Capítulo 139
-Luci… -Fernando, con la voz temblorosa, suavizó el tono-. Te soltaré, pero por favor… ¿ puedes escucharme un momento?
Luciana lo miró, confundida.
-¿Qué hay que hablar? Todo está claro.
-No, no está claro -respondió Fernando, asintiendo con firmeza-. Hace tres años, te fallé. Lo sé. Pero ahora… ahora es diferente.
-¿Qué ha cambiado? -preguntó Luciana, incrédula.
-Todo. -Fernando bajó la cabeza, arrepentido-. Sé que mi madre te dijo cosas horribles, pero ya no puede impedir que estemos juntos.
Luciana lo miró, desconcertada.
-Me fui de casa -dijo Fernando, con una determinación tranquila-. No solo eso, abrí mi propia empresa. Ya soy independiente. No dependo de mi familia.
¿Estaba diciendo que había roto lazos con su familia por ella? Luciana sintió un dolor punzante en las sienes. Todo aquello le parecía una locura.
-Fernando… son tus padres. No puedes cortar esos lazos así como así. Además, la relación con los padres no se corta de esa manera…
-Puedo hacerlo -interrumpió Fernando, mirándola con una resolución inquebrantable—. No los abandonaré. Si necesitan algo, estaré ahí. Pero tampoco puedo seguir sacrificando mi
vida
por ellos. Quiero estar con la persona que amo.
Luciana se quedó helada, incapaz de hablar. Podía sentir la sinceridad en sus palabras, la intensidad de sus sentimientos. Tres años después, él seguía viéndola como lo más importante
en su vida.
Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, pero ella sabía que no podía aceptar esa devoción.
Había cambiado. Ahora estaba casada. Y llevaba en su vientre a un niño cuyo padre seguía
siendo un misterio.
Luciana lo miraba con los ojos ligeramente enrojecidos.
-Así te vas a cansar -dijo, con la voz quebrada-. Vivir entre tu familia y yo No vas a complacer a nadie.
Fernando, conmovido, abrió los brazos y la rodeó en un abrazo suave.
será agotador.
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Capítulo 139
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-No me canso, Luci. Mientras estés conmigo, no lo sentiré.
Luciana, sorprendida, lo miró con los labios entreabiertos. Su corazón parecía enredarse en un nudo.
Finalmente, con dificultad, susurró:
-Pero es tarde, Fer. Demasiado tarde.
-¿Qué? -Fernando la miró, confuso, frunciendo el ceño. ¿Por qué dices eso?
¿Cómo podía decírselo? ¿Cómo encontrar las palabras?
Luciana lo apartó con delicadeza, luchando por contener las lágrimas.
-Porque ya no te amo.
Sin esperar respuesta, se dio la vuelta y salió corriendo. Apenas había dado unos pasos cuando se detuvo en seco. A pocos metros, Alejandro la observaba. Su rostro imperturbable, sus ojos oscuros fijos en ella.
El corazón de Luciana se detuvo un segundo. ¿Desde cuándo estaba ahí? ¿Qué había visto? ¿Qué había escuchado?
—Alejandro… —susurró, acercándose con pasos inseguros. Quiso tomarle del brazo, pero él pasó junto a ella, sin mirarla, caminando directamente hacia Fernando.
Fernando, todavía atónito, lo reconoció al instante.
-¿Señor Guzmán?
Alejandro soltó una breve risa, fría como el acero.
-Señor Domínguez…
—¡Alejandro! —exclamó Luciana, alcanzándolo y aferrándose a su brazo. Lo miró suplicante, con los ojos llenos de desesperación. Su voz era apenas un murmullo-. Hablemos en casa, por favor… ¿sí?
Alejandro tenía una tormenta en los ojos, oscura e implacable. No iba a dejarlo pasar tan fácilmente.
¡Vámonos! —insistió Luciana, tirando de él con fuerza, sin soltarlo.
Finalmente, Alejandro cedió, permitiéndole llevarlo lejos de la escena.
Detrás de ellos, Fernando dio unos pasos tambaleantes, como si su mundo se desmoronara. Luciana y Alejandro… ¿Por qué parecían tan cercanos? ¿Qué relación había entre ellos?
Capitulo 139
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Y Luciana… ¿Realmente había dicho que ya no lo amaba?
¿Era por Alejandro?
Mientras los veía alejarse, una amarga sonrisa se dibujó en su rostro. No, no podía creerlo.
Poco después, Vicente y Martina salieron del restaurante. Miraron alrededor, pero ni Fernando
ni Luciana estaban ya.
Martina lanzó una mirada de reproche a Vicente.
-¡Todo esto es culpa tuya!