Capítulo 208
Fernando le había mentido. Él le ocultó el costo porque seguramente tenía pensado cubrirlo por ella. Además, ahora caía en cuenta de que las evaluaciones previas también debieron tener un precio.
-Fer… ¿cuánto más tengo que deberte? -murmuró, cubriéndose el rostro con una mano. Tenía que averiguar cuánto había gastado Fernando. No podía permitir que él asumiera todo el costo. Decidió no llamarlo directamente, así que optó por pedirle ayuda a Vicente.
-Vicente, necesito un favor–comenzó Luciana, contándole lo del dinero que Fernando había adelantado para Pedro-. ¿Podrías preguntar cuánto gastó exactamente?
-Ustedes de verdad… -Vicente suspiró, claramente frustrado, pero aceptó-. Está bien, lo averiguo.
No pasó mucho tiempo antes de que sonara el teléfono. Luciana pensó que sería Vicente, pero al ver la pantalla, notó que era Fernando.
Respiró hondo antes de responder.
-Fernando.
Él aún estaba en la oficina. Se encendió un cigarrillo, dejando que el humo escapara lentamente entre sus dedos.
-¿Recibiste la carta del Instituto Wells? ¿Por qué no me dijiste que ibas a contactarlos tú misma?
Era obvio
que sabía que había descubierto lo del costo.
-Este no es un tema para hablar por teléfono. Tenemos que vernos.
Luciana se quedó en silencio unos segundos, sintiendo que la tensión aumentaba. Sabía que ese encuentro no iba a ser simple.
-Fernando… habíamos acordado no vernos más.
–
-Es cierto respondió él sin rodeos-, pero en ese momento tenía que cuidar ciertas apariencias. ¿Ahora eso es necesario?
Cada palabra dejaba claro que Fernando estaba al tanto de su situación con Alejandro.
Luciana no estaba tan sorprendida, pero aun así intentó resistirse.
-Fernando, lo nuestro no tiene que ver con los demás…
—Luciana —la interrumpió él, su tono más insistente-. Quiero que entiendas algo: no puedo
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Capitulo 208
controlar lo que siento por ti, y tú tampoco puedes evitarlo. Ahora estás soltera, y yo también, así que tengo el derecho de intentar conquistarte.
-Fernando…
-Vamos a vernos. ¿No quieres hablar sobre el dinero que me debes? Hablemos en persona.
No le dejó otra opción. No le dio espacio para rechazarlo.
-Entonces, queda así.
para el
Colgó, y en poco tiempo recibió un mensaje de Fernando con la hora y el lugar de la cita día siguiente. Esa noche, Luciana pasó horas en la cama, dando vueltas y luchando con sus emociones. Pero cuando llegó el día, a pesar de la tormenta de pensamientos en su cabeza, fue al encuentro.
El lugar de encuentro era el restaurante Brisa de Primavera, a la hora del mediodía.
Luciana entró con su bolso colgando del hombro y se dirigió al área de los elevadores. Cuando la puerta del ascensor estaba a punto de cerrarse, levantó la mano y pidió en voz alta:
-¡Por favor, espérenme un momento!
Se apresuró, y al llegar, la puerta se abrió. Fue Alejandro quien había presionado el botón para que no se cerrara, esperando a que entrara. Junto a él estaban Sergio, Juan y Simón, todos en silencio, aunque Sergio y Juan le sonrieron en un saludo.
-Luciana -dijeron amables, mientras Alejandro solo la miraba, sin decir una palabra.
Luciana había dado un paso dentro del elevador, pero al verlos, se quedó rígida por un instante, luego les sonrió brevemente.
-Mejor espero al siguiente, disculpen la molestia.
Retrocedió, saliendo del ascensor sin mirarlo a él ni decirle una sola palabra. Se giró dándoles
- la espalda, como si la escena no tuviera nada que ver con ella.
Dentro del elevador, el silencio se volvió pesado. Alejandro seguía mirando la espalda de Luciana mientras las puertas se cerraban lentamente. En sus ojos, una chispa de fuego azul parecía encenderse. Así era ella, manteniendo las distancias, cumpliendo lo que había dicho: para él ya era una extraña. Qué bien lo lograba. Alejandro apretó los labios, con una punzada amarga en el pecho.
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