Capítulo 179
-¿Señora Guzmán? -La gerente se acercó con los diseños en mano, pero al ver que Luciana parecía a punto de irse, se mostró sorprendida-. Traje los diseños. Si gusta, siéntese un momento y le explico las opciones.
-No es necesario. -Luciana negó con la cabeza, hablando con frialdad-. Tengo algo que hacer, me retiro.
-¿Perdón? -La gerente se quedó estupefacta. Eso no era posible. La señora Guzmán era una clienta especial; si se iba sin revisar los diseños y su jefe se enteraba, probablemente perdería
su empleo.
—¿Señora Guzmán, acaso ha habido algún inconveniente? De ser así, le ofrezco mis disculpas…
—No, para nada. —Luciana no tenía intenciones de incomodar a la gerente, pero sabía que irse así la pondría en una situación difícil. Sin embargo, realmente no tenía ánimos para ver los
diseños de nada.
Tras una pausa, Luciana sugirió-: Mire, elija uno usted. Confío en su criterio.
-¿Cómo podría hacerlo? –La gerente negó repetidamente con la cabeza. Cada diseño en esa tienda valía millones, y ella no se atrevía a decidir algo tan personal.
-Está bien. -Luciana ladeó la cabeza, tratando de darle confianza-. Usted es la experta, sé que su elección será buena. Prometo que cualquiera que elija me gustará.
Pero aun así, la gerente dudaba.
-No es solo una cuestión de experiencia; cada persona tiene gustos y preferencias distintas…
-No importa, así está bien. -respondió Luciana, perdiendo la paciencia. Ya había comenzado a caminar hacia la salida-. De verdad tengo prisa, con permiso.
-¡Señora Guzmán…! —llamó la gerente, pero Luciana salió casi como huyendo de la tienda de novias.
***
En el set de filmación.
Sala de descanso.
Mónica acababa de vomitar y yacía débil en el sofá, con el rostro pálido y los ojos aún rojos. Alejandro le pasó un vaso de agua.
-Toma.
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Capitulo 179
Ella lo tomó, dio un par de sorbos y luego movió la mano con un gesto de negación.
-Es suficiente.
-¿Te sientes mejor? -preguntó Alejandro, frunciendo el ceño. ¿O todavía tienes muchas náuseas?
-Un poco mejor, dijo Mónica con una leve sonrisa, su voz suave, sin fuerzas-. Ya no tengo tantas ganas de vomitar.
Alejandro, atento, se apresuró a preguntar:
¿Hay algo que se te antoje? Olvídate de lo saludable; solo dime algo que te provoque comer. -Él ya tenía algo de experiencia con el tema del embarazo. Había acompañado a Luciana cuando pasó por lo mismo.
-Mmm… -Mónica pensó por un momento-. Se me antojaron los tacos de mi mamá… esos de zanahoria y carne de res.
Alejandro, aliviado de que por fin quisiera comer algo, le habló con suavidad:
-Entonces llámala. Vamos a tu casa ahora mismo, así puedes comer lo que te apetece.
-¿Nosotros? -Mónica lo miró, y una chispa de alegría cruzó su mirada—. ¿Tú me vas a acompañar?
-Por supuesto, —afirmó Alejandro-. Estás muy débil, no me sentiría tranquilo si no te dejo
segura en casa.
—Está bien… —dijo Mónica, contenta, extendiéndole las manos.
Alejandro se quedó en silencio un momento, un tanto desconcertado.
¿Quería que la cargara? Su mente evocó de inmediato el rostro fresco de Luciana, su sonrisa dulce…
Vaciló.
¿Te estoy causando molestias? –dijo Mónica con una sonrisa triste mientras intentaba levantarse-. No te preocupes, yo puedo sola… ay…
Antes de lograr ponerse en pie, se desplomó de nuevo, su mirada bañada en lágrimas. 1
—
Perdón, me siento muy débil.
Hubo un instante de silencio. Al final, Alejandro cedió:
-Quédate quieta.
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Con suavidad, la levantó en sus brazos. Ella rodeó su cuello y se recostó en su pecho. Alejandro la miró un segundo antes de apresurarse a salir de la sala.
La subió al auto y se dirigieron rápidamente hacia la casa de Mónica.
En el camino de regreso, Mónica llamó a Clara.
-Mamá, voy de regreso a casa. Se me antojan tus tacos… Sí, Alex me está llevando, ya casi llegamos.
Colgó el teléfono, y justo en ese momento apareció una notificación en su pantalla: era un mensaje de Eileen.
[Mónica, tal como dijiste, ya le pasé el dato a los paparazzi. Seguro que ya tomaron fotos de señor Guzmán cargándote al salir.]
