Capítulo 169
Luciana no estaba bromeando.
A pesar de que rara vez veía programas de entretenimiento, a los pocos minutos ya estaba enganchada, incluso le sacó varias risas.
-Jajaja… soltó una carcajada mientras se recargaba en el respaldo.
Alejandro, en vez de ver el programa, no dejaba de mirarla.
-¿Te parece gracioso? -preguntó con el ceño ligeramente fruncido.
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-Ajá. -Luciana ni siquiera lo miró, continuaba con la vista fija en la pantalla-. Está entretenido. Mira, no se puede negar que Mónica tiene bastante carisma para la televisión. Luego, volteó a verlo. Le va bien como figura pública; tengo entendido que su popularidad es bastante alta, ¿verdad?
—Sí, algo así contestó Alejandro, de forma distraída.
El hecho de que Luciana hablara sobre Mónica de forma tan tranquila, sin muestras de incomodidad ni de celos, lo descolocaba. ¿Qué significaba esto? ¿De verdad no sentía ni un ápice de celos?
¿Por qué? ¿Era porque… no le importaba él en absoluto?
Esa idea, apenas nació en su mente, lo llenó de una furia que no pudo controlar.
-¡Cambia de canal! -exclamó Alejandro, irritado y visiblemente alterado.
-No es necesario -respondió Luciana con calma-. ¿No querías ver esto? Está divertido, vamos a seguirlo viendo…
-¿Quién dijo que yo quería verlo? -Alejandro ya estaba al borde de la desesperación, elevando el tono de su voz-. ¡Te dije que cambies de canal!
-Pero… -intentó replicar Luciana-. Fue tu idea en primer lugar…
Ella tenía razón; había sido él quien señaló el programa, sin embargo, ahora no estaba dispuesto a escucharlo.
Al ver el rostro de Alejandro oscurecido por el disgusto, Luciana suspiró resignada y se inclinó para tomar el control remoto.
-Está bien, cambiaré el canal.
Empezó a pasar de canal en canal. Alejandro no decía nada, ni mencionaba cuál quería ver. Finalmente, Luciana tomó la iniciativa:
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Capítulo 169
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-Vamos a ver una película, esta parece buena.
Al mirar la pantalla, vio que era una película extranjera. Alejandro asintió brevemente.
Bien.
Por fin, nada más, pensó Luciana, exhalando aliviada mientras se recostaba de nuevo en el sofá. Apenas había acomodado la espalda cuando Alejandro habló de nuevo:
-Ven aquí.
Luciana, sin entender bien, lo miró y lo vio señalando el espacio a su lado en la cama.
-Ven a recostarte aquí, conmigo.
Era interminable, pensó Luciana, poniendo los ojos en blanco en silencio. Con una sonrisa forzada, respondió:
–
No mejor, no vaya a ser que te lastime sin querer…
-¡Te dije que vengas! -respondió Alejandro, ahora con impaciencia-. ¿Tengo que repetirlo todo dos veces? ¿Me quieres molestar a propósito?
Su tono estaba cargado de un enfado evidente. Sin opciones, Luciana se levantó y se acercó a la
cama.
Alejandro se corrió un poco y levantó la sábana. Luciana suspiró de nuevo y se subió a la cama con él. Apenas se recostó, sintió su brazo rodeando su cintura.
Alejandro la abrazó con más firmeza y rozó su rostro contra el de ella, susurrándole en un tono suave y cariñoso:
-No me hagas enojar, ¿sí? Si te portas bien, mis heridas sanarán más rápido, ¿lo sabías?
Su voz sonaba tierna y cercana, pero Luciana no pudo evitar reír internamente. ¿No se había lastimado por Mónica? ¿Qué tenía ella
que ver?
-Claro, -respondió Luciana en tono cortés, con la vista en el televisor, y asintió sin añadir más.
¿Tan buena estaba la película?
Alejandro le dio un pequeño beso y se acomodó, dispuesto a ver el programa con ella.
Pasaron unos minutos en silencio, con el sonido de la televisión como único fondo. Luciana, sin embargo, empezó a cabecear; había visto esa película tantas veces que se sabía los diálogos de memoria.
Capitulo 169
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Sus párpados comenzaron a caer… hasta que Alejandro la miró y vio que su respiración era profunda y sus ojos estaban cerrados.
¿Se había quedado dormida?
Alejandro frunció el ceño.
¿La película le había aburrido? Pero si había sido su elección… O tal vez no era la película la que la aburría… sino él. ¿Estar con él le parecía tan tedioso que prefería dormir?
Sentía ganas de despertarla para aclarar las cosas, pero al final, no tuvo corazón para hacerlo.
Así, con ella en sus brazos, Alejandro también cerró los ojos y se durmió. Fue un sueño profundo y tranquilo.
Al despertar, Luciana se encontró acurrucada en los brazos de Alejandro, con la cabeza recostada sobre su brazo.