Capítulo 202
-¿Es más bonita que Luciana? ¿Más cariñosa, tal vez? -La voz de Miguel temblaba de indignación.
Alejandro bajó la cabeza, mudo y abatido. La situación lo superaba.
Miguel soltó un suspiro exasperado y golpeó el suelo con el bastón, que resonó en la sala.
-¡Ya basta de esta vergüenza! Haz que quiten esas noticias de inmediato, jaclara que no tienes nada que ver con esa actriz! -se quedó pensando y agregó. Y dime, ¿Luciana ya se enteró? Sabes que ella no suele estar al tanto de estas cosas… pero si se enteró, ¡tendrás que rogarle perdón! ¿Crees poder hacerlo tú solo, o quieres que yo hable con ella?
Alejandro escuchaba en silencio, su expresión cada vez más sombría.
La persistente falta de respuesta de su nieto hizo que Miguel empezara a entender.
-¿Y Luci? ¿Dónde está? ¿No estaba cuidándote? ¿No está contigo?
-Abuelo…
Alejandro al fin reaccionó. Levantó la vista y miró a Miguel directamente.
-Luciana… no va a volver.
-¿Ella se enteró? ¿Está furiosa, verdad? —Miguel frunció el ceño, visiblemente preocupado. Se llevó la mano a la frente como si le doliera—. ¿Dónde está? Vamos a buscarla, yo te acompaño, la convenceremos de que regrese… -Diciendo esto, empezó a caminar hacia la puerta.
-¡Abuelo! -Alejandro lo detuvo-. No hace falta.
—¿Qué? —Miguel lo miró, incrédulo—. ¿Cómo que no hace falta? Eres hombre, y esto es tu culpa…
Viendo que su abuelo aún no comprendía, Alejandro sintió una impaciencia creciente. En un arrebato de frustración, soltó:
-¡He terminado con Luciana!
De inmediato, el silencio inundó la habitación. Miguel lo miró, incrédulo, sin comprender lo que acababa de escuchar. Tras unos segundos, reaccionó con una furia desbordante.
-¡¿Que terminaste con ella?! ¿De verdad dejaste ir a una mujer como Luciana por una actriz de tres al cuarto? ¡Desgraciado!
Alzando el bastón, lo descargó sobre Alejandro, golpeándolo con fuerza. Alejandro, firme, no
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Capítulo 202
se movió ni intentó esquivar los golpes.
-¡Ah!
Los años y su frágil salud hicieron que Miguel se cansara rápidamente. Respirando con dificultad, señaló a su nieto.
-Tienes que ir a buscar a Luciana. Pedirle perdón, dejar que te grite, que te insulte, ¡lo que sea! Pero tienes que traerla de vuelta.
Alejandro alzó la mirada, dejando entrever un atisbo de resignación en sus ojos oscuros.
-Abuelo, eso ya no es posible. Luciana y yo hemos terminado. Mónica Soler es la mujer con quien quiero pasar el resto de mi vida…
Miguel se quedó helado, sus ojos se abrieron con sorpresa y una mano se aferró a su pecho.
-¿Estás loco? ¿Te falla el juicio? ¿No puedes ver la diferencia entre Luciana y esa actriz?
-Abuelo… -Alejandro apenas levantó la vista, su expresión oscura como una tormenta.
-Voy a estar con Mónica. No hay otra opción.
Maldito…
-Mónica está embarazada.
Como si le hubieran lanzado una bomba, Miguel se quedó mudo. El impacto fue tal que su mano en el pecho se apretó con fuerza, mientras su rostro perdía color.
-No… no… ¡estás completamente perdido! —jadeó, luchando por respirar.
-¡Abuelo!
Miguel se desplomó en una crisis, y fue llevado de urgencia al hospital.
Antes de entrar a la sala de emergencias, Miguel, con un hilo de voz, susurró:
-Luci… Luci…
Alejandro sintió que algo le oprimía el corazón.
-Lo sé, abuelo. Haré que Luciana venga a verte.
Tras cerrarse la puerta de la sala de emergencias, Alejandro se quedó inmóvil, sin saber qué hacer. Finalmente, sacó su teléfono, buscó el número de Luciana y presionó para llamar.
“Lo sentimos, el número que marcó está en otra llamada.”
Colgó y volvió a intentarlo.
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Otra vez, la línea seguía ocupada.
Intentó una y otra vez.
Siempre la misma respuesta: ocupada. 2
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