Capítulo 103
Capítulo 103
Había mantenido al bebé con la esperanza de reunirse algún día como una familia, ¿no?
El celular no paraba de sonar. Alejandro contestó con tono seco:
-Voy para allá.
Hizo una breve pausa antes de añadir:
-Avísale a Fernando.
-Pero… -Simón dudó. Salvador le había dicho que era la oportunidad perfecta para que Alejandro se ganara el agradecimiento de Luciana. ¿Por qué iba a dejar pasarla?
Alejandro frunció el ceño, impaciente.
-¿Necesito repetirlo?
-No, va mismo lo aviso.
Alejandro colgó y se dirigió a la parte trasera del campo de equitación. Mientras caminaba, se cruzó con Fernando.
Señor Guzmán -dijo Fernando, su rostro elegante reflejando una leve confusión—. ¿La llamada de hace un momento fue de su gente?
—Sí —respondió Alejandro sin detenerse, manteniendo la mirada al frente.
Fernando se quedó intrigado. ¿Por qué Alejandro estaba tan involucrado en la búsqueda de Pedro? ¿Acaso la relación entre Alejandro y Luciana era solo la de un paciente y su doctora?
En la parte trasera del campo, un pequeño bosque artificial se extendía. Allí estaba Pedro, atrapado en unas rocas. Mientras volaba su cometa, el viento la había arrastrado hasta esa zona. Terco, Pedro fue a buscarla y, aunque la recuperó, quedó varado sin poder bajar.
Cuando Alejandro llegó, vio a Pedro sentado en lo alto, abrazando su cometa. Juan y Simón habían intentado convencerlo para que bajara, sin éxito.
-¿Por qué no lo han bajado? -preguntó Alejandro, sin disimular su frustración.
-Alex–explicó Juan, señalando su sien. El niño no se deja razonar. Apenas nos acercamos, ¡ comienza a gritar y agitarse! Mira…
Simón avanzó unos pasos hacia Pedro:
Capítulo 103
+25 BONUS
-¿Hermanito, bajas conmigo? Yo te…
Pedro comenzó a agitarse y a emitir sonidos incomprensibles, moviéndose peligrosamente sobre la roca.
Simón retrocedió, levantando las manos en señal de rendición.
-Así es murmuró con resignación.
Fernando intentó calmar a Pedro:
-Pedro, soy Fer. Tranquilo, baja conmigo, ¿sí?
Pero Pedro no lo reconocía. Estaba como un animalillo asustado, desconfiando de todos.
-Esto no puede seguir así -dijo Fernando, mirando a Alejandro-. Avisen a Luciana. Pedro la reconocerá.
Avisar a Luciana no sería un problema, pero había que actuar rápido. Alejandro observó a Pedro con atención. El niño no dejaba de bostezar, claramente agotado pero demasiado asustado para relajarse. Entonces, Alejandro levantó las manos, agitándolas suavemente:
-¿Sabes, Pedro? -dijo, con una sonrisa juguetona-. Soy un mago, y puedo hacer que te duermas en un segundo. ¿Me crees?
Los ojos de Pedro se agrandaron de inmediato.
Alejandro continuó, sin dejar de sonreír:
-Es cierto. ¿Quieres ver el truco? Pero, para verlo bien, tengo que acercarme un poquito. ¿Está bien?
Pedro no habló, pero no mostró resistencia mientras Alejandro se acercaba lentamente. Sus grandes ojos seguían fijos en él, pero no intentó alejarse.
Para Alejandro, escalar las rocas fue sencillo, como si jugara con bloques de construcción. En pocos segundos, ya estaba junto a Pedro. Sin perder el aliento, sonrió y mantuvo las manos en alto.
-Ahora, Pedrito, presta atención… dijo en tono misterioso-. El truco está por empezar…
De repente, con un movimiento rápido y preciso, Alejandro golpeó suavemente el costado del cuello de Pedro. El niño cerró los ojos al instante y se desplomó sobre el pecho de Alejandro. Así es como se duerme en un segundo.
Juan y Simón se miraron, atónitos. Nunca imaginaron que Alex, el siempre reservado y distante Alejandro Guzmán, pudiera manejar la situación con tanta destreza. ¿Quién iba a pensar que sabía cómo calmar a un niño con ese nivel de confianza?
Capitulo 103
+25 BONUS
Alejandro sostuvo a Pedro firmemente y dejó escapar un suspiro de alivio.
-¡Juan, Simón! —gritó.
Ambos se apresuraron para ayudar a bajar a Pedro al suelo.
Fernando se acercó rápidamente, con el rostro lleno de preocupación.
Alejandro le lanzó una mirada breve, pero intensa. Su mandíbula se tensó un instante antes de
hablar:
-Cuídalo bien y avísale a Luciana.
V
Fernando asintió, tomando a Pedro con suavidad.
-Lo haré.
Sin más palabras, Alejandro dio media vuelta y comenzó a caminar. Su andar era firme, decidido.