Capitulo 134
-Sergio, libera mi horario del mediodía.
-Claro–respondió Sergio. ¿Tienes algo programado?
Sí, voy a pasar por el set de filmación.
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+25 BONUS
Después de toda una mañana de grabaciones, Mónica estaba agotada y sedienta. En cuanto el director gritó “¡Corte!“, Eileen se acercó con ojos brillantes y señaló hacia la sala de descanso.
-El señor Guzmán ha llegado.
-¿Alex? -Los ojos de Mónica se iluminaron de inmediato—. ¿De verdad?
-¿Cómo no? Anda, ve rápido. No lo hagas esperar.
-¡Sí, claro!
Mónica, aún en su vestuario, se apresuró hacia la sala de descanso. Desde aquella noche, Alejandro había estado evitándola; no contestaba sus llamadas ni le devolvía los mensajes. Sabía que estaba molesto por lo que ocurrió con la fragancia. ¿Acaso venía ahora porque ya se le había pasado el enojo?
Tomó aire antes de abrir la puerta. Se obligó a calmar su respiración mientras entraba.
-Alex.
Alejandro estaba sentado en el sofá, con una postura relajada, el brazo extendido sobre el respaldo. Asintió ligeramente.
-¿Descansaste?
Cada movimiento suyo reflejaba esa elegancia distante que lo caracterizaba.
-Sí -respondió Mónica, sentándose frente a él. Lo miró, tratando de leer su expresión, pero su rostro era impenetrable. Finalmente, se atrevió a preguntar con cautela-: ¿Sigues enojado conmigo? Aquella noche… mi mamá y yo… no debimos…
-Ya pasó.
Alejandro no mencionó si todavía estaba molesto, pero su respuesta fría hizo que el corazón de Mónica se encogiera. Aun así, forzó una sonrisa.
-Ya es casi la hora del almuerzo. ¿Por qué no comemos juntos?
-Eso lo dejamos para luego. -Alejandro la miró directamente, sus ojos oscuros y serios.
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Capitulo 134
+25 BONUS
-Vine porque tengo algo que decirte, y solo tengo tiempo ahora, a mediodía.
Por la tarde, debía acompañar a Luciana a su chequeo, y por la noche tenía que regresar a casa para cenar con su abuelo y con ella.
Mónica lo miró fijamente, mordiendo sus labios.
-¿Es algo importante? -preguntó.
-Sí. -Alejandro dudó un instante, la culpa le pesaba en la voz-. Lo de la boda… ya no va a suceder.
Mónica se quedó helada, como si una descarga la recorriera. El color desapareció de su rostro y, con voz temblorosa, logró preguntar:
-¿Por qué?
No esperó su respuesta. Esbozó una sonrisa amarga, respondiendo por él:
-Es por Luciana, ¿verdad?
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