Capítulo 205
Esa noche, cerca de las ocho, Luciana recibió una llamada de Juan. Contestó extrañada.
-¿sí?
-Luciana, estoy camino a la villa Trébol. ¿Estás en casa?
Luciana parpadeó, desconcertada.
-¿Y tú qué haces yendo a la villa Trébol?
-Es una orden de Alejandro. He recogido todas tus cosas de Casa Guzmán, y me pidió que te las trajera.
Ah, claro. Luciana sintió una leve inquietud. Lo cierto era que ella no estaba en la villa Trébol.
-Espera un momento, ahora no estoy ahí.
-No pasa nada -respondió Juan-. Puedo esperar. Tómate tu tiempo; esperaré lo que sea necesario.
Luciana suspiró, resignada.
-Está bien, voy para allá. El que llegue primero, espera.
-Perfecto. Nos vemos.
Colgó la llamada, tomó su bolso y se dirigió a la villa Trébol usando el metro. Era fin de semana, y el tráfico estaba pesado. Al final, Luciana llegó antes que Juan.
La villa Trébol, su antigua “casa matrimonial” con Alejandro, nunca la había visitado hasta ahora. Tenía las llaves, la tarjeta de acceso y el código, todo lo necesario para entrar. El lugar era enorme, de dos pisos y medio, impecablemente limpio. Luciana se sintió algo incómoda; no quiso deambular y decidió sentarse en el sofá a esperar a Juan.
Mientras tanto, envió un mensaje a Martina.
–
-Ven a recogerme más tarde.
Sabía que necesitaría ayuda para cargar algunas cosas. Dejó el teléfono y, un poco aburrida, comenzó a mirar a su alrededor.
De pronto, su vista se detuvo en una pared cerca de la escalera. Había un cuadro ahí.
<<¿No es… Kervens Bocanegra?» pensó. Recordó que esa pintura era la que Alejandro le había. querido regalar cuando él estaba hospitalizado por la herida en el brazo. Ella había rechazado el regalo, pero él la había dejado ahí.
Capitulo 205
+25 BONU
Sintió un ligero estremecimiento y desvió la mirada, pero al girarse, golpeó su codo contra una
mesa cercana.
-¡Ay! -exclamó, frotándose el brazo adolorido.
Entonces, notó algo más: sobre la mesa había dos cajas, una pequeña y otra más grande, ambas familiares para ella. Contuvo el aliento y las abrió una por una.
Tal como lo sospechaba.
Una contenía una pulsera, idéntica a la que Mónica tenía. La otra, un vestido: el mismo que llevaba el día que Mónica la había empujado al agua.
Todo estaba allí, cuidadosamente guardado. Luciana soltó una sonrisa amarga. El tiempo que había pasado con Alejandro no había sido extenso, pero esas experiencias parecían abarcar años de su vida.
¿Y de qué le servía todo eso ahora? Al final, Alejandro no era más que alguien de paso en su
vida.
El timbre sonó, sacando a Luciana de sus pensamientos. Se dirigió a la puerta y la abrió.
-Luciana. —Juan estaba ahí, rodeado de sus cosas: cajas grandes y pequeñas, y varios maletines.
Luciana abrió los ojos, sorprendida.
-¿Todo esto es mío?
Juan señaló una de las cajas.
—Aquí están tus libros. Alex temía que los empleados los dañaran, así que él mismo los empacó.
Luego indicó los maletines.
-Estos son tus ropas y tus cosas personales.
—¿De dónde salió tanto? -Luciana rió, un poco incrédula. Recordaba bien haber entrado a la familia Guzmán con casi nada.
Juan se encogió de hombros.
-No lo sé. Alex solo me dijo que lo trajera.
-Está bien, gracias por la molestia. -Señaló hacia adentro-. ¿Quieres pasar a tomar un vaso
de agua?
-Su actitud era relajada.
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Capítulo 205
-No, gracias.