Capítulo 214
Victoria apenas pasaba de los cuarenta, llevaba una vida tranquila y siempre había gozado de buena salud. Fernando no podía imaginar que su madre, al enfermarse, enfrentara de golpe una enfermedad tan grave.
-¿Dijeron si es benigno o…?
-Aún no lo saben -Diego negó con la cabeza, sin ocultar la preocupación en sus ojos-. Necesitarán operarla y analizar el tejido para estar seguros.
Esa simple frase hizo que el ánimo de Fernando se desplomara aún más. Padre e hijo se quedaron en silencio, compartiendo la misma incertidumbre y preocupación.
Diego le dio una palmadita en el hombro.
—Pasa a verla, hijo. Desde que te fuiste de casa, no ha dejado de pensar en ti.
Fernando asintió, sintiendo una punzada de culpa, y abrió la puerta del cuarto. Victoria estaba dormida, y él se quedó junto a ella toda la noche, en vela, velando su descanso.
Al amanecer, Victoria despertó y al verlo allí, una sonrisa cálida se dibujó en su rostro.
-Hijo, viniste —dijo, contenta, mientras intentaba incorporarse.
-Mamá, despacio —le dijo Fernando mientras la ayudaba a acomodarse, colocando una
almohada detrás de su espalda y frunciendo el ceño-. El doctor dijo que no puedes moverte de golpe, todo con calma.
三
Victoria asintió, sonriendo y mirando a su hijo con ternura, como si quisiera retenerlo a su lado.
-Está bien, haré todo lo que me digas.
Poco después, Diego llegó al hospital. Aunque Fernando lo había convencido de ir a descansar la noche anterior, la preocupación lo hizo aparecer temprano. Traía desayuno desde casa y se ocupó de que su esposa comiera un poco. 1
Después —le dijo a Fernando, lanzándole una mirada de complicidad-, iremos juntos a hablar con el doctor.
-Sí–respondió Fernando, asintiendo mientras tomaba un sorbo de su sopa.
Sabía que no podían postergar la cirugía de su madre, así que debía asegurarse de tener todo listo: el plan y la fecha exacta para el procedimiento.
Diego tomó la mano de Victoria y le susurró:
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-No te preocupes, estamos aquí contigo. Todo va a salir bien.
Victoria esbozó una sonrisa, con los ojos un poco húmedos, y asintió.
-Lo sé, no tengo miedo.
La cirugía se programó para dos días después. Durante esos días, Fernando estuvo dividido entre el trabajo y el hospital, casi sin tiempo para otra cosa. Aunque mantenía el contacto con Luciana por teléfono y le enviaba comida, Martina notó su ausencia y no pudo evitar mencionarlo.
—Oye, Luciana, ¿no crees que Fernando se haya metido en problemas otra vez? Hace días que no aparece.
Luciana sonrió, restándole importancia.
-Así está bien, ¿no?
No había esperado mucho, así que tampoco sentía decepción.
Mientras terminaban de cenar, el teléfono de Luciana sonó. Era Nathan.
-Señor Moras.
-Señorita Herrera -respondió él-. Le informo que hablé con el señor Guzmán, y él está de acuerdo. Hemos programado el trámite para el lunes, ¿le parece bien?
Luciana detuvo por un momento su vaso en el aire, respiró hondo y contestó:
-Está bien, perfecto.
-Entonces, nos vemos el lunes.
-Gracias.
Colgó, quedándose en silencio con el teléfono en las manos, sin saber si sentía tristeza o resignación. Solo sabía que había un vacío en el pecho que la dejaba con un leve pero molesto hueco de incertidumbre.
***
Hospital
Han pasado dos días desde la operación de Victoria. La cirugía fue un éxito, pero los resultados de la biopsia aún no llegan. Durante este tiempo, Fernando se mantuvo al lado de su madre, sin alejarse ni un momento. Sin embargo, hoy debía atender sus pendientes en la empresa.
A primera hora, Fernando entró al baño y se dio una ducha rápida. Cuando salió, escuchó risas
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Capítulo 214
en la habitación. Junto a la cama, una joven conversaba animadamente con Victoria, quien la miraba con una sonrisa.
Al verlo, Victoria le hizo señas.
—¡Hijo! Ven, ¿adivina quién está aquí?
La joven sonrió y alzó la mirada hacia él.
-Fernando, tanto tiempo sin verte. ¿Me reconoces?
Fernando la observó, algo confundido.
-¿Eres…?
La joven soltó una risa alegre, se puso de pie y, ladeando la cabeza, respondió:
-Soy Bruna De Jesús. La que de niña siempre te seguía a todas partes… la “gordita“.
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