Capítulo 147
Alejandro estaba, sin duda, furioso. Sentía un fuego ardiendo en su pecho, cada vez más intenso. Se contuvo una y otra vez, hasta que no pudo más. Con un gesto brusco, agarró el brazo de Luciana y la arrastró hacia él sin decir una palabra, dándose la vuelta de inmediato para marcharse.
El agarre le dolía, y tal vez era su expresión lo que más la asustaba.
—¿A dónde vamos? -preguntó Luciana, su voz apenas un susurro.
—¡A casa! —respondió Alejandro, lanzándole una mirada afilada—. ¿O acaso todavía tienes ganas de volver a cenar después de todo esto?
Luciana negó con la cabeza, sabiendo que la situación ya había empeorado demasiado. Alejandro la llevó al coche, prácticamente empujándola al interior. Arrancó el auto en silencio, y durante el trayecto, el aire en el coche era insoportablemente denso. Alejandro mantenía la vista al frente, sus manos apretadas en el volante con fuerza.
Finalmente, rompió el silencio.
-¿No tienes nada que decirme?
Él ya lo sabía todo. ¿De verdad Luciana no iba a decir nada sobre Vicente? ¿No pensaba pedirle ayuda, ni siquiera por él? Pero Luciana no entendía el alcance de la situación.
-¿Decirte qué? -preguntó, confundida. Mónica… ya sabía que él estaba al tanto de lo ocurrido. ¿Realmente necesitaba repetirlo todo?
Su falta de respuesta no hizo más que alimentar la rabia de Alejandro. Estaba esperando una señal, algo que indicara que ella confiaba en él. Pero no, no dijo nada. Sus labios se tensaron, y presionó el acelerador. El viaje transcurrió en silencio hasta llegar a casa. No le dirigió ni una palabra más.
Apenas llegaron, Alejandro bajó del coche sin mirar atrás. Luciana lo siguió, unos pasos detrás de él, entrando en el dormitorio del segundo piso. La atmósfera estaba cargada de tensión. Luciana no quería quedarse cerca de él y, nerviosa, buscó una excusa.
-Deberías ocuparte de tus cosas. Yo voy a ver al abuelo…
Dio media vuelta, pero antes de que pudiera dar un paso, Alejandro la tomó del brazo, esta vez con más firmeza. Su mirada era aún más sombría. La ira que había estado controlando durante todo el trayecto estalló, como lava que no podía ser contenida.
-Luciana, ¿qué soy para ti?
¿No veía que estaba enfadado? ¿Y aún así intentaba usar a su abuelo como excusa para alejarse?
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Capitulo 147
+25 BONUS
Luciana se quedó inmóvil, sus ojos vacilantes. Pensó por un momento y luego, con sinceridad, respondió:
-No lo sé.
¿No lo sabía? ¿En serio acababa de decir eso?
Algo se rompió dentro de Alejandro. De un solo movimiento, la atrapó y la acercó hacia su pecho, inclinándose sobre ella mientras sujetaba su rostro y la besaba con una intensidad que la dejó sin aliento.
-¡Suéltame! —balbuceó Luciana, empujándolo. No entendía cómo las cosas habían escalado hasta este punto.
¿Qué pretendía hacer? Alejandro no la soltó. Con una mano libre, se quitó el saco y se deshizo de la corbata, intensificando el beso con creciente agresividad. Cuando Luciana comprendió sus intenciones, se asustó. Hoy no tenía ganas. Lo empujó suavemente y sacudió la cabeza en
señal de rechazo.
-No, por favor… no me siento bien —murmuró.
¿No se sentía bien? Alejandro se detuvo de golpe, como si le hubieran echado un balde de agua fría. Su respiración era agitada, pero se suavizó al acariciarle la mejilla.
-¿Qué te duele? -preguntó con genuina preocupación.
Sin embargo, algo oscuro cruzó su mente antes de que ella pudiera responder. Su tono se volvió áspero.
-¿o es que te sientes mal aquí? —dijo, señalando su pecho-. ¿Estar cerca de mí te incomoda?
Luciana se quedó en silencio, incapaz de contestar. Para Alejandro, ese silencio fue una confirmación. El tono de su voz se elevó, lleno de frustración.
-¡Responde! ¿Es eso?
Luciana mordió su labio, incómoda. A pesar de la confusión en su relación, nunca había rechazado su cercanía de esa forma. No era que no le gustara estar con él, pero ese día estaba demasiado agotada para explicarle.
-Si lo dices tú, entonces sí -respondió bruscamente.
Los ojos de Alejandro se entrecerraron, sus pupilas se contrajeron con fuerza. Soltó a Luciana de inmediato, como si su respuesta lo hubiera golpeado físicamente. Dio un paso atrás,
tambaleante.
-Así que es verdad… -murmuró con incredulidad.
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Capitulo 147
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Luciana sintió una punzada en el pecho, quiso detenerlo, pero Alejandro se dio la vuelta bruscamente y salió de la habitación a toda velocidad.
-¡Alejandro! -gritó, corriendo detrás de él. 1
Cuando llegó al pie de las escaleras, él ya había arrancado el coche y desaparecido. Se quedó inmóvil, con la mente hecha un caos. Había visto algo en los ojos de Alejandro, una especie de
dolor que no podía comprender. ¿Lo había imaginado? 3
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