Capítulo 116
Ya era de noche.
Antes de irse, Alejandro pasó por la puerta del dormitorio y, como movido por un impulso, la abrió. Su visión era excelente, y aunque la habitación estaba a oscuras, caminó con facilidad hasta la cama. Luciana ya estaba profundamente dormida. Se sentó al borde de la cama, observando sus rasgos con detenimiento.
¿Por qué le había hecho esa pregunta esta noche? ¿Fernando no quería al bebé? ¿Estaba ella sufriendo por eso?
Un nudo se formó en su pecho, como si algo le rasgara el corazón. De repente, Alejandro se levantó y salió rápidamente de la habitación.
<<Ese no era su problema», pensó. «Eso es un asunto entre ellos. No debería involucrarme.>>
***
Al mediodía, Luciana almorzaba con Martina. Las dos amigas hablaban sobre sus planes para el futuro. Martina, con la boca llena, comentó:
-Ya casi terminamos las prácticas. Yo pienso regresar a la universidad antes de tiempo para prepararme para el examen de admisión al posgrado. ¿Y tú, Luci?
-¿Yo?
Luciana se quedó en blanco por un momento, sin saber qué responder. Su situación era diferente a la de Martina. Aunque la familia de Martina no era tan rica como la de Vicente, sí podían costear sus estudios de posgrado. Pero Luciana tenía que valerse por sí misma.
-Yo probablemente primero buscaré un trabajo.
-¡Eso ni pensarlo! -Martina la interrumpió de inmediato. ¿Qué puedes hacer solo con una licenciatura?
No había duda de la habilidad de Luciana, pero en el mundo laboral, el título es una barrera de entrada. ¿Qué hospital de primer nivel iba a contratar a alguien con solo una licenciatura? Hoy en día, los médicos con maestría estaban en todas partes, y sin un doctorado, las oportunidades eran mínimas. Tal vez Luciana podría encontrar trabajo en un hospital de tercer nivel, o con suerte, en uno de segundo nivel, pero no podía conformarse con eso.
-Yo sé que lo haces por Pedro, -continuó Martina, preocupada-, pero a largo plazo, lo mejor para él es que sigas estudiando.
Cuidar de Pedro no se trataba solo de darle de comer. Los gastos aumentarían con el tiempo.
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-Luci, piénsalo bien. El director Delio siempre dice que eres la mejor estudiante que ha tenido. ¡Tienes el potencial de convertirte en una excelente cirujana!
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Con esos pensamientos en la cabeza, Luciana regresó a su área de trabajo. Entregó las historias clínicas que había preparado en la oficina del jefe, esperando la firma de Delio. Y ahí fue donde Delio también mencionó el tema de su futuro.
-Escuché que perdiste la oportunidad de ingresar al programa de maestría. Es una pena.
Luciana apretó los labios, sin dar mayores explicaciones.
-¿Estás planeando prepararte para el examen de admisión al posgrado? -Delio apreciaba mucho el talento de Luciana-. Sé que siempre te has estado preparando, pero es importante que antes del examen repases todo de manera organizada.
Luciana se sintió avergonzada.
-Profesor, la verdad es que no lo he decidido todavía.
Delio sabía solo un poco sobre la situación familiar de Luciana, no todos los detalles. Le preguntó:
-¿Es por tu situación en casa?
Luciana no dijo nada, pero asintió levemente.
-Escucha, dijo Delio, pensativo-, termina tu turno este mes y yo firmaré para que puedas regresar a la universidad y prepararte para el examen.
Luciana dudó, pero Delio sonrió.
-Si lo que te preocupa es el dinero, tengo algunos trabajos que podría darte. No es mucho, pero sería suficiente para que puedas estudiar tranquila.
-¡Gracias, profesor! -Luciana no pudo ocultar su sorpresa y alegría. Sus ojos se agrandaron con emoción.
-No hay de qué. -Delio agitó la mano, con una expresión amable-. Prepárate bien y pasa el examen. Este año tengo dos plazas y espero que una sea para ti.
Luciana apretó los labios, sin saber cómo expresar todo lo que sentía en ese momento. Estaba profundamente conmovida.
Delio, que la miraba con una mezcla de aprecio y compasión, agregó:
-Una vez que pases el examen, te ayudaré a ingresar como asistente de investigación en mi
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proyecto de cirugía cardíaca.
Los ojos de Luciana se llenaron de lágrimas.
-Gracias, profesor. Haré mi mayor esfuerzo para no decepcionarlo.
-Confío en que lo harás. Te estaré esperando.
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Habiendo tomado una decisión; Luciana se sentía renovada, llena de energía. No le asustaba el esfuerzo, lo que temía era no tener esperanza. Al salir del trabajo, decidió pasar por el Departamento de Radiología para contarle las buenas noticias a Martina.
-¿En serio? -Martina agarró las manos de Luciana, saltando de emoción.
-En serio. Luciana asintió, sonriendo con los ojos llenos de alegría.
Martina juntó las manos como si rezara y murmuró en voz baja:
-Delio, eres un santo viviente. ¡Juro que rezaré por ti todos los días para que Dios te bendiga!
-¡Jajaja! Luciana no pudo contener la risa-. Oye, ¿a quién le rezas? ¿A Jesús o a Dios? ¿A cuál santo?
-¡A cualquiera que funcione! -Martina arrugó la nariz, divertida-. ¡Con que sirva, está bien! Delio es un gran hombre.
Al salir del edificio de radiología, la sonrisa de Luciana aún permanecía en su rostro. Finalmente, se sentía libre de las nubes que la habían ensombrecido los últimos días. Caminaba por el sendero de piedras, pero no había avanzado mucho cuando su sonrisa se congeló. Justo delante de ella, Ricardo se acercaba. Probablemente iba a ver a Mónica, que aún estaba en el hospital tras lo que había ocurrido. 1
Luciana evitó mirarlo y siguió caminando, decidida. Sin embargo, al pasar junto a él, Ricardo extendió la mano y la tomó del brazo.
– Luciana…
Luciana se sobresaltó, sin poder creer que Ricardo la sujetara. Lo miró con incredulidad. ¿Qué quería? ¿Iba a confrontarla por lo de Mónica?
-Suelta. Luciana frunció el ceño, sintiendo una profunda repulsión hacia Ricardo.
Desde la muerte de su madre, su padre nunca había vuelto a acercarse a ella. No la había abrazado ni tomado de la mano. Pero ahora, Ricardo no parecía escucharla, seguía aferrado a su brazo, mirándola de arriba abajo.
-Luciana, ¿cómo has estado? Te ves más delgada. Ya no tienes carne en las mejillas. ¿No has
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estado comiendo bien?
Luciana quedó pasmada. ¿Este hombre era realmente Ricardo Herrera? 1
No muy lejos, Alejandro salía del garaje y caminaba hacia el edificio de cirugía. Había ido a recoger a Mónica, que sería dada de alta hoy, y llevarla a casa. Pero entonces, ¿qué era lo que estaba viendo? ¿Era… Ricardo, el padre de Mónica, hablando con Luciana?
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