Capítulo 217
Fernando se sorprendió. ¿Alejandro también estaba en el teatro? ¿Había visto algo? Algo en el tono de su voz le indicaba que estaba furioso. Sin comprender del todo, Fernando le comentó brevemente a Bruna y salió del teatro para encontrarse con él.
-Señor Guzmán… —comenzó a saludar, apenas lo vio.
Alejandro no le dio tiempo de terminar. Con un solo movimiento, lanzó un puñetazo directo que impactó en la cara de Fernando, quien trastabilló, intentando mantenerse en pie. Un hilo de sangre se deslizó desde la comisura de su labio partido.
Fernando se limpió la sangre con la mano, mirándolo con una mezcla de sorpresa y enojo.
-¡Alejandro Guzmán! ¿A qué viene esto?
Alejandro lo miró con una sonrisa helada, sus ojos llenos de una rabia contenida.
-¿Luciana sabe que estás aquí, saliendo con otra mujer?
El comentario encendió algo en la mirada de Fernando, una chispa de alarma que no pasó desapercibida para Alejandro. Al ver esa reacción, su furia se intensificó y lo tomó de la camisa, mirándolo con desprecio.
-¿Eres serio con Luciana? ¿O solo estás jugando con ella?
Fernando soltó una carcajada irónica.
-¡Por Dios, Alejandro! Mis sentimientos por Luciana son mucho más profundos de lo que podrías imaginar. Si piensas que puedes cuestionarlos, estás muy equivocado. Y por preocuparte por ella, dejaré pasar esto.
-¡Fernando!
Una voz femenina aguda interrumpió la escena. Bruna apareció a toda prisa, con el ceño fruncido y los ojos encendidos de enojo.
-¡¿Por qué golpeas a Fernando?! -exclamó, mirando a Alejandro con furia-. ¡Podríamos llamar a la policía!
Luego, se giró hacia Fernando, preocupada, y le tocó el rostro con suavidad.
¿Te duele? Tienes el labio partido…
Alejandro la miró con una expresión sombría, casi venenosa, y luego clavó su mirada en Fernando.
-¿Y así crees que puedes darle la cara a Luciana?
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Capitulo 217
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Fernando apartó la mano de Bruna y enfrentó la mirada de Alejandro.
-Las cosas no son como piensas. Nunca he traicionado a Luciana, ni lo haría jamás -dijo con firmeza, cada palabra cargada de sinceridad.
Alejandro, consciente de la presencia de Bruna, evitó profundizar, pero al pasar junto a Fernando, susurró con furia contenida:
–Voy a vigilarte, y no dejaré que la lastimes. ¡Jamás!
Fernando soltó una risa seca y replicó con sarcasmo:
-Señor Guzmán, mejor preocúpese por su propia novia.
La tensión se podía cortar con un cuchillo. Alejandro vaciló un segundo, pero enseguida dio media vuelta y se alejó con pasos decididos.
Cuando el silencio volvió, Fernando miró a Bruna con el ceño fruncido.
—La función está por empezar y no pude explicarte antes. Pero ahora que estamos aquí, quiero dejar algo claro.
Bruna parpadeó, tratando de sonreír aunque sus ojos reflejaban algo de nerviosismo.
-Oh, claro, dime.
Fernando limpió la sangre de su boca y habló con calma.
-Hace ocho años que estoy enamorado de alguien. Ocho años… No voy a enamorarme de nadie más en esta vida, solo de ella.
Cada palabra era un eco de su devoción. Bruna se quedó rígida, pero forzó una sonrisa.
-Bueno, ¿sabes qué? Hoy vine porque mi madre insistió. Parece que contigo pasó lo mismo, ¿ verdad?
Fernando relajó un poco el gesto y asintió.
-¿Así que…?
Bruna soltó una risa despreocupada.
-Ya ni siquiera estamos en tiempos para estos montajes familiares, ¿no? Que cada quien haga lo suyo y fin de la historia. -Extendió su mano con una sonrisa cómplice. ¿Amigos sin
compromiso?
Fernando guardó silencio unos segundos antes de estrechar su mano.
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