Capítulo 189
-No tienes que disculparte. No fue tu intención hacerme daño -le respondió Mónica, frunciendo el ceño suavemente.
Dudó un momento antes de preguntar:
-Lo de hoy… ¿fue por mí?
La mirada de Alejandro se endureció, sus labios se volvieron una línea delgada y apretada,
-Esto no tiene nada que ver contigo. Es mi responsabilidad, Mónica.
Alejandro nunca había sido alguien que esquivara sus responsabilidades. Sabía que fue él quien, al dejarse llevar, había provocado el embarazo de Mónica, y también él quien había lastimado a Luciana. Estaba atrapado entre sus propios conflictos: no podía soltar la responsabilidad que sentía por Mónica, pero tampoco podía renunciar a Luciana. Ese deseo insaciable lo había llevado a cometer un grave error.
El sonido de su celular lo sacó de sus pensamientos. Era Salvador. Alejandro miró de reojo a Mónica, y no contestó.
Atiende —dijo ella con una leve sonrisa—. No te preocupes por mí. Sé bien lo que es importante en este momento: encontrarla a ella. Lo demás…
Mónica hizo una pausa antes de añadir, con voz suave:
-Confío en ti, tú me pediste tiempo, y yo estoy dispuesta a esperar.
-Gracias…
En ese instante, Alejandro sintió una mezcla de gratitud y culpa hacia ella. Finalmente, contestó el teléfono.
-¿Aló?
Escuchó atentamente las palabras de Salvador, mientras su expresión se volvía cada vez más seria.
-Entendido -dijo al colgar.
Antes de que pudiera decir algo, Mónica lo interrumpió:
-No te preocupes por mí, estoy bien. Puedes ir a hacer lo que necesites. Yo puedo volver sola.
Alejandro negó con la cabeza y tomó la bolsa de medicamentos de su mano.
-No, te acompaño. No puedo permitir que vuelvas sola. 2
Capítulo 189
+25 BONUS
Luciana seguía sin aparecer, y Mónica no podía correr ningún riesgo.
-De acuerdo Mónica sonrió levemente. Sabía que él no la dejaría sola.
Después de acompañarla de regreso, Alejandro volvió al hospital, y ya era de madrugada. Se tumbó en la cama del cuarto de hospital, pero el sueño era imposible. Cada vez que cerraba los ojos, la imagen de Luciana llorando lo atormentaba.
-Luciana, ¿dónde estás? -murmuró con desesperación.
A primera hora de la mañana, justo cuando el médico acababa de revisar a Alejandro, llegó Salvador. Alejandro, con el ceño fruncido y sin poder contenerse, preguntó:
-¿Tienes noticias?
-Espera un poco–respondió Salvador, sin confirmarlo. Miró a Juan y preguntó–¿Hay algo de comer? Apenas he llegado y estoy con el estómago vacío.
-¡Claro que sí! —respondió Juan de inmediato, y se fue corriendo a la cocina. Al momento regresó con un sándwich y una botella de leche-. Disculpa, pero no tenemos café; Alex ahora no puede tomarlo.
-Está bien, gracias -respondió Salvador tomando el desayuno sin hacer ningún comentario, y se sentó relajado en una silla.
La expresión de Alejandro, sin embargo, era sombría.
-¿Viniste hasta aquí solo para desayunar? ¿Acaso en tu casa ya ni para eso alcanza?
-¡Cof! -Salvador se atragantó y tosió un par de veces, luego soltó una risa entre incrédula y divertida. ¿Y cómo es que tú, precisamente tú, tienes amigos?
Luego de su comentario, Salvador sacó su teléfono, abrió un video de vigilancia y se lo pasó a Alejandro.
-Mira.
Alejandro, ignorándolo por completo, se concentró en el video. Salvador continuó:
-Es la última grabación que se tiene de ella. Después de esto, no hay rastro de tu esposa en ninguna cámara de la ciudad.
Alejandro miraba fijamente el video, cada vez más convencido de que ese lugar le resultaba familiar.
-¿Es aquí?
+25 BONUS
Capítulo 189
Sergio se acercó, también reconoció el lugar y exclamó, sorprendido:
-¿No es esa la zona de los dormitorios de UCM?
–
-Exacto respondió Salvador, con una sonrisa que ocultaba cierto sarcasmo-. Parece que mientras todos buscábamos en cada rincón, la señora Guzmán simplemente decidió volver a su dormitorio…
-¡Eso es imposible! -dijeron Alejandro y Sergio al unísono.
Salvador los miró, desconcertado.
-¿Por qué no?
Sergio se apresuró a explicar:
–Justo cuando Luciana desapareció, fuimos a buscarla ahí. No estaba.
Habían pedido a la guardiana que abriera la puerta y, al hacerlo, encontraron el dormitorio completamente vacío. De hecho, no había nada allí que sugiriera que alguien podía quedarse a
dormir.
-Ya veo murmuró Salvador, pensativo-. Entonces, ¿a dónde más pudo ir?
Alejandro permanecía con el ceño fruncido, perdido en sus pensamientos, sin encontrar una
respuesta.
-Quizá —sugirió Salvador- está hospedada en alguno de esos pequeños hostales donde no piden identificación.
Era una posibilidad. En la parte trasera de la UCM había muchas pensiones económicas de ese tipo, fáciles de acceder sin tantos requisitos.
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