Capítulo 204
Capítulo 204
-Fue falta de juicio, no pensé en las consecuencias. Lo siento mucho… -Su arrepentimiento se mezcló con sollozos. ¿Qué hacemos ahora? Puedo hacer una declaración y aclarar todo…
-No hace falta. -Alejandro suspiró, con el rostro sombrío-. Lo hecho, hecho está.
Mónica parpadeó, sorprendida.
-¿Eso significa…?
Él la miró con frialdad, sus palabras eran precisas y distantes.
-Luciana ya se fue. Ahora, tengo una responsabilidad contigo y con el bebé.
Los ojos de Mónica se agrandaron, su expresión era de incredulidad mezclada con alegría. ¡Por fin!
-¿Es cierto? ¿De verdad? -preguntó, conteniendo la emoción.
Alejandro asintió, apenas moviendo la cabeza.
-Sí. Pero mi abuelo aún no puede aceptar esto. Habrá que esperar a que se recupere… luego intentaremos hacerle entender.
-Por supuesto -Mónica asintió rápidamente, las lágrimas de emoción llenando sus ojos—. Haré lo que tú digas.
Alejandro se giró y llamó a Juan con un gesto.
—Llévala a casa —le indicó, y luego miró a Mónica—. Lo siento, debo quedarme con mi abuelo, no podré acompañarte.
-Lo entiendo–respondió Mónica con una sonrisa comprensiva-. Cuida bien de tu abuelo, y también de ti mismo. Sé que aún no estás completamente recuperado del accidente.
-En cuanto llegue a casa, te envío un mensaje agregó antes de marcharse.
-Está bien. —Alejandro asintió.
—
Mónica se despidió, intentando disimular la emoción que sentía. Finalmente, Alejandro estaba de vuelta en su vida. Todo lo que intentó Luciana fue en vano. Esa mujer no tenía el carácter para enfrentarse a ella.
***
Al día siguiente, en cuanto Martina volvió a casa, Luciana la abordó con una mirada ansiosa.
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Capítulo 204
-¿Supiste algo? ¿Preguntaste a tus amigos en la torre de medicina interna?
Martina asintió y le dio un golpecito en la frente.
-Sí, tranquila. Don Miguel está bien, solo necesita descansar.
-Ah, menos mal. -Luciana suspiró, aliviada, y soltó la preocupación que la había consumido todo el día.
Martina frunció el ceño, un tanto molesta.
-¿De verdad te importa tanto el abuelo de tu ex? ¿No será mucho?
Luciana se quedó en silencio por un instante, luego sonrió.
-El abuelo es el abuelo. Miguel siempre fue muy bueno conmigo, me trató como si fuera de la familia.
-¿Y no vas a ir a verlo?
Luciana negó con la cabeza.
-No, no quiero causar problemas. Quizá en el futuro, si se da la oportunidad, podré despedirme de él como se merece.
Martina suspiró, arrastrando las palabras.
-Qué pena, de verdad…
Mientras tanto, en la casa Guzmán.
Después de pasar todo el día en el hospital, Alejandro regresó a casa con la intención de darse una ducha. Al entrar en la habitación, notó un vacío extraño. Todo parecía diferente, o más bien, faltaba algo. Con Luciana fuera, el lugar se sentía incompleto.
Comenzó a notar los detalles: un coletero barato sobre la mesita, una camiseta blanca vieja de la universidad con las letras de la UCM medio borradas, y un montón de apuntes impresos. En el baño, los restos de su presencia estaban por todas partes: su champú, su gel de ducha.
Alejandro frunció el ceño, atrapado entre el enfado y la melancolía. Agarró los objetos, dispuesto a tirarlos. Pero se detuvo en seco.
¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué actuar así? Él mismo le había pedido que se fuera, la había apartado de su vida. Fue él quien no la quiso.
Sin embargo, lo que más le dolía, lo que realmente le enfurecía, era que ella se había marchado sin una pizca de apego, sin una última palabra. Nada.
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Capítulo 204
¿Y si Luciana hubiera mostrado un poco de duda, un poco de tristeza? ¿Qué habría hecho él? Alejandro se quedó inmóvil, pensativo. Probablemente nada. El final habría sido el mismo.
Alejandro dejó el champú en su lugar y salió de la habitación. Buscó a Felipe y le dio una orden firme:
-Felipe, recoge las cosas de Luciana y llévalas en un rato.
Felipe, sorprendido, levantó la vista.
-Ah… ¿y a dónde se las llevo?
Alejandro frunció el ceño.
-Llévalas a la villa Trébol, ahora ella vive ahí.