Capítulo 20
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Desde que supo de su embarazo, Luciana se había sumido en un torbellino de pensamientos, sin energía para hacer nada. Incluso para buscar trabajos de medio tiempo, solo revisaba opciones en línea de manera mecánica. Pasaba demasiado tiempo sola, lo que la llevaba a pensar demasiado, así que decidió quedarse la mayor parte del tiempo en casa de Martina.
Cuando Martina llegó a casa, Luciana la recibió con un tono de broma:
-¡Por fin llegaste! Si tardabas más, tu querida amiga iba a morir de hambre.
–Déjame ver.–Martina sonrió mientras le pellizcaba el pecho en broma-. ¡Vaya! ¡Se te ve más delgada por el hambre!
—Jajaja… —Luciana se echó a reír, rodando por el sofá-. ¡Marti, qué descarada eres!
-¡Levántate! ¡Vamos a comer afuera!
-¡Sí, vamos! a
Las dos amigas se dirigieron a la calle trasera de la UCM, que por la noche se llenaba de vida. Desde asadores al aire libre y carritos de comida hasta restaurantes de lujo, había de todo para elegir. Mientras debatían qué comer, alguien le dio una palmada en el hombro a Luciana.
-Martina, Luciana, ¡qué casualidad verlas aquí!
Era Mateo Prados, un compañero de la preparatoria y ahora de la universidad. Luciana sonrió, pero no dijo nada. Martina lo miró con desdén.
—¿Qué casualidad ni qué nada? ¿Qué estudiante de la UCM no viene a comer aquí? —Luego, lo provocó―. Con ese intento tan flojo de conversación, ¿acaso planeas invitarnos a comer? 2
Pensó que lo asustaría, pero para su sorpresa, Mateo sonrió y asintió.
-Claro, ¡yo invito! ¡Vamos!
Martina y Luciana se miraron, sorprendidas por su buena suerte.
-Seguro que le gustas tú —murmuró Martina en voz baja—, aunque también podría ser yo. ¡ No importa, comida gratis es comida gratis! ¡Vamos!
Arrastró a Luciana, quien ni siquiera tuvo la oportunidad de negarse. Mateo las llevó a un restaurante nuevo, con un salón en la planta baja y salones privados en el segundo piso. Subieron y entraron en uno de los salones privados.
Al abrir la puerta, las recibió un ambiente bullicioso.
-¡Mateo llegó!
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Capítulo 20
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-¡Y trajo a unas chicas guapas!
-¡Oye, si no me equivoco, esas son Martina y Luciana! Martina dijo que no vendrían, pero parece que Mateo tiene sus maneras para convencerlas.
No hacía falta decir más; Luciana se dio cuenta de inmediato de que estaban en una reunión de excompañeros de clase.
-¡Vengan, vengan! -Una compañera se acercó a recibirlas con entusiasmo-. Martina, Luciana, siéntense aquí.
Llegado este punto, Luciana no pudo rechazar la invitación, así que se dejó guiar hasta su lugar. Martina se inclinó hacia ella y le susurró: 2
-Luci, te juro que no sabía nada de esto, no tiene nada que ver conmigo.
La última vez, Martina le había mencionado a Luciana la reunión de excompañeros, pero como Luciana no quería asistir, habían decidido declinar la invitación. ¿No te diste cuenta de que Vicente tampoco vino? Los tres estaban unidos en todo. (1)
-Lo sé. -Luciana asintió, demostrando que confiaba en ella-. No te preocupes, comamos algo y nos vamos en cuanto podamos.
Martina, al ver que Luciana no estaba molesta, se relajó.
-¡Perfecto!
-Luci, prueba esto… -dijo Martina mientras ambas se dedicaban a disfrutar la comida. De repente, alguien se acercó y apoyó una mano en la silla junto a Luciana.
-Disculpa, ¿está ocupada esta silla?
-No, adelante, siéntate. -Luciana levantó la vista y, en un instante, se quedó helada, como si la hubieran electrocutado.
El joven frente a ella, vestido con traje y camisa blanca, era increíblemente apuesto y emanaba una elegancia imponente. Era, sin lugar a dudas, la personificación de la perfección: Fernando Domínguez.
Ese nombre quedó atascado en la garganta de Luciana, incapaz de salir. Desde la secundaria, Fernando había sido el chico más popular de la escuela. Con los años, había dejado atrás la juventud y se había convertido en un hombre sereno, con una presencia aún más cautivadora.
-Claro. Luciana salió de su ensimismamiento, asintió y se deslizó un poco más cerca de Martina, evitando mirarlo directamente.
-Fernando, ¿por qué estás parado? Siéntate. -Mateo apareció en algún momento y jaló a
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Fernando para que tomara asiento. Le dirigió una mirada a Luciana y luego se rio. 2
—¿Por qué están tan callados? Luciana, recuerdo que tú y Fernando eran muy cercanos en la escuela. ¿No llegaron a ser novios? (2)
Capitulo 20