Capítulo 110
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Capítulo 110
—¡Luciana! —Alejandro, preso del pánico, la levantó en brazos. ¡Te llevaré al hospital! El dolor era tan intenso que Luciana no podía resistirse. Desde que quedó embarazada, jamás había sentido algo tan desgarrador. Incluso pensó que quizás su bebé ya había tomado una decisión por ella. Su padre ni siquiera sabía de su existencia, ¡y tal vez no lo recibiría con los brazos abiertos! Su madre… demasiado frágil. Apenas podía cuidarse a sí misma. ¿Era esto una señal de que el bebé quería irse?
De repente, Luciana agarró la camisa de Alejandro con fuerza, tensando los músculos de su cuello hasta que las venas sobresalieron.
-¡Alejandro! -Gritó con gran esfuerzo.
-¿Qué pasa?
Quizá por el dolor, Luciana no estaba completamente consciente, pero sentía que Alejandro, en ese momento, era terriblemente tierno, desde la mirada hasta su voz.
-El bebé… —Luciana habló en un susurro apenas audible-. Mi bebé… ¡Salva a mi bebé!
Alejandro inclinó la cabeza y le dio un beso en la frente fría.
-No te preocupes, todo estará bien. Tú y el bebé estarán bien.
Por el bien de la reputación de Luciana, Alejandro decidió no llevarla al hospital de la UCM.
-¡Doctor! -Alejandro irrumpió en la sala de urgencias con Luciana en brazos. ¡Llévenla a una camilla y llamen al doctor Gregory Pulido, jefe de Ginecología!
-¡Enseguida!
Las enfermeras se acercaron para pedirle a Alejandro que saliera, pero Luciana le sujetó la mano con fuerza, aterrada ante la idea de soltarlo.
-¡Los familiares no pueden estar aquí dentro!
Luciana, como doctora, conocía bien las reglas. Pero también era humana, y los humanos a veces pierden el control de sus emociones.
-Alejandro… Alejandro… —No sabía qué quería decir, solo repetía su nombre una y otra vez.
Alejandro acercó su mano a su rostro, apretándola contra su mejilla.
-Todo va a estar bien. El bebé no correrá peligro.
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Capítulo 110
-Está bien. —Luciana asintió entre lágrimas, cerró los ojos y soltó su mano.
Alejandro fue escoltado afuera por las enfermeras. Cuando las puertas automáticas se cerraron detrás de él, sintió algo extraño, como un dolor que no era suyo, pero que podía entender en lo más profundo de su ser.
***
Luciana yacía en la cama de la sala de observación, mientras el médico reprendía a Alejandro.
-¿Qué te pasa? ¿Acaso peleaste con ella?
Alejandro permaneció en silencio, echando un vistazo à Luciana, que dormía profundamente. Su silencio lo delató.
-¡Increíble! -El médico, molesto, no fue nada amable—. ¿Sabes que estar embarazada es como caminar por la cuerda floja? ¡Durante los nueve meses puede haber complicaciones en cualquier momento! ¡Cada instante podría poner en riesgo su vida!
¿Tan grave era? Alejandro frunció el ceño. Además del dolor de verla así, algo más crecía en su interior. Viendo que al menos mantenía una actitud receptiva, el médico suavizó su tono.
-Joven, ten más cuidado. ¿Por qué pelear con una mujer embarazada? Ella se alteró por tu culpa. Las emociones de una embarazada son cruciales.
Alejandro sintió que la reprimenda había sido suficiente y decidió preguntar:
-¿Mi esposa está bien?
-Sí, por ahora no hay nada de qué preocuparse–respondió el médico. El susto le cortó la respiración por un momento, pero la trajeron a tiempo. En un rato, la enfermera te dará un manual con recomendaciones para embarazadas. Léelo con atención.
-Eh, está bien.
La habitación se sumió en el silencio. Alejandro se sentó en una silla, con los labios apretados. Luciana tenía un genio. Y pensar que hoy ella había golpeado a Mónica sin darle oportunidad de defenderse…
-Señor, aquí tiene.
La enfermera le entregó el manual para el cuidado de embarazadas. Alejandro lo tomó, agradecido, pero distraído.
Sin nada más que hacer, hojeó el manual mecánicamente, mientras miraba de reojo a Luciana. Las palabras que ella había pronunciado antes resonaban en su cabeza:
<<¡Salva a mi bebé!»>
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Capitulo 110
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<<Claro… Ella debía amar mucho a Fernando», pensó Alejandro, sintiendo un dolor sordo en el pecho. Estaba aterrada de perder al hijo que compartían.
De repente, su expresión se tornó fría. Una mezcla de burla y resentimiento llenó sus ojos mientras observaba a Luciana.
-Si lo amas tanto, ¿por qué apareciste en mi vida? -murmuró con amargura.
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