en el hospital en la UCI por algo parecido, e Ingrid también había sido golpeada.
Si Yeray se atrevía a algo así, Vanesa lo haría pagar aún más caro.
-¿Y qué piensa tu hermana? -preguntó Esteban, esquivando la respuesta directa.
Yeray ya había admitido todo frente a él, así que era obvio que también lo haría delante de Vanesa.
Pensar en lo que Yeray había hecho provocaba una sonrisa en los labios de Esteban.
Nadie que conociera a Yeray hubiera esperado que se atreviera a algo así.
-Mi hermana no lo cree -dijo Isabel.
En cambio, estaba furiosa con Dan por ser el líder de Lago Negro y decía que iba a regresar para acabar con él.
Ahora Vanesa estaba tan cegada por el odio hacia Dan que ignoraba completamente la audacia de Yeray.
Incluso pensaba que Yeray estaba tomando la culpa por alguna razón.
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Capitulo 731
-¿Tú crees que Yeray realmente está encubriendo a Dan? -preguntó Esteban.
-No parece ser el tipo de persona que haría eso.
-Tampoco lo creo -concedió Isabel, todavía desconcertada por la situación.
Vanesa parecía convencida de que Yeray estaba encubriendo a Dan, pero Isabel no entendía por qué.
-No te preocupes por ellos, vamos a dormir -sugirió Esteban.
-Está bien–contestó Isabel, sintiéndose incapaz de intervenir.
Esteban acarició suavemente la cabeza de Isabel mientras pensaba en lo que había dicho
antes.
Vanesa pensaba que Yeray estaba encubriendo a Dan…
Era una lógica extraña.
El verdadero culpable estaba hospitalizado, mientras que el verdadero autor era visto como
inocente.
Paulina, por su parte, había pasado la tarde bajo la protección especial de Eric, soportando el
viento frío.
Aunque la situación había mejorado un poco, esa noche terminó con fiebre alta.
El médico la visitó en la villa, pero no pudo bajarle la fiebre.
Carlos, preocupado, decidió llevarla al hospital a mitad de la noche.
Al pasar por una habitación, escucharon un fuerte golpe seguido de un grito de ira masculina.
-¿Cómo puede confiar tanto en Yeray? ¿Por qué confía tanto en él? -se escuchó la voz de
Dan.
Zack intentaba calmarlo. -Señor, por favor, cálmese. No debe alterarse en su estado.
Desde que supo sobre la actitud de Vanesa hacia Yeray, Dan había entrado en un estado de locura.
No podía aceptar que Vanesa confiara tanto en Yeray.
Vanesa no había golpeado a Yeray, y eso era lo que llenaba de rabia a Dan.
-¿Por qué Vanesa no fue a golpear a Yeray? ¿Por qué no lo hizo? -gritaba Dan, lleno de rabia.
Al escuchar el nombre de Vanesa, Paulina, que había estado recostada en los brazos de Carlos, se puso alerta y se agarró de su camisa.
-¿Te sientes mal? ¿Quieres vomitar? -preguntó Carlos, preocupado, al mirar a la pequeña figura que tenía en brazos.
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-Espera, déjame escuchar -pidió Paulina, esforzándose por prestar atención.