Capítulo 755
Sin embargo, cuando Isabel, con esa carita de pena, le jalaba la ropa y le decía que extrañaba a su hermano…
En ese entonces, Vanesa ni se inmutó y no permitió que ella se comunicara con Esteban.
Ahora, enfrentando a Paulina, ¿quería que se le ablandara el corazón? Ni de chiste.
Vanesa se soltó el vestido, quitándoselo poco a poco de las manos de Paulina.
-Nada de eso, no se puede.
-¡Amigui~! -soltó Paulina, con voz suplicante.
-No sirve de nada que te pongas así.
Vanesa resopló y, dándose media vuelta, subió directo al helicóptero.
Miró hacia atrás, donde Paulina seguía parada, con esos ojos de cachorro triste. Vanesa pensó, fastidiada: “Esta niña, cuando se pone a suplicar, es igualita a Isa“.
Aunque, en el pasado, ni siquiera Isabel logró que cambiara de opinión.
Ahora, con esta situación que podría afectar a Dan, mucho menos iba a dejarse convencer.
-¿Pues te subes o no?
-Yo… titubeó Paulina.
-¿Extrañas a Carlos? Pero si casi ni se conocen, ¿o sí?
Apenas llevaban unos días de haberse topado. ¿Ya tanto drama?
Las palabras de Vanesa le calaron a Paulina.
Cierto, apenas y conocía a Carlos, pero hacía tres días, allá en el mar, lo primero que hizo fue pensar en llamarlo.
Solo porque no pudo comunicarse con él, terminó marcándole a Isabel.
Fue casi un reflejo, algo que ni pensó demasiado.
-Órale, apúrate, ¿vas a venir o no? -Vanesa ya estaba perdiendo la paciencia.
Seguro que Carlos ya iba en camino. Vaya enredo. Si lo hubiera sabido, ni le habría marcado.
¿Para qué tanto rollo con tanta tecnología? Mejor, al volver, podría aprender un par de trucos chuecos de Céline Lambert y robar lo que necesitaba, así de simple.
-Sí, sí, ya voy.
Después de que Vanesa le explicó la situación de su mamá en Lago Negro, a Paulina se le acabaron las ganas de hacerse la delicada.
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Subió de inmediato al helicóptero.
Por otro lado, en cuanto Carlos supo dónde estaba Paulina, le dijo a Julien:
-Llama a Kevin. Quiero que todo lo que rodea Cayo Coralino esté súper vigilado.
-Ya le llamé a Kevin–contestó Julien.
Vanesa era experta en evadir cualquier intento de seguimiento.
Seguro que ya estaba al tanto de que la estaban rastreando, y a lo mejor hasta estaba cambiando de escondite en ese momento.
Por eso, no podían descuidar la vigilancia ni un segundo.
-El vuelo privado debe estar por salir, tenemos que irnos al aeropuerto.
-Sí–asintió Carlos, sin perder tiempo.
En el momento en que Carlos se dirigió al aeropuerto, Dan lo supo de inmediato.
De una vez pidió que mandaran a su gente a Cayo Coralino.
Dan llevaba días desesperado buscando a Paulina. Siendo sincero, no quería que ella se hiciera más fuerte.
Por eso, desde que supo que Vanesa se la había llevado, no quitó el dedo del renglón: por un lado buscando a Paulina, por otro vigilando a Yeray y a Carlos.
-¡Carajo, qué enredo se armó con esto!
Dan no pudo evitar soltar la queja.
-¿Y si la cosa se pone fea? -preguntó Carol, directa.
El tema de las relaciones estaba hecho un lío, pero Paulina era el eje de todo ese desastre.
Dan se quedó en silencio.
¿Ponerse fea la cosa? Si lo pensaba bien, lo que Paulina representaba era un riesgo que no podían permitirse.
Antes, ni se imaginaba que entre ella y Carlos pudiera haber algo más.
A penas se conocían… ¿y ya estaban así?
Pero ahora, la forma en que Carlos reaccionaba por Paulina, les había dado una sorpresa.
Paulina y Carlos… y luego Alicia…
Dan levantó la mirada, una chispa peligrosa asomándose en sus ojos.
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-Si se complica la cosa, que no regrese viva de las manos de Vanesa.
La tensión llenó el ambiente de la habitación.
Carol asintió con seriedad.
-Entiendo.
No podía regresar viva, eso era seguro.
Y, estando en manos de Vanesa, era el momento perfecto.
Si Carlos y Paulina se aliaban, y luego Alicia en Lago Negro conseguía el apoyo de Carlos, sería un problema enorme para ellos.
Carol había llegado con Dan apenas dos días antes; antes de eso, siempre había estado ayudando a Zack.
Era una persona calculadora y de intenciones muy oscuras.
פוט
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