Capítulo 172
Capítulo 172
Esa era su naturaleza. No era hombre de abandonar sus responsabilidades.
-Luci…
Martina no encontraba palabras para expresar lo que sentía. Se sentía impotente y
dolida-. Perdóname, soy inútil. No he podido ayudarte en nada.
-No llores más, Marti le dijo Luciana, sonriendo mientras tomaba una servilleta y le limpiaba las lágrimas―. Ahora que ya sabes todo, por favor, habla bien con Vicente. No quiero que vuelva a hacer alguna locura.
—Descuida, Luci. Yo me encargaré de que no cometa ninguna tontería.
Pensar en el último arrebato de Vicente todavía la estremecía.
-Voy a cuidarlo, prometo que no hará nada imprudente.
Luego, sin poder evitarlo, volvió a abrazar a Luciana.
-Prométeme también que la próxima vez no vas a cargar con todo tú sola. Cuenta conmigo, ¿
sí?
-Está bien, te lo prometo.
Después de mucho esfuerzo, Luciana logró que Martina dejara de llorar.
-¿Comemos juntas al mediodía? -le propuso Luciana.
—¿Eh? —Martina se sorprendió-. ¿Tienes tiempo? ¿No tienes que cuidar a Alejandro?
-No hace falta–contestó Luciana, pensando en Mónica. Era mejor regresar más tarde y darles un poco de espacio.
Tomó a Martina del brazo, sonriendo.
—Vamos, nada de comer en la cafetería, mejor vamos a los restaurantes de la calle de atrás.
-¡Perfecto! -Martina sonrió de vuelta, encantada.
Ambas fueron a la calle trasera, almorzaron y luego dieron un paseo. No volvieron al hospital hasta casi las tres de la tarde. Al acercarse al área de hospitalización, Luciana pensó que seguramente Mónica ya se habría ido. Pero al llegar al pasillo, vio a Sergio esperando con expresión de preocupación.
-¡Luciana! ¡Al fin llegas! -exclamó Sergio, aliviado.
Luciana se detuvo, extrañada.
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Capítulo 172
-¿Qué pasa? ¿Ocurrió algo?
Sergio suspiró con una mezcla de risa y desconcierto.
-Mejor entra y pregúntaselo tú misma. Alex… hasta ahora no ha querido comer nada.
—¿No ha comido? -repitió Luciana, confundida—. ¿Por qué?
-No sabría decirte -respondió Sergio, señalando hacia adentro-. Anda, pregúntale tú.
Está bien…
Aún intrigada, Luciana abrió la puerta de la habitación. Justo en ese momento, Alejandro salía del baño, sosteniéndose la herida.
Había pasado todo el día anterior en cama, y ahora ya se movía con sorprendente facilidad. Su buena condición física era evidente, pero su rostro se tensó al verla entrar. Luciana, tras dudar un momento, se acercó a ayudarlo.
-¿Por qué no has comido nada hasta ahora? —le preguntó mientras lo sujetaba.
-No tengo hambre, no puedo comer–respondió Alejandro con tono cortante, aceptando su ayuda pero sin ocultar su sarcasmo-. ¿Y tú por qué volviste?
Luciana lo miró, desconcertada.
-¿Acaso no debí volver? -preguntó, observando alrededor.
Luego, en voz baja, preguntó:
-¿Mónica no se ha ido? Si quieres, me retiro un rato más…
Dicho esto, aflojó su mano, lista para marcharse.
Esa actitud, decidida a irse, desató la rabia de Alejandro, quien le sujetó la muñeca con fuerza.
-Inténtalo, atrévete a salir -dijo, con la ira reflejada en su voz.
Luciana lo miró, parpadeando, confundida: volver estaba mal, irse también… entonces, ¿qué era lo correcto?
—¿Luciana…? —Los ojos de Alejandro ardían de frustración mientras le soltaba, irritado—: ¿ qué diablos estás haciendo?
-¿Eh? -Luciana lo miró con cara de inocencia, y con toda seriedad le respondió-: Yo no estoy haciendo nada, es más, ¿por qué te enojas? Dime, ¿qué esperas que haga? ¿Acaso está mal que les deje espacio?
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Capítulo 172
¿“Dejarles espacio“? Alejandro frunció los ojos y la miró, evaluándola con cada vez más severidad. ¿Estaba siendo razonable, o acaso quería hacerlo rabiar?
-Mónica solo vino a verme… ¡lo único que hizo fue traerme un poco de caldo de pollo! -dijo él en tono explicativo.
Pero Luciana ni siquiera lo escuchó; en cambio, replicó:
-Entonces, ¿quieres que vaya a buscarla para que te acompañe y te animes a comer algo?
Luciana lo decía con una lógica muy suya. Tal vez él podría comer algo al estar junto a la persona que le interesaba. Pero al oír esto, Alejandro quedó atónito, como si un rayo lo hubiera fulminado.
Con el ceño aún más fruncido y la voz cargada de ira, soltó:
-¡No voy a comer nada! ¡Prefiero morirme de hambre! 3
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