Capítulo 124
A primera hora de la mañana, Alejandro acababa de llegar a su oficina cuando recibió una llamada de Mónica.
-Alex… —dijo con un tono dulce y calculado. Mi mamá quiere invitarte a cenar a nuestra casa esta noche. ¿Podrías venir?
Temiendo que él se negara, añadió rápidamente:
-Hoy es su cumpleaños. Si vienes, la harías muy feliz. ¿Sí, Alex, por favor?
Alejandro mantuvo el teléfono en la mano, pensando por un momento antes de contestar:
-Está bien, iré.
***
Por la tarde, Mónica estaba hecha un manojo de nervios.
-¿Mamá, esto va a funcionar?
Clara le lanzó una mirada de reproche.
-Tranquila, ¿cómo pretendes ser la esposa de un hombre rico si te pones así por todo?
—Es que me preocupa… ¿Segura que esta fragancia va a funcionar? —Mónica señaló el aromatizador que Clara había empezado a encender. Era nuevo, hecho con una mezcla especial
había costado una fortuna.
que
Clara sonrió con suficiencia:
-Confía en mí, es una receta antigua de la corte imperial. No le hará daño, pero tendrá un efecto… mágico. ¡Los remedios de nuestros ancestros son mucho mejores que los químicos de ahora!
Encendió el aromatizador y cubrió la tapa, luego se tapó la nariz.
-Tu padre y yo nos vamos ahora. Mandé a los empleados a descansar, así que en un rato más, estarán solo tú y Alejandro. Te aseguro que no podrá resistirse.
-Mamá… -Mónica se sonrojó violentamente-. No digas esas cosas.
Clara se rio con malicia:
-No hay razón para que te dé vergüenza. Mira, con solo una noche en el Hotel Real lograste que el señor Guzmán te prometiera matrimonio. Si esta noche juegas bien tus cartas, lo tendrás comiendo de tu mano. ¿De qué te preocupas?
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-¡Mamá! -Mónica se cubrió la cara, muerta de vergüenza-
-Está bien, ya, ya no digo más. ¡Nos vamos!
¡Ya basta!
+25 BONU!
Clara se marchó, y la casa quedó en silencio.
Mientras el suave aroma de la fragancia llenaba el ambiente, Mónica empezó a sentir calor. No sabía si era la emoción o el efecto del aroma, pero la ansiedad la invadía.
De repente, sonó el timbre. El corazón de Mónica latía a toda velocidad.
-¡Es él! -exclamó emocionada.
Corrió a abrir la puerta con una sonrisa radiante.
-Alex, qué bueno que llegaste.
Se aferró a su brazo mientras lo conducía al comedor.
-Hoy preparé todo lo que te gusta.
Alejandro se sentó en la mesa, dejando un pequeño paquete en la superficie.
-Un regalo para tu mamá.
-Gracias -Mónica se sorprendió un poco, pero enseguida añadió. Aunque, en realidad, hoy no es su cumpleaños.
Alejandro frunció el ceño, dándose cuenta de que algo no estaba bien. Miró a su alrededor. Estaban solos.
No le gustaba que lo engañaran.
-¿Qué está pasando? -preguntó con un tono firme, mientras sus cejas se juntaban en una expresión de desagrado.
-Alex–Mónica hizo un puchero y, en tono de súplica, dijo: No te enojes, es que te he extrañado mucho. Quería tener una cena a solas contigo, sin ninguna otra intención.
-Podrías haberlo dicho directamente -respondió Alejandro, con el rostro serio-. ¿Una cena? ¿Eso justifica que me hayas mentido?
-Tienes razón, fue mi error -Mónica tomó su mano y la sacudió suavemente-. Te prometo que no volverá a pasar. ¿Me perdonas?
Después de un breve silencio, Alejandro finalmente no apartó su mano.
-Está bien, pero que no se repita -dijo, aunque la molestia seguía latente en su interior. Por
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+25 BONUS
más que lo intentara, no podía dejar de sentir que él y Mónica no eran compatibles.
Mónica notó que Alejandro no estaba completamente contento, pero no le preocupaba. ¡Tenía el plan para hacer que esta noche lo conquistara por completo!
-Alex, prueba esto -dijo mientras tomaba una cuchara y le servía algo de comida-. Lo cociné yo misma, dime qué tal me quedó.
Alejandro, por cortesía, probó el plato y asintió.
-Está bien.
-¡Jajaja! -rio Mónica emocionada-. Me alegra que te guste, come un poco más…
Mientras lo observaba de reojo, también echaba discretamente un vistazo al aromatizador. ¿ Funcionaría? ¿O sería un esfuerzo en vano?
No pasó mucho tiempo antes de que Alejandro se aflojara la corbata y, luego, se desabrochara el primer botón de su camisa.
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