Capítulo 171
Sin más, empujó la puerta y salió rápidamente de la habitación.
–
-¡Luciana! La voz de Alejandro sonó detrás de ella, fría y con una nota sutil de enojo contenida. ¡Te dije que te quedaras!
Luciana se detuvo un instante, sintiendo una ligera sacudida en el cuerpo, pero no se giró. Solo vaciló un segundo y, con decisión, salió del cuarto, cerrando la puerta tras de sí.
-¡Increíble! -Alejandro dejó que el enfado tiñera sus facciones y endureciera su expresión. Era como si esa mujer no descansara hasta hacerlo perder los estribos. ¡Qué forma de ser!
-Alex… -Mónica, pálida, balbuceó apenada-. Lo siento, esto es culpa mía. No debí venir. Creo que la doctora Herrera me malinterpretó. Si quieres, puedo ir a hablar con ella…
-No hace falta -respondió Alejandro, frunciendo el ceño-. No tiene sentido.
¿Qué había que aclarar? Solo haría falta explicaciones si a Luciana realmente le importara. Pero no, a ella eso no le afectaba ni un poco. Así era desde el principio, y ahora seguía igual. Tal vez hasta deseaba que algo pasara entre él y Mónica. 1
-Entonces… -Mónica dejó entrever una leve sonrisa de alivio y, luego, con cautela, añadió—. Buscaré a alguien para limpiar, y de paso te traigo otro poco de sopa.
-Bien, gracias.
Alejandro asintió. Si esa mujer no se inmutaba por él, ¿para qué importarle? Pronto, un asistente limpió la habitación, y Mónica volvió con otra taza de sopa. Él terminó tomando dos, pero Luciana seguía sin aparecer.
Luciana había salido del cuarto sin saber a dónde ir. Terminó sentada en la sala de espera del primer piso, murmurando para sí misma.
-Debí haberme traído los reportes de laboratorio -se lamentó.
Al menos corrigiendo tendría algo en qué enfocarse. Resultaba irónico: siendo la esposa de Alejandro, había terminado cediéndole espacio a la persona que él amaba. Y ahora ni podía separarse ni reclamarle su infidelidad.
Presionó una mano sobre su pecho; el corazón le latía tan fuerte que sentía una punzada dolorosa.
-Luciana.
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Capítulo 171
+25 BONUS
Una voz la sacó de su ensimismamiento. Alzó la vista y reconoció a Martina.
-¿Marti? ¿Qué haces aquí? Siéntate.
Luciana se hizo a un lado, y Martina se sentó junto a ella con una expresión seria.
-Vine a hablar contigo -dijo Martina, mirándola con preocupación.
Luciana la miró sorprendida, y luego le respondió suavemente:
-¿Sobre qué?
-Ay… Martina suspiró profundamente-. Me dijeron que te habían visto aquí cuidando a Alejandro, pero no quise creerlo… 2
Martina hizo una pausa, apretando la mano de su amiga.
—Luci, dime la verdad. ¿Qué pasa entre tú y Alejandro?
Pasado el primer momento de sorpresa, Luciana se sintió extrañamente calmada. Llevaba casi un año de prácticas en el hospital universitario UCM, y ya era una cara conocida. Su presencia constante en el ala VIP había comenzado a levantar sospechas. Y ahora que Martina estaba ahí, era obvio que no podía seguir ocultándolo.
Luciana suspiró y, tras un breve silencio, decidió contarle todo.
-Alejandro y yo… estamos casados. Somos esposos legales, en todo sentido -admitió finalmente.
Luego, con detalles, le narró toda la historia desde aquella noche en el Hotel Real, cuando por error terminó en la habitación equivocada… y vendió, por decirlo de algún modo, su libertad.
Martina la escuchó en completo asombro, sin decir una palabra. Al terminar la historia, bajó la mirada hacia el vientre de Luciana y, de inmediato, sus ojos se llenaron de lágrimas.
-¡Luci! -Martina la abrazó con ternura, mientras sollozaba-. ¿Por qué no me lo contaste antes? ¡Es una situación enorme y la has estado enfrentando sola! ¡Ay, amiga!
-Ya pasó todo -respondió Luciana con una leve sonrisa, dándole suaves palmaditas en la espalda para calmarla—. Como ves, estoy bien.
-¿Bien? -Martina no podía parar de llorar-. ¿De verdad crees que Alejandro sea confiable? ¿ Va a cuidarte a ti y al bebé?
نے
-Supongo que sí… —asintió Luciana, pensativa.
Después de todo ese tiempo con Alejandro, había llegado a conocerlo. Quizás él no llegara a amarlos, pero sí podía cuidar de ellos.