Capítulo 184
-Eso es todo lo que tengo que decir. Ahora quisiera descansar.
Pero Alejandro no estaba dispuesto a dejarlo así. La miró desde arriba, su expresión dura y los labios fríos.
—¿Justo? ¿Quieres decir que tú no te metes con las mujeres que frecuento, y yo debería hacer lo mismo con los hombres que ves, sin importar que los abraces y les susurres al oído?
Luciana se quedó helada, ¿eso era lo que él pensaba de ella? Claro, en su mente, ella debía de ser una mujer de lo más fácil y dispuesta. Apenas iba a contestarle cuando Alejandro volvió a hablar:
-¡No lo permitiré! Lo que pasó antes no importa, ya te dije que lo pasado, pasado está. Pero de aquí en adelante, ¡no quiero que vuelvas a ver a ese hombre!
Solo
pensar en Fernando mirándola con esa ternura, casi lo enloquecía. Pero Luciana le soltó una sonrisa cínica.
-¿Entonces tú puedes tener a quien quieras allá afuera y yo no? ¡Eso es demasiado conveniente! -Con eso, se acostó, ignorando que él le había arrebatado la manta. No le importaba; estaba agotada.
-No he terminado de hablar. ¡No duermas! -Alejandro la sostuvo firmemente, agarrándola de la cintura y obligándola a sentarse, con una expresión feroz en su mirada.
—¡Alejandro! —Luciana ya no podía soportarlo, y trató de empujarlo-. ¿Qué más quieres que te diga? Ya no tenemos nada que decirnos. ¡Déjame!
Pero cuanto más trataba de resistirse, más fuerte la sujetaba. Luciana, furiosa, se le escapó algo que había estado callando.
-No entiendo por qué si no puedes dejar a Mónica, no te vas con ella y me dejas en paz para que yo viva la vida que quiero.
¿Vivir la vida que quería? ¿Con Fernando, acaso? Alejandro sonrió, pero sin el más mínimo rastro de calidez.
-Te lo diré una última vez: no quiero que vuelvas a ver a Fernando, ¿me oíste?
Esa terquedad y dominio sin remedio… Luciana se sintió sin fuerzas, como nunca antes.
-Puedes tener el dinero y el poder, y decidir lo que pasa en nuestro matrimonio, pero mi mente y mi integridad no te las vendí…
No terminó de hablar. En un parpadeo, Alejandro la tumbó con fuerza sobre el colchón. Su
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Capítulo 184
rostro, tan cerca, se curvaba en una sonrisa gélida.
-¿Integridad? ¿Entonces dime, en tu corazón, a quién tienes?
Con esas palabras empezó a desabotonarle la blusa. No había agresividad en sus movimientos, pero sí una intensidad feroz que la asustó.
-Vamos, déjame ver.
Luciana abrió los ojos, aterrada.
-¡No, por favor, basta, Alejandro! ¡Me siento mal!
Pero él parecía no escuchar. La besó con una firmeza que le resultaba desconocida, desbordada. Se sentía diferente; sentía… miedo.
Intentó girar el rostro.
-No… no quiero… —dijo con un hilo de voz, tratando de apartarse. Pero su boca no se desvió demasiado y cayó en su mejilla.
La miraba intensamente, captando su resistencia. ¿Tanto le molestaba estar con él? Y justo hoy … Todo era por Fernando. Ella decía no, pero él se negaba a concedérselo. Quería borrar hasta el último rastro de ese hombre de su vida.
—¡Déjame, Alejandro, para! ¡Te lo estoy pidiendo! —exclamó Luciana, intentando zafarse.
-¿No quieres que te toque? -Los ojos de Alejandro se volvieron de un rojo oscuro, hirvientes
–. ¿Entonces a quién quieres?
Incapaz de resistir, Luciana rompió en llanto, su cuerpo temblando de pies a cabeza. Alejandro notó su temblor, su aparente frialdad desmoronándose.
-Luciana… ¿qué tienes? ¿Te sientes mal?
¿Ahora se lo preguntaba? Ella llevaba rato diciéndolo. Volvió el rostro, sin contestarle, pero las lágrimas no dejaban de caer. Al verlas, Alejandro se quedó helado y sintió una punzada en el pecho. Con una especie de torpeza, bajó la cabeza y la besó en la mejilla.
-Vete, no me toques -susurró Luciana, y alzando la mano, lo abofeteó.
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