Capítulo 21
Luciana no respondió, pero Martina le lanzó una mirada fulminante a Mateo.
-¡Cállate ya!
Mateo se encogió de hombros, sin tomarlo en serio, y sonrió.
-¿Esto te parece chisme? Solo estoy diciendo la verdad. En aquel entonces, todos en la escuela los envidiaban.
-¡Cierra la boca! ¿No has dicho suficiente? -insistió Martina, claramente irritada.
-Aún no. -Mateo, como si lo hiciera a propósito, continuó―. ¿Por qué terminaron? Se veían tan bien juntos. Todos pensamos que ustedes serían la pareja que iría desde el uniforme escolar hasta el vestido de novia.
-Eso tendrás que preguntárselo a Luciana. -Fernando, que había permanecido en silencio hasta ese momento, finalmente habló, y sus ojos se clavaron en ella con una intensidad que la hizo estremecerse-. Fue ella quien no me quiso.
Clac.
Luciana, que estaba masticando una costilla, la dejó caer en la mesa de la sorpresa. Totalmente inesperado. ¿Acaso dijo que fue ella quien no lo quiso? Bueno, en cierto sentido, no estaba equivocado.
-¿En serio? -Mateo, aprovechando la oportunidad, siguió interrogando a Luciana—. Luciana, ¿por qué fue? ¿Qué no tenía de bueno nuestro Fernando?
Luciana sintió una punzada de amargura en el corazón, pero forzó una sonrisa ligera y perezosa antes de responder:
-Es una historia de hace mucho tiempo, ya no lo recuerdo. Tal vez, simplemente un día no me compró el desayuno.
Su respuesta fue claramente evasiva, una barrera entre ella y el dolor del pasado. Incluso Martina se sorprendió por su tono despreocupado.
-Puede ser -dijo Mateo, dándole una palmada en el hombro a Fernando-. Las chicas suelen enojarse por cosas pequeñas. Fernando, tienes que aprender la lección y ser más atento y cariñoso con tu novia actual.
Luciana, que estaba tomando un sorbo de sopa, se detuvo un momento. ¿Él tenía novia?
-¡Fernando! -Antes de que pudiera procesar sus pensamientos, una voz femenina y alegre llamó el nombre de Fernando mientras se acercaba corriendo hacia ellos.
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-Llegaste -dijo Fernando, tirando de una silla para que la chica se sentara a su lado.
-Sí–la chica sonrió mientras se acurrucaba junto a él, mostrándose cariñosa-. ¡Quiero eso! Y también una sopa. Es mejor tomar sopa antes de comer, así no engordo tanto.
-Claro. -Fernando respondió con amabilidad, sirviéndole y cuidándola con una atención que hizo que el corazón de Luciana se encogiera.
Martina se inclinó hacia Luciana y le susurró:
-Luci, ¿estás bien?
-¿Por qué no lo estaría? -Luciana respondió con calma, aunque su voz llevaba un matiz de tensión apenas perceptible—. Deja de preocuparte por mí.
-Ah, bueno… -Martina asintió, pero su preocupación no desapareció del todo.
Justo en ese momento, Mateo intervino con otra pregunta:
-Luciana, si Fernando ya encontró una nueva pareja, ¿tú qué? ¿Has tenido novio estos años?
Luciana mantuvo la compostura, pero Martina no pudo evitar estallar.
-¿No te cansas de preguntar?
-Marti -Luciana sujetó a su amiga y negó con la cabeza, indicándole que estaba bien. Luego, se volvió hacia Mateo y respondió con una serenidad que ocultaba sus verdaderos sentimientos –. No, no he tenido.
Dicho esto, se levantó y tiró de Martina.
-Ya comimos, es hora de irnos.
-¡Vamos! -Las dos amigas se tomaron del brazo y salieron del salón privado sin mirar atrás.
-¿Ya se van? ¡Apenas llegaron! No se vayan… -protestó Mateo, pero su voz se apagó en el incómodo silencio que siguió a su partida.
Mateo miró a Fernando con una expresión de disculpa.
-Fernando, esto…
-¿Lo que dijo es cierto? -Fernando, con una expresión imperturbable, tomó con cuidado el vaso del que Luciana había bebido, como si fuera un tesoro.
-¿Ah? -Mateo se quedó perplejo por un momento, pero luego asintió repetidamente-. Es cierto. Aunque no estamos en la misma facultad, esas cosas se saben. No ha tenido pareja en todos estos años.
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Al escuchar eso, los labios de Fernando se curvaron en una sonrisa que se extendió hasta sus ojos. Sin decir nada, sacó su teléfono y, tras unos momentos de manipulación, miró a la chica que estaba a su lado.
-El dinero ya fue transferido, puedes irte.
La chica revisó su teléfono y vio la transferencia, la paga por fingir ser su novia. Era una suma considerable, así que se levantó satisfecha.
-¡Gracias, señorito!
Mateo se quedó boquiabierto.
-¿Falsa…? ¿No era tu novia? Entonces, ¿por qué todo este teatro hoy? 1
Fernando no respondió directamente. En cambio, dijo con voz firme:
-Luciana es mía. Lo fue antes, lo es ahora, y lo será siempre, por el resto de nuestras vidas. ($)