Capítulo 15
-Alejandro…
El corazón de Luciana latía con nerviosismo mientras se apoyaba en su pecho, tan cerca que podía escuchar el latido de su corazón. Esto la hacía sentir muy incómoda.
–Bájame, estoy bien.
-¿Estás bien? -Los ojos de Alejandro brillaban con una fría intensidad-. ¿Y dices eso con esa cara de que estás a punto de desmayarte?
Luciana esbozó una sonrisa. Ya había comprendido que este hombre tenía un mal temperamento y una lengua afilada… una lástima, considerando lo guapo que era.
-De verdad, no pasa nada. Es solo que… tengo hambre, hipoglucemia, y me sentí débil.
-¡Entonces vamos a comer!
El hospital estaba cerca de Sierra de los Vientos, y regresar a la finca sería demasiado complicado, así que Alejandro encontró un restaurante cercano. Debido a lo apartado del lugar, el restaurante estaba casi vacío, y la comida no era nada del otro mundo.
Alejandro parecía ligeramente irritado.
-No hay nada bueno aquí, pero nos conformaremos.
-A mí todo me viene bien–respondió Luciana, mientras saboreaba un caramelo que había pedido al mesero-. Con que llene el estómago, es suficiente.
-No eres nada exigente -comentó Alejandro, sirviendo dos vasos de agua y pasándole uno
–. ¿Tan joven y ya tienes un cuerpo tan débil? -dijo con un tono claramente sarcástico.
Luciana, ya acostumbrada a sus comentarios, explicó:
-En realidad, tengo buena salud. Solo que tengo hipoglucemia, no tolero bien el hambre…
En ese momento, llamaron a la puerta, y Sergio entró con la pomada.
-Primo, aquí tienes.
Alejandro tomó la pomada y le dio una instrucción:
–
que traigan un balde con agua caliente y una toalla.
-Entendido Sergio asintió y salió.
–
Poco después, un camarero trajo el agua caliente y la toalla.
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Capítulo 15
-Señor Guzmán, ¿necesita que haga algo más?
-No, gracias.
Alejandro hizo un gesto para que el camarero se retirara, luego señaló una silla para Luciana.
-Pon la pierna aquí.
Luciana lo miró sorprendida. ¿Él mismo iba a aplicarle la pomada? No le parecía apropiado.
-Tsk —Alejandro, impaciente, agarró su tobillo, levantó su pierna y la colocó sobre la silla frente a ella. Luego levantó la falda lo suficiente para dejar al descubierto sus rodillas redondeadas y moreteadas. 1
Con una inusual suavidad en su voz, dijo:
-Va a doler un poco, aguanta.
-No hace falta -intentó rechazar Luciana.
-¿Por qué te mueves? -frunció el ceño Alejandro-. Si no fuera porque me ayudaste mucho, ¿ crees que estaría dispuesto a hacer esto por ti? No te muevas.
-Está bien–cedió Luciana, sabiendo que no tenía sentido resistirse más.
Alejandro comenzó aplicando la toalla caliente sobre las rodillas de Luciana.
-¿Cómo se te ocurrió ir a Fate Sanctuary a buscar un amuleto de protección?
-Cuando era pequeña, mi mamá solía llevarme–respondió Luciana, con un tono melancólico. (1)
Alejandro esbozó una ligera sonrisa, pero su comentario fue mordaz:
-Arrodillarte tantas veces, sabes cómo ganarte a la gente.
-¿Ganarme a la gente? -Luciana frunció el ceño, sintiéndose un poco molesta-. Incluso si fuera para ganarme a alguien, lo hice arrodillándome una y otra vez, con cada inclinación.
Alejandro arqueó una ceja, ligeramente sorprendido por su respuesta.
-A Alberto le agradas, así que cualquier cosa que digas estará bien.
Sin más palabras, retiró la toalla y abrió la pomada, aplicándola en las rodillas de Luciana.
-¡Ah! -Luciana gritó de dolor.
-¡No grites! -Alejandro la regañó, molesto por el ruido.
