Capítulo 146
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Sin darse cuenta, Alejandro también empezó a disfrutar de la comida. Para cuando terminó de comer las costillas de cordero, notó que Luciana seguía mirando el hueso con ganas.
Conteniendo una sonrisa, llamó al camarero.
-Otra porción de costillas de cordero, por favor.
-Enseguida, señor Guzmán.
Luciana sonrió, agradecida.
-Gracias.
-No hay de qué…
De repente, el teléfono de Alejandro sonó. Lo miró y deslizó para contestar.
-Nathan, dime.
Se levantó para atender la llamada cerca de la ventana, mientras le hacía un gesto a Luciana.
-Voy a tomar esta llamada.
-Claro.
Luciana lo observó, escuchando fragmentos de la conversación.
—Sí, Mónica fue atropellada. Nathan, ocúpate de eso…
El corazón de Luciana dio un vuelco. ¡Nathan! ¡El abogado número uno! Su reputación era intachable, y jamás había perdido un caso.
Si Alejandro había contactado a Nathan para ayudar a Mónica, ¿qué pasaría con Vicente? No había duda, Vicente estaría en serios problemas.
No podía quedarse de brazos cruzados. Sacó su teléfono rápidamente, necesitaba avisar a Fernando para que pensara en algo.
Antes de que pudiera marcar, Alejandro terminó la llamada y regresó a la mesa.
Alejandro observó a Luciana.
-¿Qué pasa?
-Quiero ir al baño -respondió Luciana con una sonrisa forzada mientras se levantaba-. Voy
un momento.
”
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Capitulo 146
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-Está bien–asintió Alejandro, sonriendo ligeramente. Pero en cuanto ella se alejó, su expresión se endureció.
Había algo raro en Luciana, lo sentía, Estaba ocultándole algo. Sin pensarlo dos veces, se levantó y la siguió.
Luciana no fue al baño. En cambio, buscó un rincón apartado y marcó el número de Fernando.
-¿Fernando? —dijo, sin darse cuenta de que Alejandro estaba lo suficientemente cerca para oír cada palabra. La mandíbula de Alejandro se tensó de inmediato, su rostro se volvió oscuro, casi amenazante. ¡Fernando otra vez! ¿No habían estado juntos hace poco? ¿No era suficiente?
Luciana, completamente ajena a la presencia de Alejandro, continuó hablando.
-Alejandro ha contratado a Nathan como abogado para ayudar a Mónica. Quería avisarte…
Fernando, al otro lado de la línea, se quedó en silencio por un segundo.
-¿Cómo lo sabes, Luci? ¿Qué relación tienes exactamente con Alejandro?
La imagen de Luciana marchándose con Alejandro hace unos días seguía grabada en la mente de Fernando. Y ahora, que ella compartiera esta información con él solo lo hacía dudar más.
-Yo…
Luciana vaciló un momento, evitando dar una respuesta directa-. No te preocupes por eso. Lo importante es que Nathan es difícil de vencer. ¿Estás seguro de que puedes manejar lo de Vicente?
-No estoy seguro -admitió Fernando-. Voy a contactar con nuestros abogados ahora
mismo.
-De acuerdo, cualquier novedad, avísame -dijo Luciana antes de colgar.
Al darse la vuelta, su corazón dio un vuelco al encontrarse con Alejandro, parado justo frente a ella, mirándola fijamente. Su rostro estaba completamente sombrío, sin rastro de emoción.
-Tú… -balbuceó Luciana, sorprendida-. ¿Qué haces aquí?
Alejandro dejó escapar una risa sarcástica y fría.
-¿No debería ser yo quien te pregunte eso? Dijiste que ibas al baño. ¿Este lugar es el baño?
-Yo…
Luciana se quedó inmóvil, nerviosa, humedeciéndose los labios mientras intentaba pensar en una respuesta-. ¿Escuchaste mi llamada?
-No–respondió Alejandro con calma, negando con la cabeza.
Pero claro que lo había escuchado. Cada palabra. No solo estaba en contacto con Fernando, sino que lo involucraba para ayudar con el asunto de Vicente. Alejandro no se había
門
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preocupado demasiado por los detalles del caso de Mónica. Para él, quien la había lastimado merecía la cárcel. Pero ahora lo sabía. ¡El responsable era Vicente!
Y lo que más lo dolía no era el descubrimiento sobre Vicente.
Lo que más le dolía era que Luciana lo sabía todo… y en lugar de acudir a él, a su propio esposo, había recurrido a su ex, Fernando, para pedirle ayuda.
