Capítulo 174
Con lentitud, tomó el tenedor y comentó:
-Podrías haberle puesto un poco de salsa de soya para darle color. ¿Y solo fideos? ¿Ni siquiera un poco de verduras? ¿Tampoco huevo?
-¡Sí, sí, tiene! Los ojos de Luciana se iluminaron y señaló el tazón. Están debajo. El huevo está frito.
—¿Ah, sí?
Alejandro sonrió con incredulidad y rebuscó con el tenedor. Sacó un poco de verduras y, finalmente, un huevo frito… algo quemado.
Se quedó un momento en silencio, parpadeando. ¿Se había quemado?
-No lo freí bien–admitió Luciana en voz baja, avergonzada-. Se me pasó un poco, pero del otro lado está mejor. Solo voltea el huevo…
Antes de que pudiera terminar de hablar, Alejandro soltó una carcajada, sin poder contenerse.
¿De qué te ríes? –Las mejillas de Luciana se encendieron de rojo—. ¡Ya basta de reírte! ¿Qué es tan gracioso?
—Ja, ja… —siguió riendo Alejandro, casi doblado de risa.
—¡Ya no comas! —Luciana, indignada y avergonzada, intentó retirar el plato—. Si no está bien hecho, no es mi culpa. ¡Tú insististe en que cocinara!
-No -dijo él, tomando su muñeca para detenerla. Su risa se calmó un poco, pero la chispa en sus ojos seguía ahí. No dije que no fuera a comer. Tengo hambre, lo voy a comer.
Golpeó suavemente la mesa con los dedos y añadió:
-Aliméntame.
Luciana miró con incredulidad.
-¿De verdad te lo vas a comer?
–
-Ajá―asintió Alejandro con seriedad.
Ella le había cocinado, ¿cómo no iba a probarlo?
-Bueno… Luciana presionó los labios, tomó el tenedor y levantó un poco de fideos acercárselos a la boca de Alejandro.
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Capitulo 174
Él abrió la boca de inmediato y empezó a comer.
-¿Está bueno? -preguntó ella con cautela, y tras pensarlo, cambió la pregunta-. ¿Al menos es comible?
-Ajá. -Con la boca llena, Alejandro solo asintió, indicándole con la mirada que siguiera
dándole.
Tenía tanta hambre que pronto se terminó todo, incluido el huevo ligeramente quemado.
Después de limpiarse los labios, Alejandro comentó:
-No está mal. Aunque la pinta no es la mejor, sabe bastante bien.
No era la gran cosa, pero tampoco algo imposible de comer.
Luciana se sonrojó levemente con el halago. Recogió los platos y se levantó. Sin embargo, él la volvió a detener, tomando su mano una vez más.
-Luci.
Los ojos profundos de Alejandro brillaban con una intensidad cálida.
Quédate conmigo y vivamos bien juntos. Prometo cuidarte, a ti y al bebé. ¿Qué te parece?
Luciana quedó sorprendida un instante. Sonrió levemente y contestó:
-Está bien.
Esa noche, Luciana se quedó despierta hasta tarde, terminando de revisar los informes de los estudiantes. Por la mañana, se despertó algo tarde.
Al abrir los ojos, todavía medio dormida, se acurrucó contra el pecho de Alejandro y se acomodó, frotando la cabeza en su brazo.
-Pequeña dormilona, ya es hora de levantarse —murmuró él, inclinándose para darle un beso.
-Mmm… -Con el suave roce, finalmente despertó y, con voz ronca, preguntó―: ¿Qué hora es?
-Casi las diez.
-¿Qué?
Luciana se incorporó de un salto.
-¿Por qué no me despertaste?
A esta hora, el médico ya debería haber pasado y la enfermera también debía haber atendido a
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Capitulo 174
Alejandro.
-No pasa nada – respondió él, despreocupado. Un poco tarde, ¿y qué?
Luciana rápidamente se lavó, se vistió y llamó al médico y a la enfermera para que atendieran a Alejandro. Una vez que le conectaron el suero, se volvió para ayudarlo a asearse.
-Por la tarde tengo que ir a la universidad, tengo que entregar los informes de los estudiantes -le dijo mientras lo ayudaba.
Está bien —respondió él, recordando algo y sujetándola suavemente―. Regresa rápido, porque en la tarde tenemos cita para tomar las medidas para el vestido de novia.
-¿Ah, sí? -Luciana se detuvo un segundo-. ¿A qué hora?
-A las cuatro.
-Perfecto. Regreso a tiempo, no te preocupes.
Por la tarde, Luciana dejó a Alejandro en tratamiento y salió con los informes hacia la universidad. Cuando el tratamiento terminó, ella aún no había regresado.
Alejandro, recostado en la cama, empezó a aburrirse. De repente, su teléfono sonó. Miró la pantalla sin alterarse y contestó:
-¿Mónica? ¿Qué pasa?
Al otro lado de la línea, Mónica dijo algo que hizo que Alejandro frunciera levemente el ceño. Tras unos segundos, él respondió: 1
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-Espera, voy para allá.
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