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Capitulo 15
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-Ok… -Luciana trató de aguantar, pero el dolor era intenso. Su cuerpo se estremecía involuntariamente mientras intentaba contener los gemidos que se escapaban de sus labios.
—¡No te muevas! –la reprendió Alejandro-. ¿Qué haces moviéndote tanto? ¡Parece que te estoy haciendo otra cosa!
Temiendo que la pomada se despegara, Alejandro se inclinó hacia adelante y la sujetó con firmeza. Los suaves gemidos de Luciana resonaban justo en su oído, y sus grandes ojos almendrados lo miraban, húmedos y brillantes.
Sus pestañas parpadeaban, como dos pequeñas escobillas, rozando su corazón y provocando una sensación extraña en él.
Como si estuviera hechizado, Alejandro se acercó involuntariamente a los labios rosados de
Luciana…
Toc, toc.
La puerta del salón volvió a sonar, sacándolo de su trance. Alejandro se detuvo, recuperando la
compostura.
¡Casi había besado a Luciana! A una mujer cuya vida personal consideraba desordenada y de dudosa conducta. ¿Se había vuelto loco? 2
Soltó su mano y su expresión se oscureció.
-Listo.
-Ah, ok. -Luciana parpadeó, desconcertada por el repentino cambio de actitud de Alejandro.
El ambiente se tornó incómodo y tenso, pero la entrada del mesero con la comida rompió la
tensión.
-Vamos a comer.
Dado que Luciana había sido clave para su éxito con Alberto, Alejandro dejó a un lado sus pensamientos confusos y, en un raro gesto de caballerosidad, le sirvió la comida y le ofreció
sopa.
-Come bastante.
-Sí, gracias.
Luciana realmente tenía hambre, así que bajó la cabeza y comenzó a comer con ganas, llenándose la boca.
El teléfono de Alejandro sonó, y tras echarle un vistazo, se levantó para salir a contestar.
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Capítulo 15
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-Sergio.
-Primo, ¡Mónica se desmayó en el set! Ahora está en el hospital.
Alejandro frunció el ceño.
-Encárgate tú por ahora, voy para allá enseguida.
Colgó el teléfono y se marchó del restaurante sin mirar atrás, olvidándose por completo de
Luciana. 2
Cuando Luciana terminó de comer y beber, se quedó perpleja. ¿Y Alejandro? ¿Dónde había ido? ¿Se habría tardado tanto en contestar una llamada? 1
Se levantó, abrió la puerta y miró a su alrededor, pero Alejandro no estaba afuera. Quizás había ido al baño. Volvió a sentarse en el salón, intentando tener paciencia mientras lo esperaba. Sin embargo, el tiempo pasaba y él no regresaba.
De repente, una idea la golpeó: ¿Y si Alejandro la había dejado sola?
Sacó su teléfono, buscó en la lista de contactos y le marcó.
En el hospital.
Cuando Alejandro llegó, Sergio ya había manejado casi todo.
-Mónica está recibiendo suero, tiene un poco de fiebre, pero no es nada grave -informó Sergio.
-Entendido. -Alejandro asintió y empujó la puerta para entrar.
Su teléfono sonó y, sin pensar, deslizó el dedo para contestar.
-¿Hola…?
–Alejandro, ya terminé de comer. -Luciana, visiblemente preocupada, le preguntó-:¿ Dónde estás? He buscado por todas partes y no te encuentro.
-Alex… -la suave voz de Mónica lo llamó desde la cama.
Alejandro estaba a punto de responderle a Luciana cuando escuchó a Mónica. Se detuvo un instante y levantó la mirada, viendo a Mónica en la cama, mirándolo con una expresión triste y vulnerable.
Sin dudarlo, cortó la llamada y guardó el teléfono en el bolsillo.
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Capitulo 15
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-Ya estoy aquí.
Mientras tanto, Luciana se quedó perpleja. ¡Él le había colgado! Además, esa voz que dijo «<Alex » era claramente de una mujer. a
Luciana reconoció la voz al instante; había escuchado esa voz durante más de diez años. Era su hermanastra, Mónica Soler.