Capítulo 137
Sin mucha paciencia, la tomó por el rostro con ambas manos, obligándola a mirarlo.
-¡Dime algo!
Luciana, con las mejillas encendidas y el ceño fruncido, susurró:
-¡Espera a que salgamos! ¡Qué vergüenza!
Se soltó de su agarre y salió del consultorio apresuradamente.
Alejandro se quedó inmóvil por un segundo. ¿Estaba… avergonzada?
Alejandro la alcanzó con pasos decididos y la abrazó por la espalda. Luciana se movió incómoda, intentando liberarse.
-No te muevas–dijo Alejandro, con una risa suave-. Tú misma eres doctora. La pregunta que le hice al médico es bastante normal. ¿Por qué te pones tan nerviosa?
-¡Y sigues hablando! -Luciana levantó la cabeza de golpe, con las mejillas infladas de frustración y mirándolo fijamente.
-Está bien, ya no digo nada -se rindió Alejandro, aunque una sonrisa juguetona seguía en sus labios. Se inclinó y besó su cabello con cariño.
Le resultaba adorable lo rápido que se sonrojaba. No podía entender cómo alguien había sido capaz de dejarla ir.
Ya en el auto, Alejandro se encargó de abrocharle el cinturón y luego fue al maletero. Regresó con una caja y se la entregó.
-¿Qué es esto?
Alejandro arrancó el coche y dijo:
-Ábrelo y verás.
Luciana destapó la caja y descubrió que estaba llena de snacks, incluyendo caramelos.
Alejandro carraspeó.
-Son sin aditivos. Las embarazadas suelen tener más hambre, ¿no? Y además tienes esos bajones de azúcar.
Luciana lo miró sorprendida, observando su perfil mientras sonreía.
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-Gracias.
Alejandro frunció el ceño, fingiendo descontento.
-Esa no es la respuesta que esperaba.
Luciana lo ignoró, tomando un caramelo, quitando el envoltorio y llevándoselo a la boca. Cerró los ojos, disfrutando el sabor.
-Está delicioso.
Y, sin darse cuenta, pensó: Él es increíble.
De repente, Alejandro le tomó la mano suavemente.
-Cuando termines, te compraré más.
Luciana lo miró, sorprendida, pero no apartó su mano.
-De acuerdo.
Su corazón latía con fuerza. El de Alejandro también.
Después de cenar con Miguel, Luciana y Alejandro regresaron a la habitación. Luciana aprovechó para contarle sobre su plan de adelantar su práctica y prepararse para el examen de ingreso a la maestría.
-Quiero empezar a estudiar para el examen de admisión.
-Eso suena excelente -respondió Alejandro, alzando ambas manos en señal de aprobación. Aunque admiraba lo dedicada que era como doctora, sabía lo agotador que sería especialmente con el embarazo. Pronto, su barriga crecería más.
Estar en casa estudiando le parecía perfecto.
para ella,
-Mañana le pediré a Felipe que reorganice el estudio -dijo Alejandro-. Podríamos dividirlo y hacer espacio para ti. ¿Qué te parece?
Luciana sintió una calidez en su pecho. Ella solo había pensado en usar su estudio ocasionalmente, pero él siempre iba un paso más allá, cuidando cada detalle.
Asintió con una sonrisa suave.
-Me parece perfecto.
Llegó la hora de dormir, y como siempre, Alejandro insistió en dormir abrazándola. Luciana
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seguía sintiéndose un poco rígida en sus brazos, y Alejandro lo notó. Soltó una risa suave.
-Tranquila -murmuró con una sonrisa-. Hoy tampoco te voy a tocar. El médico fue claro, nada de excesos.
-Ah, bien… -respondió ella, aliviada.
-¿Mmm? -dijo Alejandro en tono juguetón-. Pero… ¿no te oyes un poco decepcionada, señora Guzmán? Solo dime una palabra y el señor Guzmán estará más que dispuesto a
satisfacer…
¡No es eso, yo solo…! -empezó a decir Luciana, pero sus palabras fueron interrumpidas cuando él la besó.
El beso fue profundo, apasionado, invadiéndola sin que pudiera evitarlo. En sus brazos, no tenía a dónde escapar.
Al día siguiente, Luciana fue a su dormitorio a recoger sus cosas, principalmente sus libros de estudio. Los organizó con cuidado y los metió en una caja de cartón. Planeaba que cuando Alejandro viniera a buscarla, él se encargaría de cargarla.
Estaba ocupada cuando su teléfono sonó. Era Martina.
-Marti.
-Luci, ¿cenamos juntas esta noche? Vicente invita. Hace tiempo que no nos reunimos.
Luciana lo pensó un momento y aceptó.
-De acuerdo.
-Perfecto. Estás en el dormitorio, ¿verdad? Paso por ti y vamos juntas.
-Sí, nos vemos.
Después de colgar, Luciana llamó a Alejandro.