Capítulo 153
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Alejandro apenas cruzó el umbral del salón cuando fue recibido con un grito.
-¿Volviste solo? -Miguel, apoyado en su bastón y sostenido por Felipe, lo miraba con el ceño fruncido y los ojos encendidos-. ¿Dónde está Luci?
Alejandro arqueó una ceja. ¿Ya lo sabía? Claro, un asunto así no se podía ocultar. Sabía cuánto apreciaba su abuelo a Luciana, pero él mismo aún estaba lleno de rabia.
-Se fue. Y no creo que regrese.
—¡Tú! —Miguel, indignado, levantó el bastón con furia, dispuesto a lanzarlo.
-¡Señor! -Felipe intervino rápidamente, sosteniéndolo del brazo.
-¡Abuelo! -Alejandro se apartó justo a tiempo, esquivando el golpe.
—¿Te atreves a esquivarme? —Miguel, jadeando por la rabia, lo señalaba con un dedo tembloroso-. Dime la verdad, ¿fuiste tú quien la echó?
—¿Yo la eché? —Alejandro casi rio de la incredulidad. Su abuelo siempre del lado de Luciana, como si ella fuera más importante que su propio nieto. Pero Luciana, ¿acaso ella lo valoraba? Se fue sin pensarlo dos veces, sin importarle nadie.
No tenía paciencia para explicaciones.
-Si eso crees, entonces sí, abuelo. Lo hice.
-¡Esto es el colmo! -Miguel temblaba de indignación, su voz se alzaba aún más. Desde que te casaste, vi cómo no la tratabas bien. Y ahora la has echado de casa, ¿no es así?
Alejandro sintió cómo su pecho se tensaba. Su abuelo no era tonto. Aunque no dijera mucho, lo observaba todo.
-¿Todo por esa actriz de tres centavos? -espetó Miguel con desprecio.
Alejandro se tensó al escuchar eso. ¿Sabía lo de Mónica?
-Abuelo, Mónica no tiene nada que ver con esto…
-¡No me vengas con excusas! -Miguel lo interrumpió con un frío desprecio-. Mientras yo viva, esa estrellita no pondrá un pie en esta familia. ¡La única que tiene derecho a ser tu esposa es Luciana!
De repente, Miguel se llevó una mano al pecho, con el rostro contraído de dolor. Alejandro palideció, corriendo a sostenerlo.
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Capítulo 153
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-¡Abuelo! Tranquilo, por favor. No te alteres.
—¡Felipe! —Alejandro miró al mayordomo—. ¡Rápido!
-¡Sí, señor! Felipe se apresuró y entre los dos ayudaron a Miguel a recostarse en su habitación. Tras darle su medicación, el anciano comenzó a calmarse, aunque su respiración seguía pesada.
Alejandro salió de la habitación con el ceño profundamente fruncido. Se sentía culpable. Sabía que no debía haberse enfrentado a su abuelo, mucho menos en ese estado. Pero, ¿qué podía hacer? Estaba atrapado entre su lealtad familiar y su propio caos interno.
-Señor Alejandro… -La voz de Felipe lo sacó de sus pensamientos.
Alejandro se volvió hacia él, aún con la mirada oscurecida por el conflicto.
-¿Qué sucede?
Felipe vaciló un momento antes de hablar:
-Señor, disculpe que me meta… pero, ¿discutieron usted y Luciana? A veces las chicas solo necesitan que las apapachen un poco. Con el señor Miguel así, ¿no sería mejor que la trajera de vuelta?
-¿Traerla de vuelta? -Alejandro frunció el ceño inmediatamente. Ni en sueño.
¿Qué sentido tenía ir a buscarla? Esa mujer no quería quedarse a su lado, nunca lo había hecho. ¿Para qué ir a buscarla si en cualquier momento podría volver a irse? ¿Para vivir con el miedo constante de que huya otra vez?
Alejandro giró sobre sus talones y se alejó sin decir más, dejando a Felipe sorprendido y aturdido.
—Esto no pinta bien… -Felipe suspiró. Parecía que nadie estaba dispuesto a dar su brazo a torcer. Mordiéndose el labio, Felipe tomó una decisión Bueno, tendré que intervenir.
En el dormitorio de Luciana en la UCM.
Luciana estaba en el balcón, recogiendo la ropa tendida, cuando su teléfono sonó. Al ver que era Felipe, contestó extrañada:
-¿Felipe?
-Luci–respondió Felipe, con un tono amistoso- ¿Tú y el señor Alejandro han tenido alguna discusión, verdad?
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Capítulo 153
Luciana guardó silencio. Era evidente que ya se habían enterado de que había dejado la casa.
-Mira, no es que yo me meta en los problemas de pareja, pero… el señor Miguel no está bien.
