Capítulo 12
-Suéltala.
Las palabras de Alejandro fueron pronunciadas lenta y claramente, con un tono calmado que, sin embargo, llenó a Sergio de una inquietud inexplicable.
-Sí, primo. -Sergio soltó a Luciana apresuradamente.
A pesar del movimiento, Luciana no despertó.
Alejandro frunció el ceño, preocupado. ¿Y si le había pasado algo? Después de todo, fue el abuelo quien la envió aquí. Si ella se quejaba con él, Alejandro sería quien sufriría las consecuencias.
¡Qué molestia!
Con el rostro serio, Alejandro se inclinó y levantó a Luciana en sus brazos, llevándola adentro y dejándola en la cama. Al moverla, la falda de Luciana se subió más allá de las rodillas,
revelando dos moretones en ellas.
¿Qué es esto?
Alejandro se quedó un momento en shock. ¿Así que por eso había dicho que le dolía anoche? ¿ Pero cómo se había hecho eso? 1
Acurrucada contra el cálido pecho de Alejandro, Luciana no quiso soltarlo; rodeó su cuello y
murmuró:
-Fer…
Alejandro se quedó perplejo. ¿“Fer“? ¿Es un nombre? ¿Será el nombre de una chica? ¿Por qué Luciana estaría diciendo el nombre de una chica en sus sueños?
Tan cerca, Alejandro podía ver sus largas y rizadas pestañas, su piel tan suave que apenas mostraba poros, y sus labios rosados ligeramente fruncidos, como si estuviera mimándolo. Ese gesto hizo que Alejandro quedara momentáneamente hechizado.
De repente, Luciana se despertó, abriendo los ojos adormilada.
-¿Alejandro?
Alejandro la soltó como si hubiera recibido una descarga eléctrica, retrocediendo dos pasos y apartando la mirada, incómodo.
Con tono áspero, le espetó:
-Si te vas a morir, ¡no lo hagas en mi puerta!
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Dicho esto, se dio la vuelta y se alejó rápidamente.
Luciana se quedó sorprendida. ¿La odiaba tanto como para maldecir su vida?
Sergio, notando su confusión, le recordó amablemente:
-Has pasado toda la noche en el frío, ve a tomar un baño para entrar en calor.
-Sí, está bien.
Luciana usó el baño de la habitación para darse una ducha rápida. Poco después, recibió un mensaje de Sergio:
[Alejandro está en Windy Vista.]
Se preparó rápidamente y se dirigió a Windy Vista.
El festejo de cumpleaños comenzaba al mediodía y continuaba hasta la noche. Al mediodía, se celebraba un almuerzo, y por la noche, una fiesta más al estilo de los jóvenes.
Luciana encontró a Alejandro y se acercó en silencio, sin interrumpir la conversación.
Alejandro estaba con Sergio, conversando con otras personas.
–
-El Proyecto Lago Escondido, no sé qué estará pensando el señor Alberto Delgado comentó Alejandro, con un tono calculador.
Sergio añadió:
-No será fácil convencer al señor Delgado. A su edad, ya es difícil impresionarlo con algo.
Por lo que escuchaba, Luciana comprendió un poco la situación. Alejandro estaba ahí por un motivo específico: el Proyecto Lago Escondido.
–Vaya, no hemos escatimado en esfuerzos ni en dinero para complacer al señor Delgado con su regalo de cumpleaños.
-Esperemos que no haya sido en vano -dijo otro hombre, con un deje de preocupación en la voz-. El Proyecto Lago Escondido lleva casi medio año en pausa; ya es suficiente.
Luciana, ajena a los negocios, decidió no involucrarse y se limitó a beber su jugo en silencio.
-Deja de beber eso.
De repente, sintió cómo le quitaban el vaso de las manos. Sergio, con una sonrisa, le ofreció una taza de leche caliente. 1
-Toma esto, te calentará.
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-Gracias -respondió Luciana, sonriendo agradecida mientras tomaba un sorbo.
Alejandro la miró de reojo, sintiendo un pinchazo de incomodidad al ver cómo Luciana sonreía hacia Sergio.
¿Desde cuándo había una relación tan cercana entre ellos? ¿Qué planeaba hacer con Sergio? Sergio era inocente en cuestiones del corazón, pero Luciana tenía “mucha experiencia“.
No, no podía permitir que se acercara tanto a Sergio.
Con paso decidido, Alejandro se acercó y le quitó la taza de las manos.
-Más tarde, te sientas a mi lado.
-¿Ah? —Luciana se sorprendió, pensando que había oído mal.
¿Él, que parecía llevar escrito “no te acerques” en todo su cuerpo, había dicho algo así?
-¿Qué pasa? -Alejandro la miró fríamente-. ¿El abuelo te pidió que vinieras solo para ser un adorno? Si vas a ocupar el lugar de mi esposa, al menos haz algo, ¿no?
Luego, se dio la vuelta.
-Oh… -Luciana tardó un momento en reaccionar, y apresuradamente lo siguió, como una pequeña sombra.
Poco después, se escuchó la apertura del banquete en el salón principal.
Debido a la posición de la familia Guzmán y su cercana relación con Miguel, Alejandro fue colocado en la mesa de honor junto a Alberto Delgado. Luciana se sentó a su izquierda, ocupando su lugar en silencio. 2
Cuando comenzó el banquete, Alejandro, siendo el más joven en la mesa, fue el primero en levantar su copa.
-Señor Delgado, el abuelo no pudo acompañarnos debido a su salud, pero me pidió que viniera en su nombre. Esta copa es para desearle una vida tan longeva como las montañas del sur y una fortuna tan vasta como el mar del este.
-Muy bien, muy bien -respondió Alberto con una sonrisa, aceptando la copa.
Alejandro hizo una seña a Sergio para que le entregara el regalo. O
-Recientemente encontré un jarrón clásico del Renacimiento en el extranjero. Espero que sea de su agrado.
-Alejandro, has sido muy considerado.
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Alberto asintió mientras aceptaba el regalo, aunque su expresión no mostraba demasiada emoción. Tal como Alejandro había anticipado, este viejo zorro no era fácil de impresionar.
Después de eso, los demás invitados comenzaron a ofrecer sus felicitaciones y regalos. Alberto los aceptaba con la misma cortesía, sin mostrar una alegría particular. Todo se desarrollaba de manera predecible, hasta que su mirada se posó en Luciana, sentada junto a Alejandro.
Mientras todos en la mesa se dedicaban a adular al señor Delgado, Luciana, ajena a las formalidades, estaba concentrada en su comida. Su comportamiento destacó de inmediato.
-Chiquilla, ¿de qué familia eres? -preguntó Alberto, sonriendo con los ojos entrecerrados, con genuina curiosidad.
Luciana dejó los cubiertos apresuradamente, tragó lo que tenía en la boca y se limpió los labios con elegancia, aunque algo nerviosa.
Alejandro la observó de reojo, su desprecio evidente. «¡Solo sabe comer! ¿Qué es lo que el abuelo ve en ella que le parece tan encantador?»>
-Señor Delgado -respondió Luciana con una voz suave y delicada, tratando de mantener la compostura-, soy la esposa de Alejandro. 8
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