Capítulo 135
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Alejandro frunció el ceño, sin contestar. No era del todo cierto, pero tampoco falso. Iba a estar con Luciana, pero la razón no era ella. Era él. El quería estar con Luciana.
Tragó saliva y, con voz serena, dijo:
Es mi decisión, no tiene que ver con nadie más.
Qué responsable sonaba, pero para Mónica, esas palabras no aliviaban nada. Lo miró
directamente:
Está bien, es tu problema. Pero tú me hiciste una promesa. ¿Y ahora simplemente la rompes? ¿No crees que merezco una explicación?
Alejandro permaneció en silencio unos segundos, su expresión firme, hasta que finalmente habló:
-No hay explicación. Lo siento.
¡Traición! Esa palabra resonaba en la cabeza de Mónica. No había explicación, solo un “lo siento“. Sus ojos comenzaron a empañarse mientras lo miraba, intentando asimilar lo que estaba pasando.
-¿Así que… esto es el final? —susurró.
—Sí —Alejandro asintió levemente y se puso de pie. Su voz era baja, casi un susurro—. Lo siento. Te aseguro que te protegeré. Hasta que te cases, me aseguraré de que no te falte nada.
La miró por un segundo más. Mónica giró el rostro y cerró los ojos.
Entendido. Ahora vete -dijo, con un tono frío.
Un silencio pesado llenó el espacio.
-Está bien, me voy–contestó él finalmente, antes de darse la vuelta y salir de la sala de descanso.
La puerta se cerró con un suave clic. Apenas quedó sola, Mónica comenzó a temblar incontrolablemente, sus ojos rojos por la rabia contenida. Había estado tan cerca de convertirse en la esposa de un magnate. ¿Y ahora Luciana, esa mujer, se interponía?
¿Con qué derecho? ¿Solo porque tenían un compromiso desde que eran niños?
Era ridículo. No lo aceptaría. Luciana podía ser la hija legítima de Ricardo, pero al final, ¿qué había logrado? ¡La habían echado!
Mónica apretó los puños, sus pensamientos llenos de determinación. No había perdido. ¡Y no
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Capítulo 135
iba a perder!
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-¡Mónica! -Eileen, su agente, entró en la sala sin entender lo que pasaba-. ¿Cómo es que el señor Guzmán se fue? ¿No lo invitaste a almorzar?
-¡Ah! -gritó Mónica antes de que Eileen pudiera terminar. Con un gesto furioso, levantó la mano y volcó la mesa de centro.
-¡Mónica! -Eileen quedó atónita y corrió a sujetarla-. ¿Qué te pasa? ¿Qué ocurrió?
-¡Aléjate! -Mónica, completamente fuera de sí, empujó a Eileen y, con un movimiento brusco, tiró todo lo que había sobre el tocador al suelo. Pero no fue suficiente. Cualquier cosa a su alcance la arrojaba al suelo con furia. El ruido de objetos chocando y rompiéndose llenó la sala, que pronto quedó hecha un desastre.
***
Por la tarde, Luciana recibió una llamada de Alejandro. Dudó un segundo antes de contestar.
-¿Hola?
-Estoy en la puerta del Hospital UCM. ¿Quieres que te recoja en el edificio? -La voz grave y serena de Alejandro la hizo sentir más nerviosa.
-¡No! -respondió apresurada. Miró a su alrededor, tratando de mantener la calma. Bajó la voz
—. Ya terminé, salgo en un minuto. Espérame.
-Está bien.
Luciana se quitó la bata blanca rápidamente y salió apresurada hacia la entrada principal. Desde lejos, vio el Bentley de Alejandro estacionado al otro lado de la calle. Él también la vio y se bajó del auto, haciéndole un gesto con la mano.
-¡Luciana! -llamó él.
Luciana estaba a punto de correr hacia él cuando Martina apareció sonriendo y la agarró del brazo.
-¡Marti!
Luciana sonrió, aunque un poco forzada.
-¿sí?
-¿A dónde vas tan rápido? —preguntó Martina con curiosidad.
-Eh… Luciana titubeó-. Olvidé un historial clínico en el dormitorio, voy a buscarlo…
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Capítulo 135
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Mientras hablaba, no pudo evitar ver cómo Alejandro cruzaba la calle hacia ellas, su mirada fija en ella. Al llegar junto a Luciana, sus ojos no se apartaban de los suyos.
-Luci, ¿no me vas a presentar?-preguntó Alejandro, sin dejar de mirarla.
-¿Eh?-Martina lo miró sorprendida. ¿Señor Guzmán? -parpadeó, perpleja-. ¿De verdad hace falta presentarlo? Ya nos conocemos…
Alejandro sonrió ligeramente, pero siguió observando a Luciana. Para él, era necesario presentarse, porque ahora su relación había cambiado. Ya no era solo un paciente. Ahora, era
su esposo.
-Eh… —Luciana rio nerviosa-. Martina Hernández, mi mejor amiga… Marti, él es el señor Alejandro Guzmán.
¿Eso era todo? 1
El rostro de Alejandro se oscureció de inmediato. ¿Una presentación tan escueta para él?
Martina, confundida, la miró.
-Lo sé, ¿qué pasa, Luci?
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